Tras muchos siglos de desconocimiento de la sangre y su papel biológico en el organismo, y después del descubrimiento del aparato circulatorio, la utilización de la sangre como recurso terapéutico llegó a ser una realidad en la que los sucesivos intentos se vieron acompañados de preocupantes fracasos hasta que a inicios del siglo XX se fueron conociendo los distintos sistemas de grupos sanguíneos.
Los sucesivos conflictos bélicos acontecidos a lo largo de dicho siglo propiciaron un notable desarrollo de la hemoterapia. La utilización de productos sanguíneos hizo posibles numerosos avances en distintos campos de la Medicina y la Cirugía y la introducción de análisis de control de los mismos hizo que la transfusión fuera considerada una actividad terapéutica casi exenta de riesgos.
Pese a todo ello, en la actualidad subsisten dos aspectos relacionados con la transfusión de sangre que siguen obligando a buscar nuevas soluciones. Uno de dichos aspectos es el disponer de sangre segura, en tanto que el otro es el disponer de sangre suficiente. Los numerosos trabajos de investigación llevados a cabo en las últimas décadas que se han orientado a resolver estos dos retos han tenido en muchos de ellos el objetivo de llegar a conseguir lo que coloquialmente se ha denominado “la sangre artificial”. A continuación destacaremos algunos de los que puedan ser más espectaculares y/o prometedores:
Sangre universal
Hay dos líneas de investigación a considerar: a) La transformación de los glóbulos rojos (hematíes) de grupo A o B en glóbulos de grupo O. Esto se ha logrado plenamente desde hace años en cuanto a transformar los B en O (mediante un extracto de café y otras sustancias) y no está bien resuelto el transformar A en O que sería lo más interesante. Por esta razón y por el costo y complejidad de llevarlo a una forma de procesamiento industrial la técnica no se ha llevado a la práctica por ahora.
b) Otra forma de conseguir glóbulos rojos “universales” es transformarlos en células “stealth” (esta denominación se aplica a los bombarderos que van recubiertos de una capa especial que les hace invisibles al radar). En el caso de los glóbulos rojos los ensayos se han realizado recubriéndolos de polietilen-glicol, que evita que puedan reconocerse los antígenos de los diversos sistemas de grupos sanguíneos que pudieran estar presentes en la superficie de estas células. Los efectos secundarios de la presencia del polietilen-glicol en el organismo impiden aplicarlo en la práctica.
Los sustitutos artificiales de la sangre humana
Las investigaciones a este respecto han buscado un doble objetivo: Conseguir una “sangre” más segura por ser posible eliminar de estos productos los agentes patógenos que pudieran estar presentes (hasta el momento presente aún no se ha conseguido en los glóbulos rojos humanos usados en transfusión). Como segundo objetivo se buscaba el evitar los casos de escasez de reservas de productos sanguíneos al no depender de la voluntad (y generosidad) humana y estar apoyados en una producción de tipo industrial.
Hasta el momento actual se han probado diferentes sustitutos de los que la mayoría buscaban sustituir el papel de oxigenación del organismo que llevan a cabo los glóbulos rojos. Entre ellos destacan las emulsiones de fluorocarbo y diversas presentaciones de hemoglobina a partir de productos recombinantes o de origen animal. La mayor parte de esos ensayos se han ido abandonando por ser más los riesgos detectados que los beneficios conseguidos. Quedan algunos trabajos en marcha que aún tardarán en poder llevarse a la práctica diaria en el caso de que llegue a comprobarse su posible aplicación sin efectos desfavorables importantes.
Además de tratar de sustituir el papel de los glóbulos rojos se han ensayado productos para otras aplicaciones. En unos casos se trataba de sustituir el papel de las plaquetas sanguíneas a base de residuos plaquetarios liofilizados o partículas adhesivas destinados a asumir el papel de las plaquetas sanguíneas, que no han finalizado con productos válidos para uso regular, pese a algunos resultados prometedores.
Los únicos productos de origen no humano que están supliendo el papel de ciertos componentes sanguíneos son determinadas proteínas que se consiguen por tecnología recombinante. Sus características las hacen iguales a las humanas, pero no se han extraído a partir del plasma de la sangre donada sino por cultivo de microorganismos o desde células de otro origen.
Células sanguíneas obtenidas por cultivo
Teniendo en cuenta que las células sanguíneas adultas proceden de unas progenitoras que por división y maduración se transforman en aquellas, era lógico plantearse que mediante un sistema de cultivo se podría conseguir una producción de tipo industrial al margen de la donación ordinaria de sangre. Hace pocos meses la noticia de estos trabajos saltó a los medios de comunicación social y dio pie a comenzar a hablar de “sangre artificial” y a plantear una hipotética desaparición de la necesidad de que las personas donáramos sangre. Los estudios más recientes muestran que a escala de laboratorio es técnicamente posible conseguir una cierta cantidad de glóbulos rojos adultos a partir de células progenitoras. De todas formas estos prometedores resultados habrán de continuarse con otros trabajos que resuelvan diversas dificultades importantes. Entre ellas se incluyen la baja multiplicación celular conseguida en comparación con la que es capaz de alcanzar el ser humano en su médula ósea y los problemas a resolver para conseguir una maduración eficaz de los precursores intermedios para llegar a ser glóbulos rojos adultos y adecuadamente funcionantes. Como último reto quedaría el desarrollar un proceso de tipo industrial que llegara a cubrir las enormes demandas de componentes sanguíneos que se precisan cada día en los centros hospitalarios.
Conclusión
A la vista de este panorama podemos concluir afirmando que la investigación llevada a cabo para sustituir la utilización de productos sanguíneos de origen no humano ha conseguido hasta ahora escasos resultados pese al gran esfuerzo inversor y de investigación llevado a cabo. El avanzar en los intentos de conseguir una sangre cada vez más segura y en cantidades suficientes deberá seguir por bastante tiempo basándose en la generosidad y altruismo de ese grupo tan especial de ciudadanos que son los donantes de sangre.