Ejercicio físico durante la gestación


Ana María Gómez Abero. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. Complejo Hospitalario de Navarra. Mónica Machicado Sotoca. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. Centro de Salud Puerta Madrid. Désirée Díaz-Jiménez. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. H. U. Virgen del Rocío. Sevilla

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El mantenimiento de un estilo de vida saludable implica la realización de actividad física. Su práctica durante el embarazo ha demostrado tener numerosos beneficios tanto para la madre como para el recién nacido. A pesar de esto, algunos estudios constatan una disminución de la actividad física en las gestantes debido entre otras causas a las dudas, tanto de mujeres como de profesionales sanitarios, en cuanto al tipo de ejercicio, frecuencia e intensidad. También a factores intrapersonales (falta de tiempo, energía e interés), que fueron las barreras percibidas con mayor frecuencia.

Existe una fuerte evidencia científica que descarta todas aquellas prácticas que supongan una hiperlaxitud articular, posición estática durante largos periodos de tiempo, cambios bruscos de posición y realización de maniobras de valsalva.
El ejercicio será de una intensidad moderada y para ello la frecuencia cardiaca será una vía de monitorización del mismo, recomendando
no superar los 140 latidos por minuto ni temperaturas superiores a 39ºC (causante de malformaciones del sistema nervioso, principalmente durante el primer trimestre).
Otras medidas de la intensidad pueden ser el “talk test” o la “Escala de Borg”. Este último valora el esfuerzo subjetivo percibido por la mujer de cero a diez.
El ACOG (American College of Obstetricians and Gynecologist) respalda una actividad mínima para la población sana de 30 minutos de actividad física de intensidad moderada, 5 días a la semana. Recomendando de forma general la práctica de gimnasia aeróbica, natación y caminar, que deberán cesar ante la presencia de dificultad respiratoria, cefalea, mareo, rotura de bolsa o sangrado, entre otros.

Ejercicio para mitigar los cambios físicos

La práctica de ejercicio durante el embarazo es una herramienta para mitigar los cambios que produce el embarazo en el cuerpo de la mujer, reduciendo las tasas de lumbalgia, dolor pélvico, trombosis venosa o disnea. Los ejercicios aeróbicos en el agua no afectan negativamente a las articulaciones, reducen el edema, la presión arterial y el dolor de espalda.
Gracias al ejercicio se han observado mejores respuestas metabólicas y cardiovasculares, otorgando un efecto preventivo en la aparición de ganancia de peso excesivo materno, preeclampsia o diabetes gestacional. Las crecientes tasas de diabetes mellitus durante el embarazo, así como las complicaciones asociadas a la misma, han dado lugar a un gran número de estudios acerca de los factores de riesgo potencialmente modificables. Diversas investigaciones coinciden en que la dieta mediterránea, así como la práctica rutinaria de ejercicio anterior al embarazo o durante el mismo, se asocian con una menor probabilidad de diabetes gestacional.
Entre las mujeres con alto riesgo de depresión prenatal, la actividad física disminuyó la asociación con síntomas depresivos elevados en el embarazo medio y tardío, incluso algunos estudios lo relacionan con una disminución de la incidencia de depresión posparto.

Aumento de endorfinas en sangre

Otras investigaciones abogan por el alivio del dolor durante el trabajo del parto gracias al mayor nivel de endorfinas en sangre, proporcionado por la práctica de ejercicio moderado durante la gestación. Las endorfinas son consideradas una analgésico natural que crea una sensación de bienestar.
Concerniente al parto se ha relacionado, además, una reducción en el tiempo empleado en las distintas etapas del parto, así como una menor tasa de cesáreas.
En esta línea, otros autores apoyaron una mayor probabilidad de parto vaginal tras una cesárea anterior en mujeres que mantenían una actividad física activa de más de 150 minutos por semana. Sin embargo, el aumento del peso durante el embarazo, mayor edad materna, la inducción del trabajo de parto o el peso fetal prenatal estimado mayor de 3.500 g. fueron factores asociados con una menor probabilidad de parto vaginal tras cesárea anterior.
Seguir corriendo durante el embarazo no parece afectar a la edad gestacional o el percentil del peso al nacer, independientemente de la distancia semanal media recorrida o la etapa del embarazo en que se realice, según un estudio realizado en 2017. Al igual que en los resultados satisfactorios obtenidos en estudios anteriormente expuestos, las tasas de parto vaginal fueron mayores en mujeres que corrieron. La relación que se estableció fue un aumento del tono muscular del suelo pélvico.

Beneficios maternos y fetales

El ejercicio en el embarazo no solo aporta beneficios maternos si no que se incluyen además otros fetales, expuestos por Borrego M: disminución de la masa grasa, mejora de la tolerancia al estrés y la maduración neuroconductual avanzada, reducción del riesgo de defectos del tubo neural entre ciertos subgrupos de mujeres o un aumento del tiempo de amamantamiento. También puede prevenir de enfermedades cardiovasculares y de diabetes.
Los recién nacidos de mujeres con un IMC (Índice de Masa Corporal) de obesidad se han relacionado con una función cardíaca reducida y un tabique interventricular más grueso, en comparación con los recién nacidos de mujeres de peso normal. En esta investigación, los autores no pudieron demostrar que el entrenamiento físico tuviera un efecto significativo. Esto pudo deberse a un bajo número de sujetos de estudio y una baja adherencia al protocolo de ejercicio realizado.
Por otro lado, un estilo de vida saludable en las madres durante la infancia y la adolescencia de sus hijos se asocia con una reducción importante del riesgo de obesidad en los niños. El autor, además, pone de manifiesto que estos hallazgos encontrados resaltan los beneficios potenciales que supondría una intervención de carácter multifactorial dirigida a la familia o a los padres, con el objetivo de aminorar el riesgo presente de obesidad infantil en nuestra población.
Si bien es cierto que el embarazo conlleva implicaciones éticas que suponen una restricción del tipo de estudios realizados, otras líneas de investigación en animales revelan resultados de relevancia científica.
La exposición materna a anestésicos generales puede ser en algunos casos necesaria y conlleva una serie de riesgos neurocognitivos de importancia. A pesar de ello no hay aún ningún método para mitigar los efectos perjudiciales. Ésta fue la premisa que los autores tuvieron para estudiar si existía una mejoría en la cognición de los descendientes expuestos a uno de los anestésicos generales (servofluorano), el cual desencadenaba alteraciones cognitivas a largo plazo en las crías de rata estudiadas de madres que realizaban ejercicio físico durante la gestación.
Por tanto, debe ser un objetivo para los profesionales encargados del seguimiento del embarazo y posparto de la mujer, la promoción de los beneficios e importancia de la realización de ejercicio durante esta etapa.
Para ello, se evaluará de forma periódica en los distintos controles realizados durante la gestación, por medio de cuestionarios como el “Cuestionario de Actividad Física del Embarazo” (PPAQ). Es una herramienta específicamente diseñada para la evaluación de los niveles de actividad física entre las mujeres embarazadas. Estudios encargados de su validación afirman que es un cuestionario breve y fácil de interpretar, con una gran fiabilidad y capacidad para clasificar a las mujeres respecto a su actividad física. Así mismo se fomentará incluyéndolo como parte fundamental en las clases de preparación al parto.