Hipercolesterolemia


Dra. Emma Anda Apiñáriz

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La importancia de la hipercolesterolemia deriva de su asociación con las enfermedades vasculares, es decir, tener niveles altos de colesterol en sangre predispone a presentar arteriosclerosis y complicaciones vasculares (como cardiopatía isquémica, arter i o – p a t í a periférica o enfermedad cerebrovascular).

El colesterol es una grasa o lípido. Los principales lípidos son, además de del colesterol, los triglicéridos y los fosfolípidos cuya misión fundamental es la de servir de almacén energético. Pero no debemos olvidar que el colesterol tiene otras funciones de gran importancia en nuestro organismo ya que forma parte de la composición normal de las membranas celulares y es un precursor de las hormonas esteroideas y de los ácidos biliares. Por lo tanto, es necesario para la vida. El colesterol es absorbido de la dieta procedente de alimentos de origen animal o es sintetizado por las células del organismo (generalmente por el hígado).

Dado que son moléculas insolubles debe ir unidos a proteínas para su trasporte y forman complejos solubles llamados lipoproteínas. Existen varias clases de lipoproteínas. Las principales son: lipoproteínas de baja densidad (LDL) que son el principal trasportador del colesterol y lipoproteínas de alta densidad (HDL) cuya función es la de intercambio de lípidos entre los tejidos y las otras lipoproteínas para su eliminación por el hígado. Esto es importante porque la reducción del colesterol LDL (conocido como colesterol malo) y el aumento de HDL (o colesterol bueno) reducen la morbimortalidad cardiovascular.

Valor elevado a partir de 250 mg/dl

Por tanto, se denomina dislipemia a las alteraciones del metabolismo lipídico. Decimos que una persona presenta una hiperlipemia cuando tiene unos valores plasmáticos de colesterol, o triglicéridos o ambos a la vez, superiores a los normales. Y llamamos hipercolesterolemia a la elevación únicamente de los niveles de colesterol en sangre por encima de unos valores considerados como normales para la población de su misma edad. Generalmente, el valor a partir del cual se considera elevado es 250 mg/dl.

Existen múltiples estudios de prevalencia de la hipercolesterolemia en los países desarrollados. Resumiendo, podríamos decir que en España existe una alta prevalencia de dislipemia (24,4% ) y que la hipercolesterolemia en adultos es del 20% y ésta aumenta con la edad, en el sexo masculino y con el peso.

Hipercolesterolemias primarias y secundarias

Dentro de las hipercolesterolemias distinguimos dos tipos. Las primarias: son aquéllas en las que no se aprecia una causa evidente y generalmente responde a una alteración genética. En la mayoría de estos casos se trata de una enfermedad poligénica ( es decir, en la que existen varios genes implicados) en la que también intervienen factores externos como la dieta o el peso. Pero en un 15% aproximadamente se trata de una enfermedad monogénica (un único gen implicado). Una vez detectada esta alteración y dado el mayor riesgo vascular que conlleva, es recomendable estudiar a los familiares de primer grado si es posible con estudio genético adecuado para ello. Las secundarias: en éstas la causa del aumento del colesterol se debe a una enfermedad o tratamiento farmacológico ya conocida (como, por ejemplo, la diabetes mellitus, el hipotiroidismo, la insuficiencia renal o hepática, el consumo de alcohol, los tratamientos con estrógenos o progesterona, los corticoides, etcétera…).

La hipercolesterolemia es una enfermedad asintomática, es decir, no produce ningún síntoma, hasta que aparece su consecuencia: la enfermedad vascular (infarto, angina, etc.). En raras ocasiones pueden aparecer los llamados xantomas que son el resultado de la infiltración de la piel y tendones por el colesterol o los xantelasmas (alrededor de los párpados).

Realizar una analítica de sangre

Por tanto, la única posibilidad de diagnosticarla es realizando una analítica de sangre para ello. Es recomendable realizarla una vez antes de los 35 años en varones y de los 45 años en mujeres, y después con una periodicidad cada 5 años hasta los 65, midiendo niveles de colesterol total, HDL y triglicéridos.

La hipercolesterolemia es, junto a la hipertensión arterial, el tabaquismo y la diabetes mellitus, uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad vascular. Esto está apoyado por diversos estudios en los que se ha visto una relación estrecha entre las cifras elevadas de colesterol total y la mortalidad cardiovascular y cómo disminuyendo estos valores (especialmente los valores de LDL-colesterol) disminuye la probabilidad de presentar una enfermedad vascular o una recaída de la misma. Pero, no debemos olvidar que el riesgo que conlleva cualquier nivel elevado de colesterol depende también de la coexistencia de otros factores de riesgo como son, edad, sexo, hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, etc. y que a la hora de realizar una labor preventiva debemos realizarla en conjunto.

El tratamiento de la hipercolesterolemia será, lógicamente, disminuir las cifras del mismo hasta los valores normales o los adecuados en cada caso. Así, no todos los pacientes con hipercolesterolemia deben alcanzar el mismo nivel de LDL, que es el objetivo del tratamiento.

Por ejemplo, un paciente que ya tiene enfermedad coronaria el objetivo de LDL sería 100 mg/dl o incluso 70 mg/dl (si presenta muy alto riesgo vascular). Pero en otra persona joven sin enfermedad vascular que únicamente presenta niveles de colesterol alto sin ningún otro factor de riesgo vascular será suficiente lograr un nivel de LDL < 160 mg/dl.

Dieta y medicación

El tratamiento que debemos utilizar para ello se basa en dos pilares: las medidas higiénicodietéticas y el tratamiento farmacológico.

La dieta es fundamental para el tratamiento y debe mantenerse incluso si se toma medicación. En caso de sobrepeso u obesidad, una pérdida moderada de peso (alrededor del 5%) supondrá un gran beneficio. Habrá que complementar la dieta, en la medida de lo posible, con la realización de ejercicio físico de intensidad leve con frecuencia diaria. El abandono del hábito tabáquico también debe tenerse en cuenta, así como moderar o abandonar el consumo de bebidas alcohólicas. Es recomendable repartir la ingesta en 5 tomas al día, limitar el consumo de alimentos ricos en grasa saturadas, grasas trans , colesterol o azúcares simples (carnes grasa, embutidos, productos de bollería industriales, mantequilla, vísceras, zumos,…) y consumir con mayor frecuencia aquellos alimentos más benificiosos por tener ácidos grasos saludables, fibra, y esteroles vegetales (verduras, frutas, legumbres, pescados, lácteos desnatados,…). El tamaño y el número de raciones se ajustarán según cada paciente.

En ocasiones será suficiente con la dieta, pero en otras (por ejemplo las hipercolesterolemias primarias con estudio genético positivo) habrá que instaurar tratamiento farmacológico. Existen varios grupos farmacológicos (resinas, fibratos, ezetimibe, acido nicotínico, o estatinas). Estos últimos son los fármacos más utilizados porque tiene una gran potencia para degradar el colesterol malo. Todos estos tratamientos deben ser indicados y seguidos por el médico correspondiente.