La mastitis es la inflamación de uno o varios lóbulos de la glándula mamaria acompañada o no de infección. Representa una de las causas más importantes de destete precoz en la lactancia materna. Se estima que el 35 % de las lactantes padecen alguna mastitis.
La etiología más frecuente es la infecciosa. Las mastitis agudas suelen diagnosticarse con facilidad, pero no así las mastitis subagudas o subclínicas. Es más frecuente en primíparas y en los 2 primeros meses postparto. Como factores predisponentes encontramos las grietas, el vaciado inadecuado de la mama o la toma de antibióticos en el 3º trimestre de gestación o parto (pueden alterar la microbiota de leche materna).
El Staphylococcus Aureus
El cuadro típico de las mastitis agudas lo representan la tumefacción, el dolor, el enrojecimiento y el calor local, que pueden acompañarse de sintomatología sistémica (fiebre, malestar general, dolores musculares). En la mayoría de los casos el patógeno responsable es el Staphylococcus Aureus.
En cambio, las mastitis subagudas presentan un cuadro mucho más ambiguo que lleva muchas veces al infradiagnóstico. Aparece un dolor en forma de pinchazos o quemazón en la mama. No suelen aparecer los síntomas locales (calor, rubor, tumefacción). Habitualmente los patógenos causales son el Staphylococcus epidermidis o alguna bacteria del grupo de los Streptococcus. No producen toxinas, y por tanto tampoco síntomas sistémicos. Son cuadros que persisten más en el tiempo y suelen presentar recidivas.
Tratamiento
El tratamiento clásico de las mastitis es el antibiótico de forma empírica asociado a antiinflamatorios. No obstante, sería de gran utilidad disponer de un cultivo de leche materna para realizar un correcto diagnostico microbiológico y posterior tratamiento (está posibilidad no se encuentra disponible en la mayoría de los laboratorios).
Se ha observado que en la leche materna existen múltiples microorganismos,más de 200 especies, que conforman la microbiota de la leche materna. Se encuentran en concentración media-baja y se adhieren a los conductos galactóforos. Estos microorganismos llegan a la mama a través de la circulación enteromamaria, que se intensifica al final del embarazo y en la lactancia. Una de las funciones de la microbiota mamaria es colonizar el intestino del lactante, favoreciendo su desarrollo y protegiéndolo de infecciones.
Puesto que la alteración de la microbiota mamaria representa la causa de las mastitis, los probióticos pueden ser una buena opción terapéutica. Los probióticos son microorganismos vivos que cuando se ingieren en cantidades adecuadas producen un efecto beneficioso, en este caso reestablecer la microbiota mamaria.
Individualizar el probiótico
Existe una gran diversidad en el conjunto de microorganismos que conforman la microbiota mamaria, variando de una mujer a otra. Esto hace que sea interesante la posibilidad de poder individualizar el probiótico que se va a administrar en cada caso, partiendo del cultivo de leche materna. Los microorganismos con los que se está trabajando en la actualidad son el lactobacilus salivarius, fermentum y reuteri. Se están obteniendo buenos resultados tanto en el tratamiento agudo de la mastitis como en la prevención de recidivas. La toma preferiblemente será por vía oral junto con un lácteo, y repartido en 3 dosis al día (mantiene concentraciones probióticos más estables). El tratamiento hay que suspenderlo de forma progresiva para evitar recaídas.
No obstante, todavía no existen estudios contundentes sobre la función de los probióticos en las mastitis, lo que dificulta el desarrollo de protocolos de actuación.