Enfermedad de Parkinson: prevención y tratamiento precoz


Dra. Itziar Gastón Zubimendi. Neuróloga. Servicio de Neurología B. Complejo Hospitalario de Navarra.

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La EP es una enfermedad neurodegenerativa que cursa con lentitud y torpeza de movimientos, temblor y alteraciones de la marcha. Se desconoce la causa de la enfermedad y actualmente no existe tratamiento curativo o preventivo. Sin embargo existen diferentes tipos de tratamientos farmacológicos que intentan restablecer la pérdida de dopamina cerebral o simular el efecto de ésta, con un resultado óptimo y mantenido en fases precoces de la EP.

La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad de origen neurodegenerativo que se manifiesta principalmente por lentitud y torpeza de movimientos, rigidez, temblor en extremidades y dificultades en la marcha y el equilibrio de evolución lentamente progresiva. Se desconoce la causa primera que provoca la EP y parece que influyen tanto factores intrínsecos (predisposición de algunas personas condicionada por su información genética) como extrínsecos (exposición a tóxicos y factores ambientales).

¿Es posible prevenir la enfermedad de Parkinson?

Debido al desconocimiento de la causa de la enfermedad, actualmente no hay forma de prevenir la aparición de la EP. Algunos estudios recientes han puesto de manifiesto que aquellas personas que consumen tabaco y/o café tienen menor riesgo de padecer EP. De estos datos no puede concluirse que el tabaco o el alcohol prevengan totalmente la aparición de la enfermedad y en ningún caso, el riesgo de desarrollar enfermedades más graves del aparato cardiovascular y respiratorio o de cáncer en diferentes órganos (pulmón, esófago, laringe, vejiga, riñón, hígado…) relacionadas con el consumo de estos productos justificaría su uso como prevención de la EP.

A nivel experimental, algunas sustancias han demostrado que pueden proteger de la muerte a algunos de los grupos neuronales afectados en la EP, sin embargo hasta la actualidad ningún fármaco ha podido reproducir este efecto neuroprotector en pacientes. Tampoco los ensayos con células madre por el momento han conseguido efecto curativo, regenerador ni sustitutivo mantenido pero sigue constituyendo una línea de investigación muy activa.

No obstante, a pesar de carecer de un tratamiento preventivo, una vez han comenzado los primeros síntomas y se ha confirmado el diagnóstico de EP, existen medidas que pueden favorecer una mejor situación global del paciente y mejor evolución. Estas medidas se basan en una atención integral del paciente que incluya, tanto tratamiento farmacológico de los síntomas previamente indicados u otros síntomas no motores como alteraciones en el estado de ánimo, alteraciones del sueño, etc…como tratamiento no farmacológico: ejercicio físico, alimentación adecuada, fisioterapia, logopedia, que permitan mantener la mayor independencia posible del paciente.

Tratamiento precoz en la enfermedad de Parkinson

Los síntomas motores cardinales de la EP se producen a consecuencia de la muerte de unas neuronas situadas en una zona del cerebro denominada Sustancia Negra que sintetizan y liberan dopamina. El tratamiento farmacológico de la enfermedad intenta restablecer a través de medicamentos esa pérdida de dopamina y para ello podremos utilizar diferentes tipos de fármacos.

La l-dopa es el fármaco más antiguo de todos y también el más potente. Se administra en forma de comprimidos por vía oral y tras pasar a la sangre y de aquí al sistema nervioso se transforma en dopamina.

Otro tipo de fármacos son los conocidos como agonistas dopaminérgicos; se trata de productos químicamente similares a la dopamina y que actúan en el mismo lugar donde ésta debería unirse produciendo un efecto similar sobre las neuronas. Aunque son algo menos potentes que la l-dopa, en épocas tempranas de la enfermedad pueden aportar una mejoría satisfactoria de la sintomatología como tratamiento en solitario durante años. Se han conseguido importantes avances en los últimos años en este aspecto. Por un lado se ha comercializado un fármaco que puede administrarse con un parche aplicado sobre la piel, sin necesidad de tomar comprimidos. Por otro lado, se han conseguido en los tratamientos por vía oral formulaciones que permiten una única toma al día frente a las 3 o 4 tomas que eran necesarias

Otro grupo de fármacos actúa impidiendo o retrasando la acción de determinadas sustancias (enzimas) que se encargan de degradar la dopamina; al inhibir esta acción el cerebro dispone de mayores cantidades de dopamina y durante más tiempo.

En el caso de síntomas no motores disponemos de numerosos tratamientos farmacológicos y no farmacológicos efectivos en los síntomas depresivos, en el insomnio y otras alteraciones del sueño, en el estreñimiento… que pueden estar presentes en la EP en fases muy precoces, incluso antes de comenzar con la clínica motora.

¿Cuándo y cómo empezar el tratamiento en la enfermedad de Parkinson?

Ante el reconocimiento de síntomas como los descritos anteriormente, que en algunos casos serán detectados por personas del entorno y no por la persona afectada, el paciente debería acudir a su Médico de Cabecera. Primero será necesario descartar otras causas diferentes a la EP que pueden simularla. Así por ejemplo, existe una larga lista de medicamentos que en algunos casos pueden provocar síntomas similares a los de la EP y que desaparecerán si se suspende dicho tratamiento.

Si se mantiene la sospecha de EP deberá ser remitido a un especialista en Neurología y habrá que tomar varias decisiones de cuándo y cómo iniciar el tratamiento.

Estudios recientes han puesto de manifiesto que el inicio temprano del tratamiento procura a los pacientes una mejor situación motora con el paso de los años que aquellos pacientes que iniciaron el tratamiento más tardíamente. Sin embargo, a la hora de decidir el momento del inicio del tratamiento habrá que tener en cuenta también otros aspectos como pueden ser la aceptación del propio paciente al hecho de iniciar un tratamiento crónico.

La forma en que iniciemos el tratamiento será siempre una decisión individualizada en cada paciente. Deberemos tener en cuenta factores propios de la EP como la intensidad de los síntomas o síntomas predominantes, existencia de síntomas no motores como por ejemplo depresión, alteraciones del sueño o estreñimiento que necesitarán un tratamiento específico. Otros factores igualmente importantes a tener en cuenta son ajenos a la enfermedad como la edad del paciente, enfermedades coexistentes y tratamientos concomitantes, actividad laboral… Independientemente del tratamiento inicial elegido se utilizarán las dosis mínimas que aporten una mejoría satisfactoria para el paciente.

Podemos concluir que a pesar de no existir hoy en día tratamientos preventivos ni curativos para la enfermedad de Parkinson existe una amplia variedad de tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que aportan una mejoría satisfactoria y estable en las fases precoces o tempranas de la enfermedad.