La Unidad de Trabajo Social Sanitario del HUN cuenta en la actualidad con 18 trabajadoras sociales repartidas en la totalidad de servicios médicos en los que se organiza este hospital, con el objetivo principal de la planificación del alta hospitalaria, garantizando la continuidad de los cuidados de aquellos pacientes que tras enfermedad aguda, y por razón de edad, situación socioeconómica o familiar, requieren de la organización de soporte, haciendo coincidir el alta social con el alta hospitalaria, evitando alargar el ingreso por causas no médicas.
Además, y desde un enfoque de intervención en crisis debido a situaciones agudas de salud, situaciones de final de vida o diagnóstico de enfermedades crónicas y/o degenerativas, realizamos intervención psicosocial, protegiendo y promoviendo el bienestar psicosocial tanto de los/las pacientes como de su entorno más cercano.
Actualmente, el servicio de traumatología cuenta con 2 trabajadoras sociales que intervienen por proyecto de trabajo social, a demanda de profesionales del centro o demanda de la persona ingresada/familia en situaciones como politraumas, accidentes laborales, accidentes de tráfico…
Cuenta con un protocolo de atención de personas mayores de 80 con fractura de cadera o extremidad inferior, que de forma proactiva, detecta, valora e interviene ante este problema de salud, en coordinación con el resto de profesionales: servicio de traumatología, geriatría y medicina interna, enfermería, rehabilitación, técnicas de cuidados auxiliares y administración de planta.
Fractura de cadera
La fractura de cadera es un problema de salud cuya incidencia aumenta con la edad, y cada vez es más frecuente debido a la pirámide poblacional invertida con la que contamos en nuestra comunidad.
Para la persona se trata de una situación inesperada, de crisis, que desestabiliza al soporte familiar, habitualmente tras un golpe o caída accidental, ingresando de urgencia y que precisa inmediatamente de un abordaje profesional desde una perspectiva multidisciplinar.
Conlleva un importante déficit temporal con respecto a la autonomía previa y una necesidad previsible de apoyo continuo para la deambulación y la realización del resto de Actividades Básicas de la Vida Diaria.
El papel de la trabajadora social, ante las fracturas de cadera, entendida como una situación de riesgo sociosanitario, es el de valorar necesidades sociales, acompañar ante el reto que supone tanto para el paciente como familia, crear espacios para la expresión de preocupaciones y miedos, ayudando a situarse en el momento actual de necesidad de cuidados continuos y apoyando en la organización de un soporte adecuado, siendo la familia parte activa en el proceso, y activando o gestionando todos aquellos recursos, prestaciones y servicios que a cada persona pudiera corresponder.
Además, garantizando la continuidad de la intervención sociosanitaria, se deriva de forma activa a la Trabajadora Social de su zona básica para el seguimiento tras su paso por el hospital.
En numerosas ocasiones nos encontramos con situaciones sociales complejas, bien por falta de soporte familiar adecuado, falta de recursos económicos suficientes o debido a la dificultad de la conciliación familiar/laboral para atender las necesidades de cuidados de las personas mayores y dependientes.
Actualmente contamos con recursos sociales y sociosanitarios escasos y deficitarios dentro de los sistemas social y sanitario públicos que fomenten la permanencia de la persona en su entorno, que atiendan situaciones temporales de convalecencia, o servicios de atención domiciliara que cubran la atención en domicilio, suponiendo esto un coste económico y sociofamiliar muy elevado para la persona y su familia, y provocando una situación de desigualdad en la intervención.
Lamentablemente, en consecuencia, la fractura de cadera, en algunas ocasiones, puede suponer una institucionalización temprana de la persona, sacando al paciente de su domicilio y dificultando la deseable permanencia en su entorno el máximo tiempo posible.
Por ello se hace fundamental trabajar desde una perspectiva global de la persona, empoderando a las familias en su capacidad de cuidar y acompañar, implicando tanto a la persona como a la familia en la toma de decisiones, y en coordinación con todos los profesionales que intervienen durante la estancia hospitalaria, teniendo como objetivo principal la garantía de los cuidados en su entorno más próximo, siempre que sea posible.