El pan es un valor seguro


Laura Garde Etayo

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Viajar es enriquecedor desde todos los puntos vista. Observar los valores, la cultura, las tradiciones y la gastronomía de las gentes de otros lugares nos proporciona una identidad. Si hay algo a lo que no me resisto cuando visito cualquier pueblo o ciudad, es a entrar en las panaderías con el único fin de curiosear. Después de observar e interesarme por las distintas variedades de pan, su origen y sus ingredientes, es el momento de escoger los que me resultan más apetitosos y atractivos. Finalmente, siempre termino sorprendiéndome de cómo un alimento tan simple en lo que se refiere a sus componentes, puede llegar a ser tan diferente en sus infinitas variedades.

El Pan en la tradición, la cultura y la ciencia

Comer con pan es un hábito que forma parte de nuestra cultura gastronómica, siglos de historia lo atestiguan. Es una costumbre que adquirimos en la infancia y que perdura a lo largo de la vida. El hábito de comer pan es saludable porque está avalado por la tradición. Hoy en día, este hecho es certificable a través de los estudios que se realizan desde distintas disciplinas científicas como la nutrición, la bromatología o ciencia de los alimentos, la dietética o la epidemiología.
El análisis nutritivo y bromatológico del pan lo clasifica como un alimento rico en hidratos de carbono complejos, lo que le convierte en excelente fuente de energía a medio y largo plazo. También, su consumo nos aporta proteínas de origen vegetal exentas de grasa, algunas vitaminas de grupo B (vitamina B1, B6 y niacina), minerales y fibra, todos ellos en un contenido dependiente, fundamentalmente, del tipo de cereal del que proceda la harina empleada en su elaboración.
Desde el punto de vista dietético, el pan es ideal para tomarlo en las primeras horas del día, cuando se despliega la mayor parte del rendimiento intelectual o físico. Por supuesto, es clave como tentempié cuando transcurren más de cinco horas de espacio entre las comidas principales. También, es necesario utilizarlo como parte de la dieta de recuperación de un deportista tras la realización de una sesión de entrenamiento.
Los estudios epidemiológicos permiten enfocar el tema desde otra perspectiva ya que son capaces de relacionar hábitos alimentarios con prevalencia de enfermedades. En esta línea de investigación, encontramos publicaciones científicas basadas en el estudio y análisis de datos recopilados para el Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra). En algunas de estas publicaciones, se indica la asociación positiva entre el consumo de pan y otros alimentos típicos de la dieta Mediterránea como el pescado azul, el aceite de oliva y las legumbres, y una mejor calidad de vida cardiovascular. Dicho de otro modo: el pan es un alimento saludable en sí mismo, pero podemos conseguir un mayor beneficio de su consumo cuando la calidad nutricional de los alimentos que lo acompañan conforman un conjunto equilibrado y complementario.

Educación y diversidad funcional

La vida moderna está basada en el rendimiento y la velocidad. No tenemos tiempo para casi nada y mucho menos para cocinar. Los profesionales que nos dedicamos al consejo alimentario vemos como peligran los valores culturales relacionados con la alimentación porque en muchas ocasiones, resulta más fácil y cómodo rendirse a los encantos del fast-food o del “calentar y listo”. Una de nuestras funciones como dietistas-nutricionistas es enseñar a comer, lo que conocemos como educación alimentaria.
A comer también se aprende de modo racional e inteligente. Es importante saber que un bocadillo de jamón es más nutritivo, menos calórico y más saciante que un garrote de chocolate. Hay mucha información disponible pero a menudo poco fiable y que ocasiona confusión en la población.
Cada persona debe adaptar la alimentación en cantidad y calidad, a su ritmo y estilo de vida, de acuerdo a sus características, capacidades, habilidades y actividad física. Para las personas con diversidad funcional es igualmente importante adecuar la alimentación a sus necesidades concretas. Una dosis ajustada de nutrientes es garantía de calidad de vida, y es especialmente valorado por aquellas personas que viven el día a día con dificultades añadidas. Una persona que goza de una buena salud alimentaria es más capaz de superar obstáculos.
El pan sigue siendo motivo de satisfacción y equilibrio alimentario sea cual sea nuestra condición, por lo que debe estar presente en todo plan dietético diario. Sólo así se consigue un conjunto de bienestar y armonía.