La FATIGA CRÓNICA es una enfermedad compleja, crónica, de etiología desconocida, que se caracteriza por la presencia de un cansancio, es decir fatiga física o mental, intensa, debilitante y grave y que persiste 6 o más meses y de carácter oscilante y sin causa aparente específica. Interfiere con las actividades habituales, no cambia con el reposo, empeora con el ejercicio y se asocia a manifestaciones generales, físicas y neuropsicológicas.
Datos epidemiológicos
Conocemos que en un 5 a 20% de personas que acuden a un centro de Atención Primaria consultan por síndrome de fatiga crónica, con un predominio en el sexo femenino de 2-7 mujeres frente a un hombre, se da en adultos jóvenes que oscila entre los 25-45 años y es más raro que se de en la 4ª-5ª década de la vida y en niños o en ancianos.
Causas
No se conocen en el momento actual, pero si que se habla de unas tendencias “agregación familiar”, y ciertos factores predisponentes que favorecen la aparición de un síndrome de fatiga crónica, como puede ser entre ellos situaciones traumáticas en la infancia, alteración del estado de ánimo, ansiedad; por acontecimientos concretos en la vida del paciente, que en ocasiones sirven como detonante para que se desarrolle el síndrome de fatiga, pueden ser, accidentes de tráfico, o ciertas infecciones o stress postraumático, y así mismo algunos autores lo han relacionado con stress laboral.
Diagnóstico
Es clínico, para poder etiquetar a un paciente de síndrome de fatiga crónica en el momento actual, se siguen los criterios diagnósticos de Fukuda que consiste en presentar un criterio mayor y cuatro criterios menores.
• Criterios mayores:
- Fatiga crónica persistente de más de 6 meses de evolución.
- Exclusión de otras enfermedades.
• Criterios menores:
- Trastornos en la concentración, dificultad de retención de ciertas palabras, alteración en la memoria, sobre todo de fijación, no recuerda lo que ha hecho con anterioridad…
- Odinofagia, es decir dolor al tragar sin encontrarse ninguna anomalía en el tacto faríngeo.
- Pequeños ganglios a nivel de los cuellos axilares de mialgias, es decir dolor muscular.
- Dolores articulares en diferentes articulaciones del organismo, manos, pies, codos, rodillas…, pero nunca se aprecian datos claros ni inflamación. La articulación no está roja ni caliente.
- Cefala pulsatil, insistente.
- Sueño no reparador con despertares frecuentes y dificultad para conciliar el sueño.
- Un malestar postesfuerzo con una duración superior a 24 horas.
Como he mencionado, si el paciente cuando le historiamos y tras unas exploraciones exhaustivas completas encontramos que presenta un criterio mayor más cuatro criterios menores, ya se puede hablar de que presenta un síndrome de fatiga crónica. Claro está que siempre se debe descartar mediante otros métodos complementarios como son los datos de laboratorio, radiología, y otro tipo de exploraciones, enfermedades que puedan confundirse con síndrome de fatiga crónica.
Tratamiento
En el momento actual no se conoce la causa que origina el SFC, lo que imposibilita poder ofrecer a los pacientes un tratamiento curativo. Por todo ello, en ocasiones el paciente se inquieta y desespera y también puede llevar al facultativo a la desesperación por no poder acertar con un tratamiento más eficaz.
Sin embargo, se puede ofrecer opciones terapéuticas, sintomáticas o de soporte.
Los objetivos básicos del tratamiento, van dirigidos a reducir los grados de fatiga y dolor, así como a mejorar los niveles de actividad o de adaptación y calidad de vida de estos pacientes. Tratamiento de efectividad contrastada: Las únicas intervenciones que han demostrado un efecto claramente beneficioso son:
Ejercicio físico progresivo controlado. Debe individualizarse según las características personales del paciente y las diversas fases evolutivas de la enfermedad. La actividad física ha de hacerse de manera regular y en periodos entre 35-45 minutos. No tiene que ser extenuantes, ya que podría empeorar la sintomatología.
Terapia cognitiva conductual. Ha demostrado claramente su utilidad en la mejoría sintomática, en el grado de adaptación de la mejoría de la calidad de vida de los pacientes con SFC, siempre esta terapia se debe de realizar por personal cualificado y con experiencia en el tratamiento de pacientes con SFC, bien sean Psiquiatras, Psicólogos clínicos, enfermeras terapeutas o fisioterapeutas.
Tratamiento de efectividad relativa
Antidepresivos, no se deben administrar sistemáticamente, son útiles cuando hay cuadros depresivos reactivos asociados a SFC, en el insomnio y la mejora sintomática de sus mialgias. Ansiolíticos: Tampoco hay que administrar de manera sistemática. Pueden utilizarse de forma transitoria como tratamiento sintomático de la ansiedad y del insomnio. Hay que ser cauteloso con el uso de una dosis alta de ansiolítico en estos pacientes, ya que pueden empeorar la debilidad muscular asociada al síndrome de fatiga crónica.
Analgésicos: Con el fin de aliviar la sintomatología se puede emplear el paracetamol, tramadol, o la asociación de paracetamol y tramadol. También se pueden emplear antiinflamatorios no esteroideos, cuyos fármacos mejoran considerablemente las mialgias, la cefalea, pero sabemos que no tienen la opción directa sobre la disminución de la fatiga. No se debe recomendar el uso sistemático.
Tratamientos no eficaces y no recomendados
Reposo, corticoides, antibióticos, antivíricos, inmunomoduladores, polivitamínicos, ácido grasos, carnitina…
Para concluir si que me gustaría remarcar que tanto el cuadro de fibromialgia como el de el síndrome de fatiga crónica produce un impacto importante, no sólo a nivel personal, alterando la calidad de vida, como a nivel familiar, laboral, llegando a producir discapacidad transitoria o permanente. Sólo quiero recordar que el 5% de toda la incapadidad permanente de los problemas reumatológicos es debido a fibromialgia y/o síndrome de fatiga crónica, con importante costo sociosanitario.