Es frecuente atender en nuestras consultas de traumatología a pacientes de edades muy variadas que acuden con lesiones derivadas de la práctica del running. Pacientes que en ocasiones acuden con cierto nivel de limitación deportiva y la ansiedad que de ello deriva. Hay que tener en cuenta que el running es un deporte de impacto, repetitivo y cíclico. Para hacernos una idea, en media hora de running, con una zancada media de 80 por minuto, podemos llegar a unos 3000 impactos.
Una mala técnica o posición o un calzado equivocado pueden producir lesiones deportivas en pocas sesiones de entrenamiento. Muchas son evitables con unas medidas sencillas entre las que se encuentran:
• Posición: es muy importante y personal mantener una posición deportiva correcta. Para ello, si vamos a realizarlo de forma más o menos continuada, deberíamos ser asesorados por un profesional deportivo que nos guíe en lo que a técnica de carrera se refiere. No cualquier posición es válida a la hora de practicar el running y puede ser una fuente importante de lesiones.
• Peso: como hemos comentado, al ser un deporte cíclico y de impacto, a mayor peso, mayor impacto en cada zancada sobre nuestras articulaciones. Es una relación directamente proporcional y por ello debería añadirse un cuidado nutricional.
• Hidratación y recuperación: debemos mantener una hidratación correcta antes, durante y después de practicar deporte. La antigua máxima de “beber antes de tener sed” sigue siendo válida en deportes como el running. Una correcta hidratación mantendrá nuestra musculatura activa y evitará calambres o lesiones.
• Biomecánica: es importante a la hora de una elección correcta del calzado realizar un estudio de la pisada y de la biomecánica individual. Determinadas marcas de zapatillas ya incluyen este estudio a la hora de vender sus productos, lo cual puede evitarnos lesiones, aumentar el confort en las sesiones de entrenamiento y hacernos más eficientes en carrera.
• Orografía del terreno: debemos ser cuidadosos a la hora de elegir el terreno en el que vamos a practicar nuestro deporte, tratando de evitar excesivo desnivel en la misma sesión de entrenamiento o excesivas descompensaciones del terreno que nos obliguen a cambiar la pisada con demasiada frecuencia.
• Dureza: a mayor dureza del terreno, mayor impacto y mayor transmisión del mismo a las articulaciones. El impacto es mayor en el corredor de asfalto, mientras que es menor en corredores de cinta y tartán y en corredores de montaña, donde se ha observado que el impacto es el menor de todos.
• Planificación de los entrenamientos: la antigua filosofía del “no pain, no gain” americana que se basaba en que sin dolor no hay ganancia deportiva, hace mucho que fue desechada por los profesionales deportivos. Cada persona precisa de unos entrenamientos adaptados a sus necesidades, su resistencia, su capacidad de entrenamiento y debería ser asesorado por un profesional. No tiene ningún sentido que alguien no acostumbrado a sesiones intensas trate de correr 15 kilómetros en una única sesión.
• Material: el running es un deporte social y popular y no precisa de una excesiva inversión económica para la práctica del mismo. Las zapatillas son el elemento clave para realizar este deporte. Cada vez con más frecuencia las marcas líder del sector avanzan en I+D y ofrecen calzado muy personalizado y adaptado a las necesidades de cada corredor, tanto en tipo de pisada como en las distancias a recorrer por cada deportista. Conviene dedicar un poco más de tiempo y dinero a algo tan básico como el sustento de nuestro peso en la carrera, teniendo en cuenta que un par de zapatillas bien seleccionadas y utilizadas con una técnica correcta pueden ser nuestras compañeras durante cientos de kilómetros.