La enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA) hace referencia al acúmulo de grasa en el hígado sin existir otra causa conocida (como por el ejemplo el consumo de alcohol). Actualmente se le considera la causa más frecuente de enfermedad hepática en los países industrializados, a pesar de que en la mayoría de las ocasiones permanece sin diagnosticar.
Factores ambientales y genéticos
La obesidad, la diabetes, la hipertensión y el exceso de colesterol son considerados como factores predisponentes y con una fuerte asociación a esta entidad. El mecanismo por el que se produce es complejo y todavía no se conoce por completo, aunque parece existir una interacción entre factores ambientales y genéticos.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico se divide en hígado graso no alcohólico y en esteatohepatitis no alcohólica, haciendo mención el primer subtipo a la ausencia de inflamación, mientras que en el segundo, el acúmulo graso se encuentra asociado a un estado de inflamación y daño celular; que puede conducir, según los estudios de investigación, en un periodo de más de 10 años, a una cirrosis hepática en alrededor del 30% de los casos, con todas las complicaciones que pueden derivarse de esta situación. La EHGNA se diagnostica en muchas ocasiones por casualidad al realizar unos análisis rutinarios de sangre, con la detección de una elevación de transaminasas o mediante la realización de una ecografía de abdomen por otro motivo distinto. Si bien es cierto que la prueba de confirmación es la realización de una biopsia hepática; esta prueba no se realiza de rutina y solamente se suele practicar en aquellos casos en los que se quiera establecer un diagnóstico diferencial con otras entidades así como con fines de investigación. Por todo ello, la historia clínica haciendo mención al consumo de alcohol (este consumo deberá ser menor de 20 gr/día), la exploración física del paciente, unos análisis que incluyan un perfil hepático alterado y que descarten un origen viral, autoinmune o por depósito de hierro, entre otros, de la hepatopatía y las pruebas de imagen con resultados compatibles, pueden ser más que suficientes para conducirnos hacia su diagnóstico.
Tratamiento
En cuanto a su tratamiento, la actuación inicial debe orientarse hacia una modificación en el estilo de vida, promoviendo una reducción de peso y un aumento de la actividad física, si bien es cierto que en un porcentaje nada despreciable de pacientes no presentan obesidad, por lo que será necesario hacer un especial hincapié en la modificación de la alimentación que incluya una dieta mediterránea, favoreciendo siempre la actividad física dentro de lo posible. Estas modificaciones en el estilo de vida han demostrado mejorar los parámetros analíticos e incluso histológicos (disminución en el grado de inflamación y de acúmulo graso). En cuanto a tratamiento farmacológico, se ha realizado una amplia investigación con fármacos relacionados con la diabetes y antioxidantes entre otros, sin embargo ninguno de ellos en particular ha demostrado un beneficio claro y evidente, no existiendo todavía ninguna evidencia a largo plazo.
En conclusión, la EHGNA es una entidad con una fuerte relación con la diabetes, la obesidad, la hipertensión y el exceso de colesterol, que puede conducir hacia un trastorno potencialmente grave del hígado, cuya prevalencia se encuentra en aumento en los países occidentales, siendo ya considerada en el momento actual como la enfermedad hepática más frecuente en nuestro medio. Ningún tratamiento farmacológico ha demostrado un gran beneficio por el momento, es por esto que un especial hincapié en hábitos de vida saludable siguiendo una dieta mediterránea y una práctica habitual de actividad física, pueda ser una herramienta fundamental de prevención en su aparición y un pilar fundamental en el tratamiento de esta patología.