¿Y tú, a qué tienes miedo?: Las fobias específicas


David Calvo Medel. Médico psiquiatra CSM Tudela Adolfo Navascués Navascués. Psicologo clínico CSM Tudela

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El término fobia alude a un miedo excesivo a un objeto, circunstancia o situación específica. La palabra proviene del griego y para su diagnóstico clínico requiere la aparición de una ansiedad intensa, hasta llegar al pánico, cuando se expone al paciente al objeto o situación temidos.

Ese miedo suele ser normalmente desproporcionado al peligro real y al contexto sociocultural de la situación temida. Además, estas situaciones que nos dan miedo se evitan o se resisten pero soportando altos niveles de ansiedad. Es necesario que ese miedo sea persistente y dure seis meses o más, causando un malestar importante en alguna de nuestras áreas de funcionamiento (académico, familiar, laboral…).

La fobia

Muchas veces se puede anticipar el daño, como que me vaya a morder un perro o desmayarme tras una extracción de sangre, o a veces el malestar proviene de angustiarse con el pensamiento, como por ejemplo perder el control.
La fobia específica es el trastorno mental más frecuente entre las mujeres y el segundo más habitual entre los varones, solo precedido por los trastornos relacionados con sustancias. La prevalencia de la fobia especifica es de más de un 10% en sujetos que cumplen todos los criterios, pero ese porcentaje es mucho mayor si consideramos a aquellas personas que tienen miedos intensos a determinados objetos, pero no les interfiere gravemente en su quehacer diario.
Clínicamente se distinguen cinco categorías: animales, ambientales, sangre-inyección-heridas, situacionales y otras.
Algunos de esos miedos podrían sorprender al lector, puesto que en la literatura se han descrito situaciones fóbicas que tienen que ver con situaciones cotidianas y en algunos casos extrañas, pero que pueden ser objeto de atención clínica. Porque ¿quién no ha tenido miedo a algo en su vida?
Acrofobia: a las alturas.
Ailurofobia: a los gatos.
Amoxafobia: sería el miedo a los campos electromagnéticos y con este nombre también se designa el miedo a conducir un vehículo.
Astrafobia/Brontofobia/Ceraunofobia/Tonitrofobia: a las tormentas y relámpagos.
Cinofobia: a los perros.
Coulrofobia: a los payasos y mimos.
Crematofobia: al dinero.
Eisoptrofobia: a los espejos.
Hilofobia: a los árboles.
Hoplofobia: a las armas de fuego.
Ligirofobia: a los ruidos fuertes como los de las explosiones.
Melisofobia: a las avispas y abejas.
Misofobia: a la suciedad y a los microorganismos.
Omfalofobia: a los ombligos.
Pogonofobia: a las barbas.
Tapefobia o Tafofobia: a ser enterrado vivo.
Tripofobia: a los agujeros pequeños y juntos, como un panel de abejas.
Turofobia: al queso.

Terapia psicológica

El tratamiento de todas estas afecciones, siempre y cuando sean limitantes evidentemente, se realiza con terapia psicológica de corte conductual. Lo primero que hay que enseñar al paciente son habilidades y técnicas de relajación, puesto que eso es incompatible con la ansiedad, para que el sujeto pueda enfrentarse al miedo con más garantías y probabilidades de éxito. Posteriormente se utiliza la desensibilización sistemática, que consiste en realizar una escala jerarquizada de menor a mayor intensidad de situaciones en relación al objeto temido y el sujeto se va exponiendo de manera gradual y progresiva para superar y tolerar cada una de esas etapas. Para poner un ejemplo, en el caso del miedo a los aviones, al principio de la lista podría estar acudir a buscar a alguien al aeropuerto, con prácticamente poca ansiedad, y al final estaría coger un vuelo solo, que sería la de mayor ansiedad. Muchas veces los fármacos sirven de ayuda para controlar sintomáticamente la ansiedad en estas exposiciones.

El pronóstico de las fobias simples es bueno, con una recuperación bastante alta. Además en la actualidad se están realizando muchos programas con el uso de realidad virtual, que permite recrear las situaciones con una mayor calidad sensorial y parece que puede ser una herramienta prometedora en la ayuda de estos pacientes, donde como dice un proverbio chino, el que teme sufrir ya sufre el temor.