Hipertensión de bata blanca o hipertensión clínica aislada


Amaya Carceller Tejedor. Psicóloga Hospital San Jorge Huesca

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La llamada “hipertensión de bata blanca” o hipertensión clínica aislada hace referencia a una elevación de la presión arterial provocada por la presencia del personal sanitario y/o médico durante el proceso de medida de la tensión arterial, que reduce la validez del diagnóstico de hipertensión.

Los pacientes que muestran esta reactividad no presentan un riesgo caridovascular mayor que las personas normotensas, si bien un porcentaje estimable termina desarrollando hipertensión.

La hipertensión de bata blanca, no parece ser inducida exclusivamente por la bata blanca, ya que se ha observado incluso cuando el médico no la lleva. El estatus social atribuido al médico puede inducir dicha elevación.

Los datos de prevalencia varían, pero se estima que está alrededor de un 20-35% de los pacientes hipertensos.

Existe abundante evidencia de que se puede condicionar la presión arterial (por ejemplo, a los aviadores les sube la presión arterial cuando oyen el ruido de un avión). Pero en el caso de la hipertensión de bata blanca, el proceso de formación de una respuesta condicionada no está tan claro, ya que no se puede precisar qué elementos del contexto adquieren el valor de estímulo condicionado aversivo.

No obstante, se ha observado que el diagnóstico de presión arterial elevada puede ser suficientemente aversivo para generar una reacción emocional condicionada al procedimiento de medida de tensión, lo cual puede provocar una elevación artefactual y permanente de la misma.

El rol profesional de la enfermera

La hipertensión de bata blanca parece ser la responsable de una sobreestimación de la presión arterial de los pacientes hipertensos y, como consecuencia una posible sobremedicación de éstos. Asimismo, en aquellos casos de hipertensión resistente al tratamiento, se puede sospechar de la existencia de hipertensión de bata blanca.

Parece conveniente que sea la enfermera la encargada de tomar la presión arterial, ya que su rol profesional resulta menos estresante que el del médico.

Al ser presuntamente causada por un condicionamiento a una situación desagradable, conviene que el diagnóstico de hipertensión sea prudente, y un proceso en el que se repitan las lecturas en diferentes ocasiones para descartar que se trate de un caso de hipertensión clínica aislada.

Para tratar este tipo peculiar de hipertensión, se establece que lo más adecuado es un técnica psicológica llamada desensibilización sistemática, que en este caso se orientaría a las situaciones de medida y a las sensaciones que el paciente siente bajo en manguito de presión durante este proceso.

La técnica consiste en un acercamiento real o imaginario, y de forma siempre progresiva, a una situación u objeto que produce ansiedad. Para ello, el paciente mismo crea una jerarquía de los estímulos que le provocan ansiedad, ordenándolos de mayor a menor grado, y de esta forma se va acercando gradualmente a aquello que le genera el malestar. Al exponerse al estímulo ansiógeno durante muchas veces repetidas, se produce el efecto de habituación, que consiste en que el estímulo aversivo pierde fuerza y la persona reduce la ansiedad al ser consciente de que no se han producido los fenómenos que temía.

Otra técnica muy utilizada, esta vez a nivel médico, para descartar los posibles casos de falsos positivos, es la llamada monitorización ambulatoria de la presión arterial (MAPA). Esta técnica consiste en la medición de la presión arterial en repetidas ocasiones, siempre fuera de la consulta del médico, durante un período de 24-48 horas, mientras que el paciente realiza sus actividades de la vida cotidiana normalmente, así se elimina el contexto aversivo de la situación de medición de la consulta médica, y se permite de esta forma un diagnóstico mucho más fiable.