La lactancia materna es el mejor alimento para el bebé. La OMS recomienda dar lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses. Y, al menos, hasta los 2 años o más complementada con otros alimentos.
Nadie duda de los beneficios que tiene en los primeros meses de vida. Sin embargo, la necesidad de leche materna deja de existir conforme el niño cruza… ¿la barrera de los 6 meses? ¿De los 12? ¿De los 2 años?
Aunque en otras culturas es algo habitual, la lactancia por encima del año de edad es relativamente poco frecuente en los países occidentales. Por ello, las madres que deciden seguir amamantando a niños mayores encuentran en ocasiones barreras o rechazo en la sociedad, entre los profesionales sanitarios e incluso dentro de su propia familia, basadas en mitos o creencias personales.
El término “lactancia materna prolongada”, aunque muy extendido, puede llevar a confusión. “Prolongar” significa hacer que algo dure más tiempo de lo normal, “más allá de las recomendaciones”, con una cierta connotación negativa.
¿Cuál es la duración normal de la lactancia materna?
Desde el punto de vista evolutivo, la duración de la lactancia puede verse influida por varios factores, como son la salida de los primeros molares definitivos o el desarrollo inmunológico del niño. Aunque no podamos saber con certeza cuál es la duración exacta que debería tener, se podría establecer que la edad de destete espontáneo en el humano ocurre entre los 2,5 y los 7 años.
¿Qué beneficios ofrece la lactancia materna en los niños mayores?
Podemos apreciar múltiples beneficios a distintos niveles:
• Alimentación-nutrición: La leche materna sigue adaptándose a las necesidades nutritivas del niño en crecimiento. A partir del año el contenido graso y el aporte calórico de la leche aumentan significativamente. Además aporta una cantidad muy importante de vitaminas y minerales.
• Protección frente a enfermedades: Sigue proporcionando apoyo inmunitario, reduciendo el riesgo de padecer infecciones. Se ha constatado una menor incidencia de ciertos tipos de cáncer (como la leucemia infantil), de enfermedades metabólicas y autoinmunes (como la diabetes tipo 1) y una menor incidencia de casos de obesidad.
• Desarrollo bucodental: La succión del pecho estimula la musculatura bucal y el correcto desarrollo de la mandíbula y el maxilar inferior. Previene problemas de maloclusión dental, evitando problemas futuros relacionados con la mordida y el habla.
• Contacto físico: la lactancia materna implica acunar, acariciar, masajear al niño. Ofrece la oportunidad de seguir disfrutando del tacto y del contacto. Todo ello muy importante para el desarrollo de un apego seguro.
• Desarrollo emocional y mental: amamantar tiene un efecto relajante y tranquilizante para el niño, sobre todo en situaciones de cansancio, estrés o enfermedad. Se usa para aportar alivio frente a las vacunas, reduciendo el llanto provocado por los pinchazos. Así mismo, ayuda a que el niño se sienta seguro, fomenta la autoestima y favorece la adaptación social, con menores desórdenes de conducta. También se relaciona con un mayor desarrollo cognitivo y nivel de cociente intelectual.
Y en la madre, ¿tiene beneficios?
A más tiempo total de lactancia, la madre tiene menor riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2, hipertensión arterial y accidentes cerebrovasculares (ictus e infartos). Por otro lado, por cada año que la madre produce leche, el riesgo de cáncer de mama se reduce un 4,3%. Protege además frente al cáncer de ovario.
Tiene además efecto antidepresivo, gracias a la oxitocina (conocida como “hormona del amor”) que se libera durante la succión. Esto ayuda a que la madre perciba al hijo de forma positiva.
¿Tiene riesgos amamantar durante más tiempo?
No se han detectado riesgos físicos ni psicológicos en niños que toman pecho por encima de los 2-3 años. Tampoco se ha evidenciado la relación entre lactancia prolongada y malnutrición en países en desarrollo. Ni tampoco está demostrada su relación con la caries infantil.
El mayor problema que surge es el rechazo social por prejuicios o desconocimiento de la evidencia científica actual. Por ello, es importante que cada familia y cada madre tome decisiones informadas.
En conclusión, no hay razones científicas por las que se deba recomendar destetar a una determinada edad. Se recomienda mantenerla tanto tiempo como madre e hijo deseen.