Omeprazol, Pantoprazol, Esomeprazol… ¿Son protectores de estómago?


Francisco Javier Gómez Marcos. MIR MFyC CS La Jota. Elena Pellicena Lobera. MIR MFyC CS Actur Oeste. Marina Vera Colás. MIR MFyC CS Arrabal. Silvia Lorén Blas. MIR MFyC CS Arrabal

Print Friendly, PDF & Email
Es común llamar a los fármacos de la familia de los Inhibidores de la Bomba de Protones (IBP), que engloba fármacos tan conocidos como el omeprazol y el pantoprazol, protectores de estómago. Esta denominación, extendida por gran parte de la población, es errónea y conlleva una sobreutilización y una serie de efectos adversos secundarios a su uso.

No necesitan receta para ser dispensados en farmacia y muchas veces continúan en las recetas electrónicas como medicación crónica sin una clara indicación.

¿Son muy consumidos?

El consumo de inhibidores de la bomba de protones, en datos recogidos por el Ministerio de Sanidad, se ha cuadruplicado desde el año 2000. Son el grupo farmacológico más consumido en España por número de envases, por delante de los fármacos hipolipemiantes, aquellos que ayudan a controlar el colesterol y de los fármacos ansiolíticos, utilizados para el tratamiento de ansiedad, insomnio y otras afecciones mentales. España tiene un consumo mayor que países con mayor población como Francia e Italia.

¿Para qué son utilizados?

Las indicaciones terapeúticas de los IBPres de la Bomba de Protones son principalmente las siguientes:
• Úlcera péptica.
• Enfermedad por reflujo gastroesofágico.
• Síndrome de Zollinger- Ellison.
• Erradicación de Helicobacter Pylori.
Además se utilizan para:
• Tratamiento de algunos pacientes con dispepsia funcional.
• Prevención de gastropatías secundarias a fármacos.
Existen una serie de recomendaciones (según edad o patologías previas o fármacos que se tengan pautados entre otras) que indican iniciar IBP en determinados pacientes a los que se pautan algunos fármacos como antiinflamatorios no esteroideos, antiagregantes o anticoagulantes. La polimedicación sin fármacos gastrolesivos, no es una indicación para el uso de IBP.
Para todas estas indicaciones, conviene comenzar tratando con omeprazol, por ser el fármaco mas costoefectivo.

¿Qué puede ocurrir si los uso cuando no están indicados?

Tanto si están indicados como si no, este grupo farmacológico no está exento de efectos adversos. Por ello, conviene minimizar los efectos secundarios haciendo un buen uso y prescripción.
Son fármacos que pueden interaccionar con otros medicamentos, aumentando o disminuyendo su efectividad. Por ejemplo, puede interaccionar con el clopidogrel, fármaco usado en diversas patologías vasculares. También afectan a los inhibidores de la proteasa, fármacos usados en el tratamiento del VIH, disminuyendo su efectividad. Así mismo, si se usan conjuntamente con metotrexato, un tratamiento para la artritis reumatoide, pueden interferir en su eliminación y producir más toxicidad3.
Están asociados a un aumento del riesgo de desarrollar diarreas por microorganismos como el Clostridium Difficile, Salmonella tiphy y Campylobacter Jejuni, por mecanismos aún no conocidos. También pueden producir colitis microscópica, una alteración intestinal responsable de producir diarreas crónicas.
Se relaciona su uso con numerosos síndromes malabsortivos, produciendo reducciones de los niveles de vitamina B12, hierro y de magnesio, importantes para múltiples procesos fisiológicos.
Según diversos estudios el uso indebido de estos fármacos podría estar asociado a un aumento del número de caídas.
Puede relacionarse a diversas alteraciones en la mucosa de los órganos digestivos. Pueden estar asociados al cáncer de colon, al cáncer gástrico9 y a la producción de gastritis atrófica.
También pueden afectar a otros órganos no digestivos. Por ejemplo, se ha asociado a un aumento de la enfermedad renal, pudiendo causar también una nefritis intersticial aguda idiosincrásica10. Se puede producir un lupus inducido por fármacos. Además puede estar relacionada con un mayor riesgo de peritonitis bacteriana espontánea.
En los últimos estudios, y a falta de pruebas concluyentes, se les relaciona con mayor riesgo para desarrollar demencia, neumonía, y a un aumento de la mortalidad. Conviene estudiar más estos datos ya que producen resultados de gravedad que deben ser revisados3.

Entonces, si estoy tomando IBP, ¿Cuándo debo de dejar de tomar estos medicamentos?

Ante todo, y como con todos medicamentos, se debe seguir una recomendación directa de su médico ante la retirada o continuación de toma de un fármaco. Este momento en el que se decide la retirada de un fármaco de la receta de un paciente se le denomina deprescripción. Lo lógico sería que el fármaco estuviera indicado correctamente y tanto paciente como médico coincidieran para su utilización, en la toma de decisiones compartidas, pero existen diversos momentos en los cuales hay que plantear una retirada:
• Si cesa la situación que motivó su prescripción (por curación, porque retirada de algún fármaco…).
• Ante la aparición de efectos adversos se debería de comunicar a su médico y decidir conjuntamente si se debe retirar y cómo retirarlo.
• Así mismo, en tratamientos crónicos y con esperanza de vida corta se podría aconsejar su retirada.
• La evidencia científica está continuamente evolucionando. Por ello, ante un cambio en la evidencia científica del fármaco puede hacer que un médico decida retirar la medicación.
• Otras veces, por errores, se pueden duplicar los fármacos para un mismo uso. Conviene saber bien la medicación que toma cada paciente para evitar duplicidades.
Desde la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria se recomienda revisar una vez al año la medicación del anciano, momento en el cual se puede detectar la toma indebida o la incorrecta indicación para estos fármacos.
Es necesario conocer por parte de los sanitarios y de los usuarios del Sistema Nacional de Salud las indicaciones terapéuticas de los fármacos que se toman, así como los posibles efectos adversos que se producen para poder tomar una decisión conjunta correcta y ajustada a cada tipo de situación.