La artrosis de rodilla y la necesidad de la prótesis de rodilla


Carlos Sanz García, Jon Marti Ayerdi, Gabriel González de los Mártires y Germán Escribano Mateo

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La artrosis es una patología muy frecuente en nuestro medio y cada vez lo será más dado que la esperanza de vida cada vez es mayor. La artrosis consiste en la degeneración progresiva de las articulaciones del cuerpo humano, en la que la superficie articular va siendo destruida a costa de la desaparición del cartílago que existe entre los huesos que forman la articulación.

Con el paso del tiempo el espacio articular disminuye y el dolor es variable en las diferentes fases de la enfermedad. A menudo observamos radiografías de articulaciones artrósicas muy avanzadas cuya repercusión funcional y dolor no es el esperado y por el contrario, articulaciones que radiológicamente no están avanzadas cuyo dolor es elevado.

Opciones terapéuticas

Las soluciones que se pueden dar a este problema van encaminadas a disminuir el dolor o eliminarlo por completo y mejorar la calidad de vida de la gente que la padece. Según las articulaciones hay varias opciones terapéuticas con medidas que no conlleven cirugía como infiltraciones o el empleo de algún tipo de ortesis y cuando estas medidas no consiguen aliviar el dolor se plantea la cirugía. Por otra parte dentro de las posibles cirugías que se pueden plantear, unas van encaminadas a sustituir la articulación afectada por una prótesis como en la rodilla o en la cadera, y en otras ocasiones se plantea la fusión de la articulación mediante una cirugía llamada artrodesis como en los huesos del pie.
En el caso de la rodilla el primer contacto con el paciente en consulta consiste en realizar una exploración física, conociendo la movilidad que presenta el paciente, el nivel de dolor que presenta, la medicación que toma, si tiene enfermedades importantes o toma anticoagulantes etc.. En este primer momento analizaremos la situación a nivel radiográfico y a nivel clínico y ofreceremos las distintas posibilidades terapéuticas. Generalmente el proceso suele ser ascendente, es decir, de tratamientos menos invasivos hasta los más invasivos como la cirugía.
En el primer escalón tenemos la medicación oral, los diversos tipos de analgésicos que existen en el mercado. En el segundo escalón tenemos las infiltraciones de diferentes agentes terapéuticos como los corticoides o el ácido hialurónico. En el tercer escalón cuando no es posible controlar el dolor con estas medidas y el dolor no es soportable y afecta severamente al desempeño de la vida diaria, plantearemos la cirugía para implantar una prótesis.

Prótesis de rodilla

La cirugía protésica es una cirugía que conlleva una serie de riesgos como la infección de la prótesis, el dolor crónico tras la colocación de la prótesis, las fracturas alrededor de la prótesis, el aflojamiento de la prótesis con el paso de los años…
La prótesis de rodilla es una buena solución para la artrosis de rodilla con unos resultados globales muy buenos, pero siempre hay que tener en cuenta que pueden aparecer complicaciones con el paso de los años.

La cirugía de forma simplificada

La cirugía de forma simplificada consiste en la apertura de la articulación y la extracción de la parte de hueso desgastada, los osteofitos, los meniscos y los ligamentos cruzados, para posteriormente colocar la prótesis.
La prótesis de rodilla a grandes rasgos está compuesta por 3 componentes: un componente metálico que recubre el fémur distal, un componente metálico que sustituye a la tibia proximal y un componente de plástico (llamado polietileno) que se interpone entre los dos componentes previos que permite la articulación. La rótula puede ser sustituida o no por una pieza de polietelino. Los componentes metálicos se fijan al hueso por un revestimiento de hidroxiapatita o bien por el empleo de cemento. Una vez colocada la prótesis se puede mover desde el primer momento y se autoriza la carga desde el primer momento con ayuda de 2 muletas. Serán necesarias varias sesiones de rehabilitación y fisioterapia para recuperar la movilidad y evitar contracturas en flexión.
Cuando pasan las semanas autorizamos la retirada de una de las muletas y finalmente la marcha sin muletas
La recuperación es un proceso de unas cuantas semanas hasta poder realizar las actividades cotidianas de forma autónoma. El regreso al trabajo depende del tipo de actividad.

AUTORES

Carlos Sanz García y Jon Marti Ayerdi. FEA Cirugía Ortopédica y Traumatología.
Gabriel González de los Mártires y Germán Escribano Mateo. MIR Cirugía Ortopédica y Traumatología.
Hospital Universitario de Navarra