Somatizaciones en población infantil


Estíbaliz Martínez de Zabarte . Médico Adjunto de psiquiatría. Unidad de hospitalización psiquiátrica B del CHN Raquel Ruiz . Psicóloga clínica. Unidad de hospitalización psiquiátrica B del CHN Lucía Moreno Izco . Médico Adjunto Psiquiatría. Unidad de hospitalización psiquiátrica B del CHN

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Los síntomas físicos o quejas dolorosas de etiología desconocida son bastante comunes en la población pediátrica. Muchos niños sanos pueden expresar la angustia emocional en términos de dolor físico, como dolores de estómago o dolores de cabeza, pero estas quejas suelen ser transitorias y no afectar el funcionamiento general del niño.

La somatización en niños consiste en la experiencia de quejas somáticas persistentes que no puede ser completamente explicada por un diagnóstico médico. Los síntomas somáticos se convierten en un foco principal de su atención y a menudo interfieren con la escuela, la vida familiar y relaciones con los compañeros.

Epidemiología

Se encuentran síntomas somáticos recurrentes en el 11% de las niñas y en el 4% de los niños entre 12 y16 años.

Etiología

Depresión
Las quejas somáticas parecen ser dos veces más comunes en niños y adolescentes con diagnóstico DSM-IV para depresión que en niños sanos.

La depresión en niños suele presentar además otros síntomas como: aspecto triste, apatía, sentimientos de culpa, disminución de las relaciones sociales, irritabilidad, problemas para dormir y falta de apetito.

Ansiedad
Generalmente la manifestación de los síntomas ansiosos en niños se produce mediante las quejas físicas, como pueden ser cefaleas, vómitos, tensión muscular, molestias gastrointestinales, enuresis (emisión involuntaria de orina) e incluso dolor.

Un tipo de ansiedad típica en población infantil es el Trastorno de ansiedad por separación. Consiste en una ansiedad excesiva e inapropiada para la etapa del desarrollo del niño en relación a la separación de éste de sus figuras de apego. Las manifestaciones incluyen malestar emocional excesivo y recurrente y/o quejas somáticas repetidas al anticipar el momento de la separación de los cuidadores o del alejamiento del hogar. Los niños con ansiedad por separación rehúsan a estar solos, temen dormir sin compañía y buscan dormir con sus padres. Son reacios a pernoctar fuera de casa y frecuentemente tienen pesadillas de ser abandonados. La negativa de asistir al colegio es un problema común en estos niños. Otras veces pueden acudir repetidamente a la enfermería con alguna molestia, deseando ser enviados a su casa y reencontrarse con su figura de apego.

Maltrato físico/ abuso sexual. Es frecuente que los niños que han sido víctimas de abusos físicos o sexuales manifiesten síntomas somáticos.

Personalidad del niño. Niños con rasgos de personalidad perfeccionistas, excesivamente autoexigentes, tímidos y con tendencia a inhibir las expresiones emocionales pueden presentar quejas físicas ante situaciones que les generan estrés, ansiedad o malestar emocional. Estilos de expresión y resolución de conflictos familiares. Familias rígidas tendentes a no comunicar ni expresar los conflictos entre sus miembros, que ocultan la expresión de las emociones y sentimientos, que ponen excesivos límites, o al contrario, familias que no establecen límites ante los hijos y emiten estilos de comunicación agresivos. Pueden influir en que el niño tenga dificultades para verbalizar su malestar emocional, y lo haga mediante quejas físicas.

Diagnóstico y tratamiento

La evaluación por el pediatra es el primer paso en el tratamiento de un niño que presente quejas somáticas recurrentes (no justificadas por un problema médico), incapacitantes y que afecten a la esfera escolar, social y/o familiar del niño. De los procedimientos de intervención podemos señalar los siguientes aspectos importantes:

  • La coordinación entre los servicios médicos que intervienen para evitar duplicación de pruebas y tratamientos y asegurar la transmisión conjunta de la información a la familia.
  • La educación del niño con respecto a la interpretación de las sensaciones corporales.
  • Intentar evitar ganancias secundarias que pueden tener que ver con el rol de enfermo ( ej: intentar evitar que el niño deje de ir al colegio) enseñándole estrategias para ayudarle a manejar los síntomas ( ej: técnicas de relajación o distracción).
  • La identificación y el tratamiento adecuado de la coexistencia de diagnósticos, es decir, la ansiedad, la depresión, etc.
  • Cuando esté indicado, manejo con medicamentos y derivación a Salud Mental.

Qué mensajes transmitir a los padres

Tome las quejas de su hijo en serio. Recuerde que un niño que se queja de manera recurrente puede tener una enfermedad física real. La consulta con el pediatra es imprescindible. Si después de un examen físico, las quejas persisten:

  • Tenga en cuenta que los síntomas no se producen intencionalmente, pueden tener una base emocional.
  • Anime a su niño a expresar sus dolor en forma verbal. Asegúrele que usted es consciente de que el dolor es real y las formas que se pueden encontrar para aliviarlo. Explique que la presión y la preocupación pueden provocar síntomas físicos. Haga hincapié en que el dolor no es un castigo, no es culpa suya, y que el estrés puede afectar al cuerpo de diferentes maneras.
  • Trate de determinar las posibles causas. Su niño puede estar experimentando problemas académicos presión, los conflictos familiares, un cambio en la escuela, una mudanza, la enfermedad o la muerte de un familiar o amigo, o física o el abuso sexual.
  • Para algunos niños, mantener un registro ayudará a identificar las situaciones específicas que causan el estrés. Por ejemplo, que el niño registre cuando el dolor se produce en relación con actividades, la hora del día, la actividad que está realizando, cuánto tiempo dura el dolor y qué lo alivia. Esta información puede ayudar a planificar los cambios necesarios de vida, tales como una modificación de las exigencias escolares, ajuste en las relaciones familiares, la modificación de un calendario demasiado lleno de actividades, y puede aliviar una posible fuente de estrés.
  • Tenga cuidado de no reforzar inadvertidamente el comportamiento al mostrarse visiblemente alarmado y excesivamente solícito. Por ejemplo, permitir a su hijo quedarse en casa para evitar situaciones sociales pueden reforzar estos comportamientos.
  • Sea un buen modelo a seguir. Examine sus propias maneras de lidiar con el estrés, para ver si también tiende a expresar conflictos a través de síntomas físicos y adoptar medidas para modificar este patrón de respuesta.
  • Si la mejoría no se produce, y su hijo está recibiendo tratamiento médico adecuado, coméntelo con el pediatra para que valore la intervención de un profesional de Salud Mental.