La afectación del tracto genitourinario femenino es uno de los motivos más frecuentes de consulta, representando las infecciones vulvovaginales un 25% y siendo la vulvovaginitis candidiásica la más prevalente en Europa y la segunda en EEUU.
La vagina constituye un ecosistema en equilibrio dinámico que consta de mecanismos de defensa naturales, en ocasiones comprometidos por la edad, la fase del ciclo menstrual, el embarazo, el método anticonceptivo, la actividad sexual, determinados productos higiénicos íntimos y el uso de antibiótico entre otros.
La microbiota vaginal (VMB) es la comunidad de microorganismos vivos en un determinado nicho ecológico. Podemos encontrar dos tipos bien diferenciados:
Microbiota autóctona o residente, que impiden el establecimiento o la proliferación excesiva de microorganismos potencialmente patógenos, gracias a:
• La adherencia de forma específica a las células epiteliales y a dichos patógenos (competitividad con gérmenes patógenos).
• La producción de compuestos antimicrobianos y producción de peróxido de hidrógeno (desinfectante).
• Producción de ácido láctico que disminuye el ph vaginal.
Microbiota transitoria, que presenta fluctuaciones continuas en su población relacionadas con la propia fisiología.
Esta microbiota varía a lo largo de la vida de la mujer:
• Existe una baja actividad y por lo tanto niveles bajos de estrógenos en las niñas prepuberales. Se caracteriza esta etapa por una microbiota diversa (existente en la piel como Staphylococcus epidermidis y la procedente de la zona perineal, de origen entérico: bacilos y cocos anaerobios estrictos y aerobios) y un pH elevado.
• Durante la edad fértil de la mujer existe una producción de hormonas esteroideas de origen ovárico. Más de la mitad de las especies son lactobacilos, encargados del mantenimiento del equilibro del ecosistema vaginal (L. crispatus, L. iners, L. jensenii y L. gasseri). La función principal de los lactobacilos es la conversión de glucosa a ácido láctico en el epitelio vaginal.
• De nuevo, tras la menopausia, existe una diminución de la producción estrogénica que a su vez disminuye el exudado vaginal y los nutrientes con la consiguiente disminución de microrganismos. Vuelven a aumentar la proporción de bacterias dérmicas e intestinales, lo que supone un aumento de la patología infecciosa del tracto urinario.
Factores endógenos y exógenos
El mantenimiento del equilibrio del ecosistema vaginal viene determinado por factores endógenos y exógenos, las alteraciones de la microbiota vaginal son un factor fundamental de la fisiopatología de las infecciones vaginales, asociadas con el desarrollo de la vaginosis bacteriana, vaginitis por Candida, vaginitis aeróbica, tricomoniasis y otras infecciones del tracto urinario inferior.
Las recomendaciones higienico-dietéticas para la prevención y tratamiento de estas infecciones son las siguientes:
• Higiene externa vulvar diaria con jabón de pH suave, evitando el uso de productos de higiene íntima perfumados. No son necesarias las duchas vaginales. Procurar un secado correcto.
• Realizar la higiene perineal siempre hacia atrás para evitar la contaminación perineal.
• Ropa interior de algodón. Evitar Nylon y la lycra.
• No usar ropa ajustada o húmeda largos periodos de tiempo.
Otra de las medidas que está tomado cada vez más importancia es el uso de probióticos, tanto vaginales como orales, coadyuvantes con el tratamiento preciso o de forma preventiva ante situaciones de riesgo como durante la toma de antibióticos o de recurrencia.
Su acción fundamental es entre otras la reducción del pH por la producción del ácido láctico y su acción inmunomoduladora, potenciando la respuesta de defensa ante amenazas.
La aplicación vaginal es de elección por el efecto sistémico directo, frente a la vía oral que precisa un tiempo de aplicación mayor.