Pulpitis : la dermatitis de las piscinas


Lucía Rivarés Garasa, Ana Belén Mongío Pardo, Esmeralda Lobera Salvatierra, Almudena Cañardo Yebra, Isabel Torres Jurado, Lucía Iglesia Carnicer, Montserrat Opla Ascaso y Óscar Sambía Novellón

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La pulpitis de las piscinas también se denomina dactilitis de las piscinas o dermatitis palmar y se caracteriza por ser una dermatitis irritativa de contacto producida por el roce o fricción repetida de los dedos húmedos con las superficies rugosas y ásperas de las piscinas (especialmente los bordillos y el suelo). Su incidencia real es desconocida.

Se trata de una afectación benigna y típica en la infancia, raramente se da en la adolescencia, esto se debe a la fragilidad cutánea de esta edad, así como la cantidad de tiempo que pasan los niños en el medio acuático. Consiste en la aparición de máculas eritematosas, brillantes, no descamativas y que afectan de forma simétrica a las zonas prominentes de las manos, especialmente los pulpejos de los dedos y ocasionalmente a los pies, estas lesiones son transitorias. Es frecuente que los niños que sufran pulpitis tengan antecedentes de dermatitis atópica.

¿Cómo se trata la pulpitis de las piscinas?

Lo primero que hay que decir es que se trata de una afección leve y benigna, por lo que no hay que preocuparse, ya que suele desaparecer a los pocos días cuando se reduce la fricción o el roce con esas superficies de la piscina. Basta con cesar las actividades acuáticas para que las lesiones mejoren.

No suele doler, picar ni escocer, pero en algunos casos la irritación es mayor y sí provoca molestias. Para tratar estas lesiones, en el caso de que las molestias sean considerables, es necesaria una buena hidratación mediante una crema hidratante suave y, si la inflamación es grande, se puede recurrir a una crema con corticoides para reducirla.

No obstante, es conveniente que sepamos que pueden producirse estas lesiones para que vigilemos el tiempo que los peques pasan agarrados al bordillo o, en el caso de los que son un poco más mayores, subiendo y bajando del mismo. Si limitamos el tiempo de fricción, reducimos el riesgo de que aparezcan estas marcas. Además, hacemos hincapié, una vez más, en la necesidad de estar constantemente pendientes y vigilando a los niños en la piscina, no debemos olvidar que cada año lamentamos accidentes y ahogamientos.

AUTORES

Lucía Rivarés Garasa. Enfermera Especialidades Quirúrgicas. Hospital General San Jorge. Huesca

Ana Belén Mongío Pardo. Enfermera de Especialidades Médicas. Hospital General San Jorge. Huesca

Esmeralda Lobera Salvatierra. Enfermera Urgencia. Hospital General San Jorge. Huesca

Almudena Cañardo Yebra. Enfermera de Especialidades Médicas. Hospital General San Jorge. Huesca

Isabel Torres Jurado. Enfermera de Especialidades Médicas. Hospital General San Jorge. Huesca

Lucía Iglesia Carnicer. Enfermera Especialidades Quirúrgicas. Hospital General San Jorge. Huesca

Montserrat Opla Ascaso. Enfermera de Especialidades Médicas. Hospital General San Jorge. Huesca

Óscar Sambía Novellón. Enfermero Quirófano. Hospital General San Jorge. Huesca