La muerte que da vida


David Navarro González

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La donación de órganos es el mayor acto de bondad entre los seres humanos. España es líder mundial en este campo desde hace 22 años, siendo el país donde los ciudadanos tienen más oportunidades de acceder a un trasplante cuando lo necesitan.  El 4% de los transplante del mundo se hacen en nuestro país. Solo en el 2012 se realizaron 4.211 trasplantes de 1.643 donantes.

¿Quién puede ser donante?

Puede ser donante cualquier persona que decida voluntariamente a su muerte que sus órganos sirvan para salvar la vida de otros.
Según la ley de trasplantes de España, toda persona es un donante potencial si no ha expresado lo contrario; esto obliga a preguntar a los familiares y allegados sobre la voluntad del fallecido respecto a la donación.
Sin embargo la muerte debe ocurrir en una Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital para poder preservar los órganos. El equipo médico valorará con las pruebas necesarias si la persona es un donante potencial y de qué órganos.

Grupos de donantes

• Donante vivo. Aquellos que donan un órgano sólido como el riñón, un segmento del hígado o una porción del páncreas. Los donantes vivos suelen obtenerse de entre los familiares o conocidos de la persona que va a recibir la donación, aunque también existen otras opciones:
Trasplantes cruzados: una persona dona un riñón a un desconocido, a cambio de que un familiar o un amigo del receptor haga lo mismo con el primer donante.
Donante altruista o “buen samaritano”: un voluntario ofrece alguno de sus órganos en vida, no a un familiar o conocido, sino al paciente de la lista de espera al que más pueda beneficiar.
• Donante fallecido o cadáver. El fallecimiento puede sobrevenir por Parada Cardio-Respiratoria (PCR): Es el cese irrecuperable de todas las funciones cardio-circulatorias del individuo.
Muerte Encefálica (ME): Es el cese irreversible de todas las funciones del cerebro (incluye el Tronco y los Hemisferios Cerebrales). La interrupción de dichas funciones conlleva una pérdida absoluta de la capacidad cardiorespiratoria, que son mantenidas de una manera automática y artificial.

¿Quieres ser donante?

En España existe la Tarjeta de Donante que, aunque no tiene valor legal, sirve para atestiguar nuestra voluntad de donar órganos al  fallecer.
La tarjeta puede solicitarse a través de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de varias maneras: a través de www.ont.es, por teléfono (902 300 224), por email (ont@msssi.es) o por correo ordinario a la ONT, C/Sinesio Delgado 6-8, Pabellón 3; 28029 Madrid.
El cuerpo es nuestra primera posesión. Es lo único con lo que llegamos al mundo y es también lo único que queda en el momento de la muerte. La donación de órganos representa los valores personales, morales y éticos del donante, que se forjan a través de sus experiencias en vida. Destacaría, entre otros, la solidaridad y generosidad, el altruismo, la conciencia del otro, la sensibilidad ante el dolor humano, la trascendencia, la comprobación de la muerte y, en definitiva, qué debemos entender por VIVIR.

“EL VIAJE DE LOLA”
David Navarro
Editotial Evidencia Médica
www.evidenciamedica.com

“En la ya habitual mesa de la cafetería y entre el murmullo constante de gente almorzando a aquellas horas de la mañana, el Dr. Chirinos, sentado en frente de Lola, vestido con pijama de quirófano, daba vueltas a la taza que tenía en sus manos. Los dos bebían sus respectivos cafés y ninguno quiso romper durante unos minutos aquel silencio cómplice. Finalmente, Chirinos tomó la palabra:
–Lola, he podido ver el escáner. La hemorragia es impresionantemente grande.
–Si le operases, ¿qué probabilidades de éxito tendrías?
– ¿Lo dices en serio? ¡Estás hablando con el mejor! ¡Todas! Pero, ¿qué le vamos a aportar a Alain?
– ¿Qué me recomiendas entonces?  –preguntó Lola.
–Una muerte puede dar vida –afirmó él –Muchas vidas.
– ¿Estás hablando de la donación?
–Sí –respondió él –. A mí no me vendría mal un hígado, ¿sabes?
Ella se rió. Aquel hombre podía sacar humor de cualquier situación, por muy dramática que fuese. Le recordaba a Alain.
–Medítalo. Háblalo con él. Luego nos vemos. No hay prisa, puedes tomarte tu tiempo antes de decidir. Ahora me tengo que ir. Tengo que lobotomizar a algún pobre insensato que se ha puesto en mis manos. Después hablamos.
Lola se quedó sentada, incapaz de tomar ninguna decisión, pensando en Alain, en sus labios y en sus besos, en qué hubiese él querido hacer, consciente de que se enfrentaba a la decisión más difícil de su vida.”