Los ancianos serán en los próximos años un colectivo cada vez más numeroso, a ello han contribuido las nuevas formas de vida, las nuevas pautas de alimentación e higiene, los progresos sociales y los avances científicos.
El envejecimiento de la población es un hecho de gran trascendencia social que suscita la atención a nivel político, económico, sociológico y sanitario, por las enormes consecuencias que comienzan a notarse y que se acentuarán en los próximos años.
La gran heterogeneidad demográfica de la población mundial permite describir diferentes escenarios de envejecimiento, en el modelo europeo, la caída de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida por el descenso de la mortalidad dan lugar al futuro del envejecimiento del planeta. En España, en 1996, el 15.6 % de la población era mayor de 65 años, siendo la novena población más envejecida del mundo, esperándose que encabece la lista para el año 2050.
La consecución progresiva de logros sociales en cuanto a mejora de nutrición, condiciones de habitabilidad de las viviendas, medidas de higiene y salud pública, así como la implantación en la mitad del siglo XX de los sistemas de protección y seguridad social, además de la mejora de la investigación biomédica (inmunoprofilaxis y antibioterapia), serán los responsables del fenómeno del envejecimiento poblacional.
La mayor longevidad de una población es causa y consecuencia de los cambios en los patrones de la enfermedad. La enfermedad infecciosa, la más prevalente de forma tradicional en la historia de la humanidad es reemplazada por la enfermedad edad dependiente, de curso crónico y frecuentemente incapacitante. Este cambio debe condicionar un giro radical del panorama médico-asistencial en la población donde se produce. Las personas mayores presentan problemas de salud diferente de las de los jóvenes.
¿Cómo vivir la longevidad?
La duración de la vida está alterando el equilibrio entre los años vividos por un individuo con ganancias económicas netas, y el período en que solamente consume alargado por el mayor número de años vividos, donde se intensifican los gastos para cubrir las necesidades asistenciales nuevas e intensas. La mayor longevidad tendrá consecuencias sobre los tipos de enfermedades y los gastos derivados de ella, así como las dependencias que muchas de ellas generarán. La longevidad conseguida obliga a reconsiderar los períodos de la vida, y ver que la vejez es ahora importante estadísticamente hablando, pues a una persona de 65 años aún le queda un 22% de su vida por vivir, y cada vez es más importante cómo van a vivirse, tanto desde el punto de vista social como de salud.
En España la implantación de un sistema público de servicios sociales es bastante reciente. En la Constitución Española de 1978, en su artículo 50 se sitúa el punto de partida del desarrollo de políticas de atención a las personas mayores, por el que los poderes públicos deben garantizar la suficiencia económica durante la tercera edad y promover su bienestar mediante un sistema de servicios sociales. A partir de este marco constitucional, las 17 Comunidades Autónomas desarrollan sus respectivas leyes de servicios sociales. En la década de los ochenta y primeros de los noventa se consolidan estos servicios. Se ha producido un incremento de los recursos sociales más tradicionales (hogares y club de jubilados), se han implantado los servicios de atención domiciliaria y se han ido abriendo servicios innovadores (teleasistencia, centros de día, pisos tutelados, estancias temporales, etc). Cabe destacar que se ha producido un giro en la filosofía de prestaciones sociales. Si bien a principios de los ochenta los objetivos de las políticas sociales para los ancianos eran construir centros residenciales para válidos, con problemas socioeconómicos, en la actualidad prima la incapacidad funcional o cognitiva que imposibilita seguir viviendo en su medio habitual con un nivel mínimo de bienestar y/o seguridad. Las actuales transformaciones sociales de los países occidentales, sobre todo en el cambio de rol de las mujeres con su incorporación al mundo laboral, originan la necesidad de buscar soluciones a problemas familiares (entre ellos el cuidado de los ancianos) que siempre asumía la mujer al estar en el domicilio todo el día.
A pesar del enorme esfuerzo realizado en los últimos años por mejorar los problemas de atención a los ancianos dependientes, hoy por hoy, los recursos son insuficientes ante las demandas existentes, y siguen siendo las familias, y más concretamente las mujeres, las que asumen los cuidados de los ancianos, debiendo los poderes públicos plantearse medidas de apoyo a estas familias.
AUTORES
Miguel Sánchez Ortiz y Carmen Oquendo Marmaneu. MIR Geriatría Hospital San José, Teruel
Leticia Ibarra Reyes. MIR Medicina Interna Hospital Obispo Polanco, Teruel.
Marta González Eizaguirre. FEA Geriatría Hospital San José, Teruel.
Ana Mateo Abab y Elisa García Simón. EIR Geriatría Hospital San José. Teruel