La enfermedad de Parkinson


Belén Remón Alfaro. Fisioterapeuta del Hospital Universitario de Navarra. Itziar Andradas Eraso e Íñigo Esquíroz Lizaur. Fisioterapeutas. Clínica Ubarmin

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El Parkinson es un trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso central de manera crónica, cuya principal característica es la muerte progresiva de neuronas en la parte compacta de la sustancia negra (estructura situada en la zona media del cerebro), locus coeruleus y núcleo dorsal del vago.

La consecuencia más importante de esta pérdida neuronal, es la alteración del sistema extra piramidal por reducción de la transmisión dopaminérgica (marcada disminución de Dopamina, principal sustancia sintetizada por estas neuronas) entre neuronas de los ganglios basales, originándose una disfunción en la regulación de las principales estructuras cerebrales implicadas en el control del movimiento.
El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más prevalente después del Alzhéimer.

Diagnóstico

Su diagnóstico es fundamentalmente clínico y se realiza en base a la historia clínica y a la exploración neurológica de la persona, ya que no existe en la actualidad un marcador bioquímico. Se pueden realizar pruebas complementarias para descartar otros posibles trastornos neurodegenerativos.
Los síntomas principales en esta enfermedad suelen incluir:
• Temblor.
• Bradicinesia (ralentización del movimiento o reducción progresiva de su velocidad).
• Rigidez muscular.
• Alteraciones de los reflejos posturales (inestabilidad postural).

Tratamiento

A día de hoy no se dispone de un tratamiento curativo para ésta enfermedad.
El tratamiento rehabilitador es fundamental para el manejo global de la enfermedad de Parkinson.

Los objetivos generales se centran en:
• Conseguir una mayor autonomía e independencia de la persona, que le permita afrontar las dificultades en la vida diaria derivadas de su patología.
• Mejorar la calidad de vida de los movimientos, y el control postural.
• Reeducar la marcha y la estabilidad.
• Reducir la rigidez, los temblores y la fatiga.

Es importante recordar que la enfermedad de Parkinson evoluciona de manera diferente en cada persona, por lo que ha de ser adaptado a sus necesidades individuales.
Para ello desde la fisioterapia iniciaremos siempre nuestra intervención realizando una valoración neurológica que nos permita establecer el plan de tratamiento adecuado. Este se basa en:
• Tonificar la musculatura, principalmente la anti gravitatoria.
• Reeducar la musculatura orofacial.
• Elongar la musculatura con tendencia a acortarse o acortada.
• Entrenar la disociación de cabeza y tronco.
• Disociar las cinturas escapular y pélvica, para conseguir una marcha más funcional.
• Potenciar el trabajo de coordinación.
• Trabajar el equilibrio estático y dinámico.

Se complementa el tratamiento de fisioterapia con tratamiento farmacológico. Éste reestablece el contenido de dopamina en el cerebro con el objetivo de mejorar los síntomas y la calidad de vida de la persona.
La elección del medicamento depende de factores como la edad, las características clínicas, la gravedad de la enfermedad y los trastornos asociados.
En ocasiones se emplea una combinación de fármacos para conseguir un control más eficaz de los síntomas.