¿Qué es el asma bronquial?


Dra. Tina Herrero Jordan, Dra. Susana Clemos Matamoros, Dra. Adriana Ger Buil y Dra. María Jesús Igúzquiza Pellejero

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El asma es una de las patologías respiratorias más frecuentes, tanto a nivel de nuestro territorio como a nivel mundial. Estudios recientes sitúan las tasas de asmáticos en aproximadamente el 15% en Navarra, cifras que varían ampliamente según rangos de edad y sexos. Es una enfermedad especialmente frecuente en niños y adolescentes jóvenes y, pese a que también es habitual en hombres, las mujeres son el sexo predominante entre estos enfermos.

Al contrario de lo que ocurre con otras enfermedades, cuando hablamos de asma no existe un especial consenso, ni en los síntomas que refieren los pacientes, ni en la evolución de la enfermedad y ni siquiera en los hallazgos de las pruebas complementarias. Esto ocurre porque en realidad, asma, no es más que la palabra empleada para identificar a un conjunto de cuadros clínicos que comparten unos síntomas relativamente similares pese a que la causa de cada uno de ellos puede ser diferente.

Definición

Si buscamos la definición de asma en cualquier manual médico, encontraremos algo muy similar a esto: el asma es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias, en la cual participan múltiples elementos pro-inflamatorios y que cursa con un aumento de sensibilidad y respuesta a nivel bronquial y una obstrucción al flujo aéreo, total o parcialmente reversible de forma espontánea o con medicación. Cualquier definición de asma, con independencia de la fuente, siempre deberá incluir tres elementos básicos: inflamación, variabilidad y reversibilidad.

La inflamación es el punto de origen de toda enfermedad asmática. Los pacientes que padecen la enfermedad presentan, en todos los casos, un aumento de inflamación en su organismo. Este aumento de inflamación generalizado se convierte en un incremento de inflamación desproporcionado a nivel de su árbol bronaquial y es la causa de la aparición de hiperrespuesta bronquial ante estímulos que en pacientes sanos pasan completamente desapercibidos.
La variabilidad es el término que mejor define el día a día de los asmáticos. Cualquier pequeña alteración del ambiente desencadena una respuesta en el árbol bronquial de estos pacientes, por ello, situaciones tan habituales como son los cambios de temperatura, del nivel de humedad, la aparición de humos u olores o perfumes intensos… pueden provocar que el paciente en instantes pase de estar asintomático a presentar importantes síntomas de su enfermedad. No sólo eso, es especialmente frecuente que los asmáticos presenten estacionalidad en sus síntomas, es decir, que dependiendo de la estación del año en la que nos encontremos tengan más o menos síntomas y, por tanto, requieran mayor o menor cantidad de medicación para controlar su enfermedad.

Finalmente llegamos al tercer elemento clave del asma: la reversibilidad. Los síntomas asmáticos, así como la hiperrespuesta y obstrucción bronquial que generan la aparición de estos, son por definición reversibles, si no totalmente, como mínimo parcialmente y esto puede ocurrir tanto de forma espontánea como mediante medicación administrada para lograr este fin. Esta característica del asma es la principal diferencia respecto a la gran mayoría de enfermedades respiratorias (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, fibrosis pulmonar idiopática, hipertensión pulmonar…) las cuales una vez aparecen son ya irreversibles.

Síntomas de la enfermedad

Las manifestaciones clínicas del asma son enormemente variables y difieren de manera notable, tanto de un paciente a otro, como en el mismo paciente en diferentes momentos. Los síntomas más habituales referidos por los pacientes tienden a ser: tos, sensación de falta de aire autoescucha de ruidos respiratorios y sensación de opresión torácica.

El principal problema de estos síntomas es que son muy poco específicos, ya que podemos encontrarlos en múltiples patologías respiratorias. Es por ello que será necesario investigar para ver si se cumplen ciertas situaciones que deben hacernos pensar en asma:
• Predominio nocturno de los síntomas
• Estacionalidad de los síntomas
• Aparición de síntomas ante cambios ambientales (humedad, niebla, calor o frío intensos…)
• Aparición de síntomas ante olores intensos e irritantes (perfumes, combustibles, productos químicos…)
• Aparición de los síntomas acompañado de sintomatología alérgica (goteo nasal, lagrimeo ocular…).

Tratamiento de la enfermedad

El objetivo principal del tratamiento es lograr controlar la enfermedad, es decir, reducir al máximo los síntomas, siempre que no sea posible erradicarlos de forma total, así como prevenir la reaparición y empeoramiento de estos, especialmente en forma de crisis. A largo plazo este objetivo se traduce en reducir al máximo los posibles efectos deletéreos del asma sobre el árbol bronquial y sobre la propia vida del paciente.
El tratamiento del asma se basa en dos pilares: el primero, medidas generales que deben aplicarse a todos los pacientes y, el segundo, medidas farmacológicas que se adaptarán al tipo de asma que presente cada paciente y a la gravedad del mismo.

1. Medidas generales:
• Cese de tabaquismo
• Educación sobre la enfermedad
• Evitación de elementos ambientales que desencadenen la aparición de síntomas
• Tratamiento, si la hubiera, de la rinitis
• En caso de que se demuestre naturaleza alérgica del asma, valorar tratamiento inmunológico (vacunación).

2. Medidas farmacológicas: se irán implementando de forma escalonada según los síntomas que presente el paciente y la medicación que este requiera para el control de los mismos.
• Tratamiento broncodilatador de mantenimiento: la base del mismo, salvo en contadas excepciones, será siempre el uso de glucocorticoides inhalados (GCI). A este tratamiento, a medida que aumente la gravedad de la enfermedad y por ende sus requerimientos de tratamiento, se le irán asociando otros tipos de broncodilatadores inhalados: agonistas beta2, adrenérgicos de acción larga (LABA) y/o anticolinérgicos de acción larga (LAMA).
• Tratamiento broncodilatador de rescate: pueden emplearse tanto los fármacos empleados para el tratamiento de mantenimiento, como broncodilatadores de corta acción tipo el Salbutamol.
• Antagonistas de los receptores de leucotrienos (ARLT): en casos de intolerancia al tratamiento inhalado, o como complemento al mismo, puede valorarse la introducción de este fármaco en forma de un comprimido diario.
• Formas graves de asma: en caso de que los fármacos previamente expuestos, a dosis alta y en combinación, no sean suficientes para el control de la enfermedad, se plantea el uso de otras terapias como la antibioterapia crónica, los glucocorticoides sistémicos (en comprimidos y/o inyectados), los fármacos biológicos con capacidad inmunosupresora o la termoplastia endobronquial.

AUTORES

Dra. Tina Herrero Jordan. FEA Neumología. Hospital Reina Sofía. Tudela
Dra. Susana Clemos Matamoros, Dra. Adriana Ger Buil y Dra. María Jesús Igúzquiza Pellejero.
FEA Medicina Interna. Hospital Reina Sofía. Tudela.