Jubilación


Ángel Albéniz Ferreras . Psicólogo clínico de Fundación Argibide

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La jubilación no debe verse como algo amenazante en sí misma, sino más bien sus condiciones. Pueden existir factores económicos, de disponibilidad de medios y de salud que la compliquen enormemente, como en cualquier otra época de la vida, pero la jubilación no es “mala”.

Hay que reconocer que hoy en día la jubilación no ofrece precisamente un panorama alentador en estos aspectos fundamentales y ello quizás explique cómo en estudios recientes detectan que la actitud hacia la jubilación sea más desfavorable (51%) que favorable (36%) o neutra (13%) lo cual no significa que las personas no quieran jubilarse sino que deban hacerlo bajo las condiciones actuales.

Actitudes ante la Jubilación

Las actitudes más frecuentes ante la jubilación son las de rechazo, aceptación, liberación, oportunidad y ambivalencia.

La actitud de rechazo hacia la jubilación hace que se niegue ésta, quizás por haber sobrevalorado la faceta laboral. La vida como persona jubilada se percibe vacía de sentido, sin la posibilidad de mantener el estatus /o el nivel de vida previo.

La aceptación conlleva una actitud conformista y resignada, se acepta la jubilación como algo inevitable como una etapa más que debe enfrentarse.

La idea de liberación tiene el riesgo de provocar aburrimiento y apatía por la falta de expectativas, proyectos y actividades con las que llenar el tiempo.

Percibir la jubilación como una oportunidad significa que la persona desea jubilarse para poner en marcha proyectos y actividades en muchos casos más enriquecedoras que el trabajo que se ha abandonado.

La actitud ambivalente es la presentación conjunta de varias de las actitudes anteriores.

Jubilación y Personalidad

Se debe partir de la base de que quien haya presentado malas o costosas adaptaciones a lo largo de su vida es probable que, por mucho que quiera su jubilación, siga manifestando patrones de desadaptación.

Las personas menos afectivas, más ansiosas, con tendencia a la culpabilidad, con un grado de fragilidad elevado a las circunstancias del día a día y que evitan responsabilidades y el tomar decisiones, tendrán más dificultades durante su etapa de jubilación. Contrariamente, las personas afectuosas, tranquilas, ecuánimes en sus juicios sobre los errores, capaces de minimizar lo que no es importante, responsables de sus decisiones y que no evitan afrontar los problemas tendrán mayores probabilidades de buena adaptación. La crisis vital que conlleva la jubilación comienza aproximadamente dos años antes de que se produzca la misma y continúa dos años después del cese laboral. Lo habitual es que la mayoría de las personas resuelvan favorablemente esta crisis pero es también en este período de cuatro años cuando pueden detectarse signos de desadaptación iniciales a la nueva etapa vital tales como ansiedad, irritabilidad, inquietud, disgusto, alteraciones del ritmo sueño – vigilia o cierto grado de hostilidad hacia el entorno.

Jubilación y Género

Las mujeres hasta ahora mostraban una mejor adaptación que los hombres a la jubilación, ya que aunque la mujer se hallase profundamente vinculada con su trabajo el mantenimiento del rol del cuidado y atención del hogar venía a amortiguar el impacto de la jubilación.

No obstante, la progresiva tendencia actual del reparto de tareas en el hogar y la masiva incorporación de la mujer a puestos de trabajo “de primera línea” es posible que modifiquen este hecho. Es sólo en condiciones de igualdad plena cuando se podrá valorar el peso real de la variable de género en la adaptación a la jubilación.

Jubilación, temores y su afrontamiento

Los principales temores vienen vinculados a la pérdida de rol profesional, sobre todo en profesionales de alto status, la merma de ingresos, la modificación del ritmo de la vida cotidiana, la reestructuración de los contactos familiares y sociales y el qué hacer con semejante cantidad de tiempo.

La mejor forma de afrontamiento es planificar sobre lo que ya sabemos que nos estabiliza (lectura, vida social, incremento del conocimiento, ejercicio físico etc.) y diseñar un proyecto personal sobre lo que Carl Rogers llamó “Condiciones del Funcionamiento Pleno de la Persona”.

Apertura a la experiencia: No situarse a la defensiva, no desfigurar la realidad y no disculparse ante las dificultades.

Vivir la existencia: Aprovechar el momento presente en plenitud.

Confiar en sí mismo, en los propios sentimientos, en la autoeficacia y en las habilidades particulares.

Libertad experiencial: Asumir las responsabilidades de nuestras actuaciones.

Creatividad: Haciendo bien lo que nos toque hacer y que ello sea bueno para otros.

Es importante ir preparando este proyecto de jubilación sin plantear objetivos inalcanzables o muy por debajo de la capacidad real de la persona, ya que una llevará al desencanto y la otra a la apatía, la dejadez y el abandono. El mismo ejercicio de planificación es positivo ya que incrementa la confianza para afrontar esta nueva situación.

La gestión del tiempo

No existe un estándar de ocupación del tiempo pero se debería tener en mente lo siguiente:

  • Mantenga un ritmo de sueño – vigilia similar al que tenía antes de jubilarse. No pase mucho tiempo en la cama.
  • No se plantee que su obligación principal va a ser dedicar la mayor parte de su tiempo a actividades del hogar y de la familia.
  • No esté más de dos horas y media diarias mirando el televisor, seleccione y vea lo que le guste, no se deje llevar por la programación. Tampoco esté más de dos horas seguidas realizando actividades sedentarias.
  • Mantenga una o dos actividades, fuera de casa, que le exijan un contacto social, una actividad manual (no sólo “manualidades”), y un ejercicio intelectual (refrescar algún idioma, clubes de lectura, talleres de manejo de móviles y ordenador etc.,)
  • Si ha practicado deporte siga haciéndolo, si no es así haga todos los días algo de ejercicio físico que le guste, no necesariamente hay que exprimirse en un gimnasio ni fatigarse haciendo lo que a otros les gusta pero a usted no. Un día a la semana “compita” contra usted mismo y/o contra sus amigos/as.
  • Algunas asociaciones requieren voluntarios para actividades solidarias, si así lo desea puede ofrecer parte de su tiempo para ello. Es importante que siga la forma de hacer de cualquier institución a la que acuda, no trate de imponer nada.

Las relaciones sociales

Una de las variables sociales que más influye en la jubilación es el apoyo social percibido de personas relevantes, principalmente familia, amigos, compañeros etc. No sólo se trata de tener familia, amigos y vecinos, sino de que realmente se aprecie que dichas personas aportan cierto grado de soporte o tejido social. Hay que tener en cuenta que la persona jubilada va a pasar por una fase de reorientación donde tiene que construir un nuevo sentido de identidad, para ello este apoyo social es fundamental en su vida y, a veces, en este proceso de reorientación pueden cometerse errores “por exceso” al no poner medida a la disponibilidad del tiempo del que se dispone, que, en ningún caso, es el mismo del de otros. La vida en pareja se ha mostrado como un factor de estabilidad en las personas que se jubilan, por eso, y si no lo ha hecho todavía, enamórese y exprese sus sentimientos, a ver qué pasa.

Si usted está felizmente casado/a cultive esa relación siempre pero vaya entrenándose a pasar más tiempo con su pareja unos años antes de jubilarse, ya verá que bien le va.

Ni se le ocurra cambiar lo que lleva décadas funcionando, si su esposa “ha pilotado” el hogar con solvencia ayúdele a seguir haciéndolo, pero la que manda es ella.