El cuidado como respuesta a la necesidad


Don José Ignacio Martín . Responsable del Servicio Religioso del Complejo Hospitalario de Navarra y Delegado Pastoral de la Salud

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Con motivo de la celebración del II Seminario de Humanización y Pastoral de la Salud: “El cuidado como respuesta a la necesidad”, estamos publicando en ZONA HOSPITALARIA, las entrevistas realizadas por D. José Ignacio Martín (Responsable del Servicio Religioso de los Hospitales y Delegado Pastoral de la Salud) a los doctores Juan Pedro Arbizu (Psicólogo clínico y Psicooncólogo del Hospital de Navarra) <publicada en ZONA HOSPITALARIA Nº24>, Dra. Juana Mª Caballín (Médico Gerontólogo del Hospital San Juan de Dios) <publicada en ZONA HOSPITALARIA Nº25> y el Dr. Jesús Mª Viguria (Fue el Fundador y Jefe Clínico de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios) <publicada enZONA HOSPITALARIA Nº26>. En este número le toca a Don José Ignacio Martín para tratar el tema de la dimensión espiritual en el contexto de la salud.

¿Cómo definirías dentro de los cuidados, la Asistencia integral en la enfermedad y en la ancianidad ?

Con verdad y humildad, es importante que partamos de esta realidad: Nuestro mundo científico y tecnológico, de forma individual, no da la respuesta global de satisfacción que el ser humano requiere y necesita.

¿Qué ocurre cuando aparece una enfermedad grave o terminal o una discapacidad física y/o mental por la enfermedad o por los años?

Puede ocurrir que la mayoría de las veces las emociones se alteran y la capacidad de pensar se distorsiona. Las relaciones interpersonales se lesionan. Con frecuencia, las experiencias negativas se convierten en concretas somatizaciones con cierta virulencia en nuestro organismo.

Por eso, hay que afirmar en contra de corrientes cristianas doloristas, que la enfermedad no es un bien a invocar, sino un mal a superar.

Para fundamentar una asistencia integral al enfermo y anciano, ¿podrías describir sus objetivos y contenidos?

Desde mi experiencia con los enfermos la asistencia integral se tendría que apoyar en cuatro puntos:

1. Explorar las distintas dimensiones de la persona y ver cómo estas dimensiones, inciden sobre la enfermedad, los sentimientos de culpa, la soledad, la agonía y la muerte.

2. Dedetectar las Necesidades Espirituales que presenta el enfermo y seres queridos.

3. Proponer un plan de cuidados desde el equipo interdisciplinar.

4. Importante reconocer y responder al estrés (fatiga), distrés (estrés con consecuencias negativas) y al eustrés (estrés con consecuencias positivas.

Si Confrontamos al enfermo de ayer y de hoy, en aproximadamente 50-60 años de historia, ¿qué connotaciones destacarías?

Ayer, enfermedades como la polio y la tuberculosis… disminuían la media de vida y aumentaban las enfermedades físicas. Hoy, estas enfermedades prácticamente han sido erradicadas, subiendo la media de vida pero al mismo tiempo aumentando las enfermedades de origen psicosomático.

Ayer, las personas vivían más gregarias y la ancianidad y enfermedad se vivía en casa. Hoy, la enfermedad se vive en los Hospitales y la ancianidad en las Residencias.

Ayer, las familias eran más sólidas; los Hospitales eran pequeños pero se gestionaban con criterios humanos; en casa se vivía del nacimiento a la muerte; el médico de cabecera conocía tanto al enfermo como a la familia. Pienso que se trabajaba con menos técnica pero con más Escucha y Empatía. Se hacía desde una tendencia humanizadora. Hoy, el entramado social es más complicado, las familias son más frágiles y vulnerables, nos rodean grandes Hospitales gestionados con criterios economicistas y más fríos; el nacimiento y la muerte se viven en el Hospital donde puede que haya grandes equipos multidisciplinares en ocasiones despersonalizados donde no se conoce ni al enfermo ni a la familia, quedando el enfermo relegado a una patología, a un número de historia o a un número de cama. Hay que reconocer que se trabaja con mucha más técnica y ciencia pero quizá con menos Empatía y Escucha que en ocasiones desemboca en una asistencia poco humanizadora.

Pienso que esta tendencia deshumanizadora ha provocado que aparecieran medicinas alternativas, es decir, grupos de ayuda por patologías; acompañamientos personalizados, que han despertado recursos internos y externos. Añadir la potenciación desde 1.960 de la Psicología Transpersonal (Búsqueda de Sentido, Trascendencia, Espiritualidad…) denominada la cuarta fuerza. Todo este cambio de alguna manera también está provocando que pasemos de una solidaridad familiar (ayer) a una solidaridad comunitaria (hoy).

Según lo apuntado anteriormente, ¿qué reto sugieres para ir trabajando e introduciendo esos criterios en los cuidados de los enfermos y ancianos?

