Síndrome premestrual (SPM)


Esther Cremaes, Mª Ángeles Jiménez, Charo López y Natividad Zubeldía

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Dolor de cabeza, problemas de sueño, ansiedad, irritabilidad…Estas son las molestias que describen muchas mujeres y que están relacionadas con lo que se conoce como Síndrome Premenstrual. Ateniéndonos a su definición, estaríamos refiriéndonos a un conjunto de síntomas, tanto físicos como emocionales, que se presentan unos días antes de la regla y se resuelven, por completo, después de la misma.

Cabe señalar que la mayor parte de las mujeres, sobre todo entre los 30 y los 45 años, van a presentar alguna sintomatología. Si bien, en la mayoría de los casos, se presenta con una intensidad entre leve y moderada, que no interfiere con las actividades diarias de las afectadas, en cuyo caso no se va a considerar como síndrome premenstrual.

Sin embargo, sí encontramos entre un 5% y un 10% de mujeres para las cuales el síndrome trae consigo un menoscabo significativo en su capacidad para mantener las actividades normales de trabajo y de relaciones interpersonales.

Para llegar a diagnosticar el trastorno, se han de expresar dos o más síntomas con cierto grado de intensidad. Deben surgir a partir de la ovulación (día catorce del ciclo), desaparecer con la regla y presentarse en la mayoría de los ciclos del año.

¿Qué lo provoca?

No se sabe muy bien por qué se produce. Puede que no haya una causa única, dada la diversidad de síntomas, pero que su aparición está relacionada con los cambios hormonales que acontecen tras la ovulación. Se señala como causa más probable la interacción de las hormonas ováricas y las sustancias, especialmente la serotonina, que en nuestro cerebro se encargan de transmitir la información y que son en buena parte responsables de los cambios en el estado de ánimo. También la herencia puede jugar un papel importante en la aparición del SPM ya que existe mayor frecuencia de este síndrome en las mujeres que cuentan con antecedentes familiares.

Es verdad que la situación personal de la mujer puede influir en la aparición o agravamiento de los síntomas premenstruales. Pero no toda mujer con SPM tiene problemas psicológicos, ni toda mujer con problemas psicológicos tiene SPM.

¿Cómo se manifiesta?

Se han descrito más de 150 síntomas, pero no todos se presentan, ni lo hacen con la misma intensidad:

  • El pecho está más grande y sensible.
  • El abdomen se hincha y es posible que la ropa apriete más que en otros momentos del ciclo.
  • Trastornos gastrointestinales (diarrea, estreñimiento, calambres abdominales, dolor de espalda, náusea).
  • Acné.
  • Dolor de cabeza, que puede ir acompañado de náuseas y vómitos.
  • Cambios en el estado de ánimo, que puede ser el factor que más interfiere en la vida diaria, y que las mujeres lo suelen describir como el estar nerviosa, inquieta, deprimida o tener dificultades para dormir.
  • Otras mujeres manifiestan fatiga, dificultad para concentrarse y cambios en la libido.

Situaciones que requieren asistencia profesional

Los síntomas varían de una mujer a otra. Si una mujer cree que sufre de SPM, conviene que haga un seguimiento de sus síntomas durante varios ciclos menstruales. Puede usar un calendario para tomar nota de qué síntomas tiene en qué días del ciclo y con cuanta intensidad. De esta forma, cuando necesita atención, ésta información será de utilidad para la valoración del posible síndrome premenstrual. Se debe buscar asistencia profesional si los síntomas no se resuelven con las medidas de cuidados personales o si son tan severos que limitan la capacidad de desempeño de la persona.

Prevención

Algunos de los cambios en el estilo de vida, recomendados para el tratamiento, pueden ayudar en la prevención del desarrollo o empeoramiento de los síntomas.

Así, se comprueba el beneficio que aporta la práctica de ejercicio regular y una dieta bien equilibrada, tal como se comenta más abajo.

Tratamiento

Se han intentado muchos remedios sin poder decir que hayan sido plenamente eficaces. En cualquier caso, el tratamiento ira encaminado a paliar los síntomas y permitir que la persona pueda reanudar sus actividades diarias. Tratamiento no farmacológico: A veces algunos cambios en el estilo de vida, una programación adecuada del sueño, una dieta equilibrada y el ejercicio físico son suficientes para reducir los síntomas. Veamos algunas de las recomendaciones:

  • Una dieta sin sal para reducir la retención de líquidos y la hinchazón.
  • Evitar el uso de la cafeína para reducir la irritabilidad.
  • Una dieta rica en hidratos de carbono, así como realizar comidas de poca cantidad y frecuentes.
  • En algunas mujeres, el ejercicio aeróbico (caminar, andar en bicicleta, correr, nadar) reduce los síntomas de forma significativa en comparación con las mujeres sedentarias.
  • Se han asociado, en ocasiones con éxito, técnicas de manejo del estrés, como la relajación, el control de la respiración, el Yoga y la música.
  • Suplementos alimenticios: las vitaminas A, B6, y E, solas o en preparados multivitamínicos, así como suplementos de magnesio y calcio.
  • Es frecuente encontrar recomendaciones de uso de hierbas medicinales, como el aceite de onagra (aceite prímula), el gingko biloba y el Vitex agnus castus (sauzgatillo).

Tratamiento farmacológico: Hacemos mención de alguno de los tratamientos que se han propuesto y vienen siendo utilizados, teniendo en cuenta que, en cualquier caso, deberán ser prescritos por especialistas de forma individualizada:

  • Hormonales: Los anticonceptivos combinados poseen la función de suprimir la ovulación y mantener los niveles hormonales estables durante todo el mes, lo que reduciría algunas molestias del SPM. Parecen más efectivos en el manejo de los síntomas físicos que los psicológicos. Sin embargo, hoy en día existe evidencia científica que indica que algunos preparados provocan una notable mejoría, tanto en síntomas físicos como en psicológicos.
  • Antidepresivos: El uso de algunos antidepresivos conocidos como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina están siendo utilizados con eficacia. Han demostrado mejorar síntomas emocionales, físicos y de funcionalidad social. Esto incluso se ve con bajas dosis y uso en forma intermitente.
  • Ansiolíticos: Se ha estudiado el uso de algunos de ellos como parte del tratamiento del SPM severo o con predominio de síntomas emocionales. Sin embargo estudios diferentes muestran resultados contradictorios, por lo que no se usan de entrada en el SPM con síntomas leves a moderados.