Dieta, tratamiento y colesterol en pacientes con cardiopatía isquémica


Daniel Grados Saso. Médico. Servicio de Cardiología Hospital de Barbastro. Ana María Martínez Royo. Enfermera. Servicio de Urgencias del Hospital de Barbastro. Claudia Martínez Huguet. F.E.A Medicina Interna. Hospital de Barbastro. Ainhoa Pérez Guerrero, Carlos Rubén López Perales, Jaime Gimeno Garza y Víctor Manuel Aragón Estremera. Médicos. Unidad de Cardiología del Hospital de Barbastro

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Los niveles elevados de colesterol y en especial de LDL colesterol (colesterol de baja densidad) coloquialmente conocido como colesterol “malo” se asocian al desarrollo de aterosclerosis coronaria y la aparición de angina de pecho e infarto de miocardio.

Está ampliamente demostrado que al disminuir el colesteroll LDL se reduce la aparición de infarto y la incidencia de eventos cardiovaculares (reinfarto) y muerte de origen cardiovascular en pacientes que ya han sufrido un infarto de miocardio.
Cuanto más bajo son los niveles de colesterol, mayor protección se alcanza, de tal manera que se ha observado una relación directa continua entre la reducción del LDL y los beneficios cardiovasculares.
En ocasiones existe preocupación acerca de si niveles muy bajos de colesterol podrían tener efectos perjudiciales, ya que el colesterol es una molécula que forma parte de las membranas de las células e interviene en el metabolismo de diversos órganos, entre ellos el sistema nervioso e inmunitario.
Hasta el momento, no se ha observado que niveles muy bajos de colesterol se asocien con efectos clínicos adversos graves debido a un aporte reducido de los LDL, ni tampoco alteraciones metabólicas ni inmunitarias.
Los efectos beneficiosos se mantienen y las concentraciones más bajas de LDL se asocian a una incidencia aún menor de enfermedades debidas a la aterosclerosis.
Es importante remarcar que el paciente que ha tenido problemas cardíacos, con antecedentes de haber padecido un infarto o angina, necesita unos niveles más bajos de colesterol que la población general.
Los niveles que podríamos considerar aceptables para una persona de su misma edad y sexo sana se consideran altos en su caso y es necesario reducirlos, ya que tiene un riesgo mayor de volver a presentar un evento cardíaco si no se logra este objetivo.
Las nuevas guías de práctica clínica de la sociedad Europea de Cardiología establecen un valor de LDL objetivo de menos de 55 mg/dl en pacientes de muy alto riesgo (pacientes con antecedentes de infarto, síndrome coronario, revascularización coronaria con implante de stent, enfermedad cerebrovascular como ictus o AIT (accidente isquémico trasnsitorio)y además una reducción del 50% respecto a los valores previos.

Dieta mediterránea

En muchas ocasiones los pacientes con cardiopatía isquémica (angina o antecedentes de infarto) necesitarán tomar medicación hipolipemiante para alcanzar los niveles recomendados, pero siempre la dieta y los hábitos de vida saludable son el primer pilar sobre el que se asienta el tratamiento.
Existen también un componente genético que no podemos modificar pero se ha observado que seguir una dieta adecuada aporta beneficios claros desde el punto de vista cardiovascular.
La dieta mediterránea ha demostrado ser la mejor opción para el corazón cuando se ha comparado con otras dietas del mundo. Rica en verduras, hortalizas, frutas, legumbres y pescado, junto con aceite de oliva virgen, que posee ácidos grasos poliinsaturados, asocia un bajo consumo de carnes rojas y grasas de origen animal y alimentos procesados.
Se ha observado que los habitantes de pequeñas islas griegas con alto consumo de pescado y aceite de oliva y bajo de carne presentan menor incidencia de factores de riesgo cardiovacular y mayor longevidad, siendo una de las regiones con mayor proporción de centenarios del mundo.
Seguir una dieta y un estilo de vida saludables contribuirá al buen control de los niveles de colesterol y de esta manera serán necesarias menores dosis de medicación para lograr los objetivos terapeúticos. También para las personas sanas es aconsejable seguir la dieta mediterránea y la realización de ejercicio físico moderado para prevenir en el futuro la aparición en enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.