Las crisis de espasmo del llanto o espasmos del sollozo son un fenómeno frecuente y alarmante que ocurre en niños aparentemente sanos. Su secuencia suele resultar bastante típica y repetitiva: de forma brusca el niño rompe a llorar para después entrar en apnea o bien, tras un período de llanto en el cual el niño no resulta consolado, sobreviene la apnea: el niño deja de respirar, emite sonidos entrecortados, empalidece, presenta inmovilidad o rigidez total o parcial, o incluso cae al suelo más o menos bruscamente.
El espasmo del sollozo es el fenómeno paroxístico no epiléptico más frecuente en lactantes y preescolares, se observa en entre 5 y 7% de lactantes y preescolares. Es secundario a episodios de hipoxia cerebral aguda precipitados por llanto, dolor, sorpresa o frustración. Después de una inspiración profunda se produce un espasmo que detiene la respiración y condiciona apnea. El paciente se torna rígido y con cianosis en los labios y en los dedos, o flácido y pálido.
Inicia frecuentemente entre los 6 y los 12 meses de vida; en la gran mayoría de los casos desaparece antes de los 6 años de edad. La mayor frecuencia se presenta entre el año y los dos años de edad.
¿Por qué ocurre?
La etiología de esta entidad es poco conocida. Se cree que alteraciones funcionales debido a inmadurez de las áreas involucradas en el control respiratorio o cardíaco podrían ser la causa de los espasmos. Otros autores han encontrado una relación entre la ferropenia y los espasmos, que mejoran tras la administración de hierro en los niños con anemia ferropénica demostrada.
La terapia, sobre todo cuando los episodios se manifiestan tan tempranamente, debe ir encaminada a calmar la ansiedad paterna, explicándoles la benignidad del cuadro, su cronología temporal y la ausencia de alteraciones a largo plazo en el desarrollo psicomotor del niño.
¿Cuáles son los desencadenantes?
No se sabe exactamente por qué se producen ni siquiera por qué hasta un 5% de la población infantil los presenta y el 95% restante no. Pero lo que sí se conocen son los desencadenantes y estos son:
• Inicio de llanto intenso (al coger aire).
• Enfado importante.
• Rabieta.
• Susto.
• Emoción intensa.
• También es muy típico el niño que accidentalmente se cae y al iniciar el llanto, se produce el espasmo perdiendo el conocimiento.
Clasificación
Se reconocen dos tipos de espasmo del sollozo:
A. Tipo cianótico: son episodios que se inician en el curso de un llanto por frustración, dolor o enojo. Después de uno o varios movimientos respiratorios durante el llanto éste se interrumpe, el niño entra en apnea y, tras unos segundos, se pone cianótico, llega incluso a perder la conciencia. La pérdida de conciencia puede asociarse con hipotonía generalizada o hipertonía con opistótonos y, posteriormente, presenta sacudidas breves. Esta secuencia puede darse de forma completa o incompleta. En cualquier caso, la recuperación es inmediata. Al cabo de unos pocos segundos el niño vuelve a estar totalmente despierto. La duración total es de 1-4 minutos.
B. Tipo pálido o crisis anóxicas reflejas: después de un traumatismo leve (especialmente en cráneo) o una situación de temor o sorpresa, inicia el llanto, se pierde la conciencia, el paciente está pálido e hipotónico generalizado y puede presentar también sacudidas clónicas de extremidades. Esto es debido a una respuesta cardioinhibitoria aumentada, secundaria a un incremento del tono vagal.
C. Mixtos. Pueden coexistir espasmos del sollozo pálido y cianótico en un paciente, aunque es poco frecuente.
Diagnóstico
1. Historia clínica completa.
2. Exploración física.
3. Analítica en caso de sospecha de anemia.
4. El electroencefalograma deberá de realizarse en caso de sospecha de epilepsia, cuando no exista fenómeno desencadenante evidente, en menores de 6 meses o mayores de 6 años.
5. Electrocardiograma en caso de espasmo del sollozo pálido. Para descartar arritmias .
Manejo
1. Mantenga la calma.
2. Retire los objetos que el niño tenga en la boca.
3. Colóquelo de costado y retire los objetos con los que se pueda golpear.
4. Acostar al niño en posición lateral en un sitio seguro.
5. Mantenga un ambiente bien ventilado, afloje la ropa.
6. No intente detener el espasmo.
7. Háblele suavemente.
8. Al término del espasmo déjelo dormir una pequeña siesta.
9. En caso de que sea provocado por dolor bríndele consuelo y alivio.
10. Informar a cuidadores de estos episodios, de su carácter benigno y de la forma de actuar durante y después de los mismos.
¿Qué se debe evitar?
1. Maniobras de reanimación.
2. Golpear o bañar al niño con agua fría. Existe el riesgo de broncoaspiración y complicaciones pulmonares.
3. Evitar maniobras bruscas como golpear o zarandear que pueden originar lesiones secundarias y no van a acortar el episodio.
4. No introduzca objetos en su boca ya que puede lesionarla o provocar sofocación.
5. Es muy importante no confundirlo con otras enfermedades convulsivas, evitar en lo posible la administración de medicamentos antiepilépticos.
¿Cómo se puede prevenir?
No se pueden prevenir. Hay que recordar que “igual que vienen, se van”.
Como algunos espasmos del sollozo están desencadenados porque se ha reprendido al niño cuando ha hecho algo mal o se le lleva la contraria, hay padres que intentan evitar estos episodios, no regañando a sus hijos. Es importante continuar corrigiendo su comportamiento y no ceder ante las rabietas. Los límites y las normas siguen siendo necesarios para que los niños se sientan seguros.
¿Cuándo nos preocuparíamos?
1. Si ocurre en un niño de menos de seis meses.
2. i tarda en recuperarse más de cinco minutos.
3. Si tras el episodio no está completamente normal
4. Si el episodio no ha sido causado por un susto, golpe, regaño o rabieta.
¿Puede provocar mi hijo los episodios?
Son involuntarios. Aunque podamos identificar claramente el desencadenante y saber cuándo van a ocurrir.
Vuestro hijo sí percibe la ansiedad y la alarma que generan, lo que puede afectar a su conducta. En este sentido es muy importante la determinación de los padres.
¿Puede tener alguna repercusión?
Los espasmos del sollozo son de naturaleza benigna. Se resuelven en unos segundos. No producen por sí mismos ningún daño inmediato ni tardío. No se relacionan con la epilepsia ni ninguna otra enfermedad.
Tratamiento
No existe medicación específica; se recomiendan información extensa a la familia y estrategias educativas para el control e inhibición de los espasmos del sollozo.
En caso de confirmar anemia ferropénica se sugiere manejo con dieta y sulfato ferroso.
Algunos autores recomiendan el uso de piracetam en pacientes con espasmo del sollozo recurrente.
No se justifica tratamiento antiepiléptico.
El seguimiento a largo plazo sugiere que los espasmos del sollozo se alivian espontáneamente. Los pacientes presentan mayor frecuencia de problemas de atención y, en el caso de espasmos pálidos, pueden presentar con mayor frecuencia síncope.