¿Doctor qué es la embolia pulmonar?


Beatriz Lacruz Escalada. FEA Medicina Interna. Hospital Universitario de Navarra

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La embolia pulmonar es la manifestación más grave de la enfermedad tromboembólica venosa (ETV), una entidad que también incluye a la trombosis venosa profunda (TVP).

La embolia pulmonar está considerada la tercera causa de muerte vascular, después del infarto de miocardio y el ictus.
Se produce cuando un trombo venoso se rompe y se desengancha de la pared de la vena donde se ha formado (es entonces cuando se llama émbolo) y va a parar a las arterias pulmonares y ocluye su interior.
A consecuencia de ello la arteria pulmonar no consigue oxigenar la sangre que lleva dentro y por eso se produce insuficiencia respiratoria.

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Existen algunos factores de riesgo hereditarios y otros adquiridos. Entre los factores de riesgo hereditarios más frecuente destacar:
• Deficiencia de antitrombina.
• Deficiencia de proteina C y S.
• Mutación Factor V Leyden.
• Mutación gen de la protombina.

Entre los factores adquiridos más frecuentes destacar:
• Inmovilización.
• Edad avanzada.
• Cáncer.
• Enfermedad médica aguda.
• Cirugía mayor.
• Traumatismo.
• Embarazo y postparto.
• Anticonceptivos orales.
• Tratamiento hormonal.
• Síndrome antifosfolípido.
• Catéter venoso central.

¿Cuáles son los síntomas y signos clínicos más frecuentes?

En la mayoría de los casos los síntomas de embolia pulmonar son inespecíficos como la disnea (sensación de falta de aire), dolor torácico, el síncope, tos o hemoptisis (toser sangre de las vías respiratorias). En cuanto a los signos clínicos más habituales encontramos la taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria), taquicardia (aumento de frecuencia cardiaca), cianosis (coloración azul de la piel) o la fiebre.
Muchos casos de embolia pulmonar son secundarios a un trombo en extremidades inferiores por eso es importante tener en cuenta signos en la exploración en las piernas como son el aumento de diámetro, enrojecimiento de la piel y/o aumento de temperatura en una extremidad respecto la otra.

¿Cómo se diagnostica?

Para llegar al diagnóstico debe existir una sospecha clínica y algunas pruebas complementarias como el electrocardiograma, la radiografía de tórax y gasometría arterial nos pueden ayudar en el diagnóstico.
El Dímero D es muy útil, se determina en una analítica y nos ayuda sobretodo a excluir el diagnóstico si el resultado es negativo.
La ecografía doppler sirve para descartar TVP en extremidades inferiores como causante de la embolia pulmonar.
La prueba de imagen de confirmación de elección es la angiografía por tomografía computarizada (angio-TAC de arterias pulmonares) donde se identifican defectos de repleción en el árbol pulmonar confirmándose el diagnóstico.
La prueba diagnóstica alternativa es la gammagrafía de ventilación/perfusión que se realiza en casos de pacientes con alergia al contraste iodado o con insuficiencia renal, entre otros.

¿Cuál es el tratamiento?

El tratamiento consiste en la anticoagulación con el objetivo de prevenir la muerte precoz y la embolia pulmonar sintomática recurrente y mortal.
El tratamiento en fase aguda consiste en administrar heparina durante los 5-10 primeros días y debe solaparse con el inicio de un fármaco antagonista de la vitamina K (AVK). Como alternativa, puede ir seguida de la administración de los nuevos anticoagulantes orales (NACOs).

Habitualmente la duración estándar es de tres meses. Pero en algunos casos es necesaria una anticoagulación prolongada durante seis meses, un año o incluso indefinida para garantizar la prevención secundaria, tras valorar el riesgo de recurrencia frente al riesgo de hemorragia en cada paciente.
Es muy importante adecuar el tratamiento en cada paciente ya que el tratamiento prolongado no está exento de riesgos ni complicaciones y la suspensión del tratamiento de una forma precoz puede llevar a episodios de recurrencia de la enfermedad, de ahí la importancia de valorar cada caso individualmente.

¿Cómo será la evolución de la enfermedad?

Depende del factor de riesgo que ha producido la enfermedad, ya que es diferente el pronóstico si se trata de un factor de riesgo transitorio que de un factor de riesgo permanente o de causa desconocida.
Y por supuesto también de la situación clínica previa del paciente, la edad y comorbilidad.