Partimos de esta afirmación: La ancianidad y la enfermedad, no crea inválidos existenciales, por tanto, estamos llamados a ayudar siempre a los enfermos, ancianos y sus familias desde una atención integral –Tetradimensional- y de calidad. Pero para llevar esto a cavo, necesitamos disponer de unos instrumentos eficaces y lo debemos hacer, respetando tanto la integridad como la dignidad de la persona. Desde Hospitales y Residencias, tenemos que intentar acompañar a nuestros ancianos, enfermos y sus familias y lo tenemos que hacer, desde una acción interdisciplinar ofreciendo un acompañamiento y una terapia que facilite su salud integral y de calidad, importante hacer incapié que para garantizar una asistencia digna y de calidad, no sólo basta la buena voluntad, sino que hace falta formación.

Nos hablas de una asistencia integral, pero ¿qué es o en qué consiste la Tetradimensionalidad de la persona?

El ser humano es un todo integral, somos un todo tetradimensional, esto significa que al ser humano hay que contemplarlo, tratarlo y cuidarlo desde cuatro dimensiones básicas: (Biológica- Psicológica- Sociológica y Espiritual) ya que todas estas dimensiones entretejen nuestro ser. Por eso tenemos que atender y cuidar a los enfermos y ancianos como una Unidad Pluridimensional, de manera integral y con calidad.

Según lo mencionado, en las estructuras y planificaciones sanitarias ¿Cuenta la parte o el todo de la persona?

Tengo la impresión, de que a veces, tendemos a centramos con exclusividad en la dimensión biológica o fisiológica, y con frecuencia olvidamos el “todo” de la persona y esto hace que aunque obtengamos a primera vista eficacia, los resultados no sean los esperados. Hay que buscar el todo de manera integral.

Mencionas que las cuatro dimensiones inciden en nuestro estado de salud integral y calidad de vida ¿Cómo definirías cada una de éstas dimensiones?

a.- La Dimensión Biológica / Fisiológica, tiene como misión regular las leyes de la vida. Se compone de necesidades básicas, donde prima lo corporal. En nuestra cultura, predomina el mito de mantener un cuerpo sano y joven y con esta mentalidad, es difícil convivir con un cuerpo enfermo o simplemente que envejece, porque es caduco. Por eso, muchas personas cuando envejecen o enferman vemos que entran en una crisis existencial y se preguntan o nos preguntamos ¿Es que ya se acabó todo? ¿Qué es lo que no funciona? ¿Es posible que sea caduco?

b.- La Dimensión Psicológica, esta dimensión se encarga de regular los pensamientos, los sentimientos, las emociones, también los mecanismos de defensa y los mecanismos de evasión. La ancianidad y la enfermedad pueden desestabilizar nuestra dimensión intelectiva, por tanto, necesitamos ayudar a nuestros enfermos y mayores a que drenen y canalicen adecuadamente, sus preocupaciones, sus dudas y sufrimientos, como parte del dolor total provocado por la enfermedad o cuando se les comunica un diagnóstico no deseado o por la suma de años, pero esto es importante hacerlo respetando siempre su ritmo de integración y crecimiento personal, implicándole personalmente en su proceso. También la enfermedad y la ancianidad puede desestabilizar nuestra dimensión emotiva, es decir, nuestra capacidad de sentir y de expresar los sentimientos ya que éstos se resienten, en esta situación puede aparecer la desesperación y el desasosiego creándonos confusión haciendo tambalear nuestro proyecto de vida.

c.- La Dimensión Sociológica, Es la encargada de regular nuestras relaciones interpersonales. Cuando se presenta la enfermedad o uno se hace mayor, con frecuencia se pone en crisis nuestras relaciones personales que casi siempre afectan a nuestro proyecto de vida desajustando tanto los compromisos familiares como profesionales, y esta situación nos obliga a mirar a nuestro interior y muchas veces a preguntarnos con verdad ¿Y ahora qué?

d.- La Dimensión Espiritual, regula el Sentido de nuestra Vida (creencias, espiritualidad, valores y convicciones,). Victor Frankl, psiquiatra y neurólogo, en su famoso libro: “El hombre en busca de sentido”, manifiesta parafraseando a Nietzsche: “El que tiene un por qué vivir, encuentra el cómo” [puede resistir casi cualquier cómo incluida la enfermedad y la vejez]. Es importante que ayudemos, a que nuestros enfermos y mayores recuperen paulatinamente sus tareas y compromisos, siempre adaptados a sus limitaciones. Así muchos de ellos encontrarán su cómo.

En lo más íntimo de cada ser humano -creyente o no- hay un profundo y misterioso anhelo de relacionarnos con la Trascendencia – llámese como se le llame- -Los cristianos lo llamamos Dios- y también de comprender nuestra presencia en el mundo y en los acontecimientos de la vida como TAREA.

