Comunicando malas noticias al final de la vida. ¿Qué debemos hacer en estas situaciones?


Edurne Bidegain Garbala. FEA Medicina Interna. Hospital Universitario de Navarra. Katia Llano Ordóñez. Psicóloga clínica. Hospital Universitario de Navarra

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En el campo de la Medicina, una mala noticia es aquella que altera drástica y negativamente la perspectiva del paciente o de su familia en relación con su futuro. “El 2 de octubre de 1996 salí de mi casa siendo una persona y, cuando volví, era otra diferente”. Esta frase, que corresponde al ciclista Lance Armstrong y se refiere al día en que le dijeron que tenía un cáncer testicular con metástasis, da idea del impacto que puede producir una mala noticia.

En definitiva, una mala noticia es aquella que genera un conflicto entre las expectativas que tenía el paciente antes de recibirla y las expectativas que ésta le proporciona, es decir, son las que alteran las expectativas de futuro de la persona.
A pesar de que comunicar malas noticias forma parte inherente de las funciones médico-asistenciales y constituya un aspecto central de la práctica clínica, no solo es difícil de escuchar sino también de transmitir. Requiere desarrollar habilidades tanto de comunicación verbal como no verbal, el uso del silencio, la escucha activa y la empatía entre otros. Se debe tener en cuenta que la mayoría de los pacientes desean ser informados, conocer su situación y hablar de ella. Además, las directrices bioéticas y legales actuales (Ley 41/2002), reconocen el derecho del paciente a determinar lo que desea saber. El profesional tiene el deber de comunicárselo de una manera en que éste sea capaz de escucharlo y procesarlo. Ocultar la verdad a quien desea conocerla puede ser tan reprochable y maleficente como el forzar a una persona a oírla si no lo desea.

Recordar que nuestros objetivos en el proceso de compartir información son lo siguientes;
• Que comprendan la situación.
• Establecer relación de ayuda.
• Disminuir la ansiedad.
• Mejorar el cumplimiento.
• Evitar posturas de negación desadaptativas.

Las reacciones a una mala noticia son diferentes en cada persona, dependiendo de la edad, las obligaciones personales y familiares, la experiencia previa de enfermedad, los valores y las creencias. Por ello, se debe individualizar tanto el contenido como la forma en la que se transmite la información, adecuándola a las necesidades y los deseos de cada paciente. Se debe establecer una adecuada comunicación equipo-paciente-familia que facilite el afrontamiento de la nueva situación vital.

Como comunicar una información que puede ser negativa

1. Buscar el contexto y el entorno físico adecuados. Elegir el mejor momento en un entorno tranquilo y sin interrupciones, empleando el tiempo que sea necesario ¿Cómo se encuentra hoy? ¿Se siente hoy lo suficientemente bien para hablar un rato?

2. Conocer qué sabe y la percepción que tiene sobre su enfermedad. Se trata de ver cómo ha entendido la información previa que se le ha dado, sus expectativas y preocupaciones. ¿Cómo cree que evoluciona su enfermedad?

3. Encontrar lo que el paciente quiere saber y en qué grado. Las necesidades de información del paciente pueden cambiar en el tiempo, cada persona tiene su propio ritmo para recibir y aceptar la información, por lo que se debe preguntar qué nivel de información puede/quiere asimilar.

4. Dar la información al paciente de forma progresiva, poco a poco y dando tiempo para facilitar su procesamiento. Permitir intervenciones del paciente e ir contestando a todas sus preguntas. Evitar jerga médica, dar información veraz sin fomentar la desesperanza.

5. Aceptar y facilitar las expresiones emocionales. Identificar y reconocer las reacciones de los pacientes. Aceptar las manifestaciones emocionales y no impedir su expresión. Acompañar en la difícil situación mediante el respeto, la empatía, la escucha y los silencios.

6. Planificación y seguimiento del paciente. Consensuar con el paciente un plan de trabajo, resolver dudas y realizar un resumen final de la situación. Mantener una actitud positiva sin falsas esperanzas.
Después de todo este proceso, se debe ofrecer al paciente la posibilidad de preguntarnos en cualquier otro momento. Dejar clara nuestra disposición para la ayuda y estar atentos a los problemas o preocupaciones y movilizar todas las fuentes de apoyo familiar y social que sean necesarias en cada momento.

En resumen, dar malas noticias no es descargar en el paciente la información; es un proceso que busca que sea consciente, de la manera más precisa posible y de acuerdo a sus deseos, de la situación en la que se encuentra para que pueda tomar decisiones acordes a sus valores.