La osteoporosis es una enfermedad esquelética en la que se produce una disminución de la densidad ósea. Es decir, el hueso se vuelve “poroso” y eso hace que aumente su fragilidad y el riesgo de fractura, que en ocasiones es el primer síntoma que desenmascara la enfermedad.
Es la enfermedad ósea de mayor prevalencia en el mundo. Es crónica y silenciosa. En España, en el año 2013, afectaba a unos 3,5 millones de personas y provocaba aproximadamente 100.000 fracturas. Puede presentarse en ambos sexos y en todas las edades.
Las osteoporosis más frecuentes son las osteoporosis primarias, sobre todo la senil y la postmenopáusica.
Entre los 30 y 35 años, empieza una lenta y natural pérdida de masa ósea. El envejecimiento y la alteración del metabolismo de la vitamina D, darán lugar a la osteoporosis senil.
En la osteoporosis postmenopáusica, la pérdida de masa ósea asociada a la edad se ve acelerada por la disminución del nivel de estrógenos, que tienen un efecto protector sobre el hueso. Así pues, son las mujeres a partir de 50 años las que sufren con mayor frecuencia esta enfermedad.
Las osteoporosis menos frecuentes son las llamadas osteoporosis secundarias. Es decir, las causadas por otras enfermedades (trastornos endocrinos, renales, síndromes de mala absorción intestinal, etc).
Signos y síntomas de la osteoporosis
• Fracturas óseas (a menudo, la primera señal).
• Dolor de espalda, sobre todo dorsal inferior y lumbar superior.
• Cifosis dorsal (aumenta la curvatura de la zona media de la espalda).
• Disminución de la estatura.
• Sensación de cansancio.
Factores de riesgo
• Sexo femenino. Es mucho más frecuente en las mujeres. Aunque va aumentando la incidencia en los varones (probablemente por el aumento de la esperanza de vida).
• Edad.
• Raza. La raza blanca y la oriental son más propensas a la enfermedad.
• Menopausia precoz o inducida.
• Antecedentes familiares.
• Enfermedades crónicas.
• Complexión delgada y con poca masa muscular.
• Sedentarismo.
• Consumo de tabaco, bebidas carbonatadas, cafeína, alcohol,…
• Malos hábitos alimentarios.
• Exposición prolongada a determinados medicamentos.
• Clima. La osteoporosis es más frecuente en los lugares menos soleados, ya que el sol activa la vitamina D, necesaria para la absorción del calcio en el intestino.
Prevención de la osteoporosis y de las fracturas
Según la SER (Sociedad Española de Reumatología), las medidas de prevención de la osteoporosis y de las fracturas, incluyen un estilo de vida saludable con una dieta equilibrada y ejercicio físico regular, evitar el tabaco, limitar el consumo de alcohol e implementar medidas para la prevención de caídas.
Importancia del ejercicio físico en la prevención de la osteoporosis
El hueso se adapta a las demandas mecánicas que recibe. Esto significa que la formación de los huesos, su densidad, su resistencia e incluso su morfología, van a estar condicionados por las fuerzas externas (impactos) e internas (contracciones musculares) que reciben, especialmente durante los primeros años de vida, en los que el hueso se está formando y modelando.
La prevención de la osteoporosis ha de comenzar, por tanto, en la infancia. Tras el nacimiento, se produce un aumento progresivo de la densidad mineral ósea que ocupa aproximadamente las dos o tres primeras décadas de la vida.
La OMS recomienda que entre los 5 y los 17 años se practiquen 60 minutos al día de actividad física de intensidad moderada a vigorosa, y 3 días más por semana de ejercicios orientados a mejorar la fuerza muscular.
En la postmenopausia, aunque el ejercicio físico proporciona una discreta ganancia de masa ósea si comparamos con etapas anteriores, es muy importante para evitar su pérdida y la progresión de la enfermedad. Durante este período, se recomiendan actividades aeróbicas como un trote suave o la marcha a paso rápido; también conviene añadir ejercicios de carga con pesas o gomas elásticas. En definitiva, actividades en las que los huesos son sometidos a estrés y carga mecánica. También es conveniente realizar ejercicios de corrección postural y mantener una buena ergonomía, tanto en nuestra actividad laboral como en las actividades de la vida diaria, para evitar dolor y deformidades vertebrales.
En la madurez, el ejercicio físico no mejora la calidad del hueso, pero es importante para prevenir fracturas y mantener una buena calidad de vida, pues mejora el equilibrio, la coordinación, la resistencia y la fuerza. Está indicado caminar y realizar ejercicios sencillos y dinámicos que mantengan o mejoren la movilidad articular y activen grandes grupos musculares. Han de evitarse aquellas actividades que entrañen riesgo de caída o fuertes impactos.
Como vemos, el ejercicio físico es una herramienta fundamental al alcance de todos en la prevención y tratamiento de la osteoporosis. El fisioterapeuta podrá orientarle hacia la actividad más apropiada para usted y le prescribirá ejercicios de forma personalizada.