En la enfermedad o en la ancianidad, existe el riesgo de que una persona creyente puede salir herida en su experiencia de Fe. Incluso puede, sentar a Dios en el Banquillo de los Acusados y preguntarle ¿Y Tú eres el Señor del Bien y de la Vida? Cada uno de nosotros, recorremos itinerarios de búsqueda de sentido de manera personal y con recursos diferentes como: buscando afecto; repasando nuesta biografía; cerrando temas que no hemos concluido; en ocasiones nos abandonamos a la providencia; si somos creyentes obteniendo fuerza en los Sacramentos; otros lo hacen desde el silencio, otros desde la protesta… La meta es que todos en situaciones de debilidad (ancianidad- enfermedad), puedan llegar a su ritmo y de manera gradual a una aceptación e integración de sus pérdidas donde se incluye la pérdida principal que es la vida biológica.

Dentro de este novedoso plan de Atenciones y Cuidados ¿Cuál sería la tarea del Sacerdote o Agente de Pastoral en los Hospitales y Residencias de Ancianos?

El objetivo principal, será el de respetar el entramado laberinto de salidas, que se le presentan a estas personas en la enfermedad o ancianidad, pero con la actitud de no juzgar ni dar consejos morales a nadie ayudando y deseando que cada Enfermo o Anciano encuentre su salida. Nuestra tarea, por tanto, será la de ofrecerle pistas, despertarle sus recursos tanto internos como externos, hasta que encuentre su propia expresión o salida a la dura experiencia de pasar por el “Dolor o la Soledad Total” Para llegar a esto, los Equipos de Pastoral tenemos que trabajar con rigor, incluyendo la Historia de Pastoral en la Historia de Cuidados, haciendo Protocolos de actuación que nos facilite el Diagnóstico Pastoral para detectar las Necesidades Espirituales o Religiosas e instaurar la terapia o el Tratamiento Pastoral. Todo este proceso tiene que estar contemplado e incluido en el Equipo Interdisciplinar que atiende al enfermo o anciano.

A modo de conclusión, ¿que aconsejarías a los profesionales de la Salud?

Fundamentalmente les aconsejo que procuren ayudar al enfermo y al anciano a que caminen hacia la aceptación e integración de su situación real y concreta que está viviendo en ese momento. Para conseguir este objetivo, necesitamos estar atentos ante los vaivenes que provoca una enfermedad o la suma del número de años. Para ello, necesitamos aprender a paliar en todos los sentidos y dimensiones la realidad de estos procesos.

Por último, les recomiendo que acojan las preocupaciones de su mente y las necesidades afectivas de su corazón. Valoremos sus responsabilidades sociales e interrelacionales. Despertemos sus recursos espirituales y religiosos. Acompañemos al enfermo o al anciano en su totalidad. Tenemos que ayudarles a que se despidan de este mundo con paz y serenidad reconciliándose con ellos mismos y con el entorno que les ha tocado vivir, pidiendo perdón, perdonándose a sí mismo y agradeciendo.

Para Atender y Cuidar las necesidades primero hay que detectarlas. ¿Nos podrías mencionar cuales serían las principales Necesidades Espirituales que se presentan en el Enfermo y Anciano?

Nombro las más importantes:

Necesidad de ser reconocido como persona.

Necesidad de volver a leer la vida, necesidad de buscar sentido a la vida y al acontecimiento que se está viviendo; de liberarnos de viejos sentimientos de culpa; de reconciliarnos: consigo mismo, con los demás y para los creyentes con Dios. Necesidad de establecer la vida más allá de sí mismo. Necesidad de orden espacio – temporal; de Verdad; de libertad; de arraigo; de soledad – silencio, necesidad de finalizar temas inconclusos, necesidad de gratitud, de abrirnos a la Trascendencia, de conectar con el tiempo (pasado, futuro, presente), de expresar religiosamente las Necesidades Espirituales…

Es necesario subrayar, que la dimensión espiritual y la dimensión religiosa, aunque estén íntimamente relacionadas y sean incluyentes, no tienen que ser necesariamente coincidentes entre sí.

La Dimensión Espiritual pertenece al dominio interior del ser humano, es decir, pertenece a su conciencia y a la percepción de cómo se ve en este mundo. Se percibe como vinculado al significado, al proyecto de vida personal, al sentido último de las cosas.

Y esta dimensión espiritual, también se asocia a la necesidad de perdón, de reconciliación y afirmación de los valores.

Y en esta dimensión espiritual que todas las personas tenemos se conjugan tres elementos:

1.- Los valores que dan sentido y razón a la vida.

2.- Los ideales que mantienen viva la motivación para elegir con libertad las metas y el sentido último de las cosas.

3.- Las opciones fundamentales como pueden ser: matrimonio o vida en pareja-paternidad, maternidad, etc.

Las Necesidades Religiosas, comprenderían la vivencia de la persona, es decir, de sus relaciones con Dios muchas veces dentro de Grupos religiosos que sintonizan y practican modos concretos de expresar la fe y de relacionarse con Dios.