Los tendones flexores circulan en contacto con los huesos de los dedos y para que puedan desempeñar su función correctamente necesitan la existencia de unas poleas que mantengan este contacto.
En ocasiones una vaina que recubre los tendones se inflama por fricción con la polea impidiendo su paso normal. Existen 8 poleas en cada dedo, en este caso la polea afectada es la A1. Esta patología es más frecuente en mujeres y se relaciona con patologías sistémicas como la artritis reumatoide, diabetes mellitus y gota. Los dedos más afectaos son el pulgar y el índice.
¿Cómo se presenta?
El dolor suele ser el primer síntoma en aparecer. El paciente notará dolor en la base del dedo afectado y podrá palparse un bulto en la zona del dolor que corresponderá con el engrosamiento del tendón previo al pase por la polea.
En fases precoces el paciente notará dolor y sensación de engatillamiento del tendón a su paso por la polea, que puede ser vencido de forma activa por el mismo dedo o con ayuda de la otra mano. En fases más avanzadas el engatillamiento puede no ser reversible ayudándose con la otra mano y no es posible conseguir una extensión completa.
¿Cómo se diagnostica?
La historia clínica y la exploración física en consulta suelen ser suficientes para detectar esta patología. El dolor en la zona descrita, la palpación de un bulto y el engatillamiento suelen ser suficientes para el diagnóstico. Por lo general no son necesarias pruebas complementarias.
¿Cómo se trata?
De entrada, si la clínica es incipiente puede bastar con reposo y antiinflamatorios por vía oral.
Si por el contario la clínica se mantiene a pesar de estas medidas se puede intentar solucionar el problema con infiltraciones de corticoides en la vaina del tendón afectado. Hasta un 70% de pacientes mejoran con 1 ó 2 infiltraciones.
Si las infiltraciones no son efectivas es necesario plantear la apertura de la polea en quirófano con una incisión de pequeño tamaño consiguiendo la liberación del tendón a su paso por la polea. Este tipo de cirugía frecuentemente es de carácter ambulatorio. La cirugía acaba siendo el tratamiento definitivo en pacientes con una larga evolución o con diabetes mellitus.
La mayor parte de los pacientes puede flexionar y extender con libertad el dedo tras la cirugía y la recuperación total suele demorarse unas pocas semanas más.