Las personas obesas no solamente sufren por su enfermedad físicamente, sino que en muchas ocasiones han de enfrentarse a muchas dificultades en un nivel puramente social por el mero hecho de tener un peso elevado.
La investigación realizada hasta la fecha pone de manifiesto que el hecho de ser obeso genera mucho rechazo y son muchos los trabajos que documentan que las personas con problemas de peso son objeto de prejuicio por parte de la población general. Así, se ha hallado que por ejemplo las personas obesas tienen muchos problemas en áreas como la educativa (rechazo en las escuelas por parte del grupo de iguales), la laboral (menor probabilidad de encontrar empleo, rechazo en las entrevistas de trabajo o una menor remuneración económica) y también en la sanitaria (reciben un trato vejatorio por parte de muchos profesionales de la medicina). Es importante destacar no todas las personas desprecian por igual a las personas obesas y que existen diferencias individuales en lo que respecta al rechazo que se muestra hacia los obesos. En concreto, existen estudios que acreditan que existen diferencias de género en el prejuicio que se manifiesta hacia las personas obesas.
En un trabajo realizado recientemente sobre este asunto y publicado en la “Revista de Psicologia Social” tratamos de explicar el porqué los hombres muestran más prejuicio hacia las personas obesas que las mujeres. En ese trabajo (realizado con más de 500 participantes procedentes de la Universidad Nacional de Educación a Distancia) hallamos que los hombres puntuaban más alto en escalas que medían prejuicio hacia las personas obesas mientras que las mujeres lo hacían en escalas que medían interiorización de la delgadez y trastornos de la conducta alimentaria (como por ejemplo, anorexia o bulimia). La idea que mantenemos en el artículo es que esos resultados se pueden explicar por el hecho que las mujeres interiorizan el ideal de delgadez imperante en la sociedad mientras que los hombres lo externalizan. Es decir, que las mujeres hacen suya esa aspiración de estar delgado mientras que los hombres se limitan a juzgar desde fuera ese standard. De ahí que las mujeres puntúen más alto en escalas relacionadas con los trastornos de la conducta alimentaria e interiorización de la delgadez mientras que los hombres lo hagan en prejuicio hacia las personas obesas. En otras palabras, las mujeres se aplican la norma social que existe acerca de que es positivo estar delgado, mientras que los hombres no consideran que sea necesario aplicar ese rasero para ellos mismos y por lo tanto se limitan a juzgar cuerpos ajenos para ver si cumplen o no lo normativo en lo que respecta al aspecto físico.
Significado social diferente
Es importante mencionar que antiguamente el sobrepeso o la obesidad eran un signo de status (piense, por ejemplo, en la representación de la belleza en un cuadro de Rubens y compárelo con la portada de cualquier revista de moda actual) mientras que hoy en día es la delgadez la que denota una posición social elevada (lo mismo que sucedía con el hecho de tener la piel blanca, gente de la nobleza que no tenía que salir a la calle a trabajar, y lo que ocurre ahora con el hecho de estar moreno, gente que puede permitirse rayos UVA o ir a la playa todo el año). Es decir, una misma característica física (el peso o el color de la piel) tiene un significado social completamente diferente en función de la época en la que se contemple. En la sociedad que vivimos es especialmente relevante ser delgado, especialmente si se es mujer y, en ese sentido, los medios de comunicación juegan un papel muy importante en la diseminación de ese ideal de belleza extremadamente delgado para las mujeres. Así, los medios de comunicación reflejan bien esa concepción de la belleza actual y según los trabajos realizados hasta la fecha se pone de manifiesto que las personas obesas están infrarrepresentadas en programas de TV, películas, etc. (cuando por las cifras de epidemiologia de la obesidad debería haber muchas más), mientras que normalmente hay muchas más personas delgadas que reciben toda la atención de los medios. La exposición diaria a este tipo de mensajes puede tener un correlato directo con el hecho de que las personas hagan como suyo ese ideal de belleza excesivamente delgado que aparece continuamente en los medios de comunicación.
Las mujeres sufren más trastornos de la conducta alimentaria que los hombres
Es importante mencionar que los estudios de epidemiologia que existen ponen de manifiesto que las mujeres sufren más trastornos de la conducta alimentaria que los hombres. Nosotros creemos que una de las explicaciones de este fenómeno es precisamente por el hecho de que para una chica está mal visto saltarse la normal social de delgadez, mientras que para un hombre no existe tanta presión para un peso corporal bajo. Sin embargo, en los últimos años, hay cada vez más chicos con problemas relacionados con la conducta alimentaria, aunque en este caso, las presiones que reciben los varones son de una naturaleza opuesta a las que reciben las mujeres. En concreto, las investigaciones apuntan a que la presión en el caso de los varones es para obtener un cuerpo musculado. Por lo tanto, aunque en los hombres no existe esa presión tan grande hacia la delgadez, como en el caso de las mujeres, si que existen standares de belleza que pueden acabar produciéndoles malestar. Aunque el DSM-IV TR o el futuro DSM-V (el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en inglés “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders”, de la Asociación Americana de Psiquiatría que contiene una clasificación de los trastornos mentales y proporciona descripciones claras de las diferentes categorías diagnósticas incluidos los trastornos de la conducta alimentaria) no lo recogen como categoría diagnostica, algunos clínicos hablan ya de “vigorexia” (o dismorfia muscular) y hace precisamente referencia a la obsesión de algunos hombres con un cuerpo sin grasa y perfectamente formado y que obedece, en este caso, a lo que se demanda de un hombre en la sociedad actual.
El articulo original puede ser encontrado en: Magallares, A. & Morales, J.F. (2013). Gender differences in antifat attitudes. Revista de Psicología Social, 28, 113-119.