Estornudos, congestión nasal, moqueo, tos, expectoración, dolor de garganta… son algunos de los molestos síntomas que producen las infecciones por los virus que causan tanto el resfriado común como la gripe. Llegan los meses de frío y estos virus reaparecen en escena como cada año.
El resfriado común es una de las enfermedades más frecuentes. Aunque la mayoría de los resfriados son leves y se resuelven dentro de un corto período de tiempo, los resfriados suponen una importante causa de absentismo laboral y escolar.
Los rhinovirus causan resfriados
Podríamos decir que el resfriado común no es una enfermedad específica, sino más bien un grupo de enfermedades cuyos síntomas son causados por uno de un gran número de virus. Los rhinovirus causan el mayor número de resfriados; hay más de 100 variedades diferentes de rhinovirus. La mayoría de estos virus causan que una persona enferme solo una vez. Sin embargo, debido al gran número de virus, una persona puede tener varios resfriados a lo largo de su vida. El adulto medio experimenta entre dos y tres resfriados por año, siendo todavía más frecuentes en los niños. Los resfriados se transmiten principalmente de persona a persona a través de las manos. Con menos frecuencia, el virus s puede transmitir por contacto con una superficie o al estornudar y toser. En la mayoría de los casos, los resfriados no causan enfermedad o complicaciones graves. La mayoría de los resfriados duran de tres a siete días, aunque muchas personas siguen teniendo síntomas hasta un máximo de dos semanas. Entre las complicaciones más frecuente está la sinusitis, siendo más raras las infecciones de las vías respiratorias inferiores, como son la neumonía o bronquitis y la infección del oído medio, u otitis media, que puede acompañar o seguir a un resfriado.
El virus de la influenza
El virus de la influenza, que causa la gripe, también puede causar síntomas similares a los de un resfriado (ver Tabla I). Sin embargo, la gripe suele causar otros signos y síntomas y suele ser más grave que un resfriado. Se caracteriza por un inicio brusco de síntomas generales, como cefalea, fiebre, escalofríos, dolores musculares y articulares o malestar, seguidos de manifestaciones respiratorias, especialmente tos y dolor faríngeo. Las molestias respiratorias se acentúan a medida que ceden los síntomas generales. Además puede presentar dolor al mover los ojos, fotofobia y ardor ocular. Los síntomas digestivos no son muy frecuentes siendo el vómito el más habitual. Normalmente el diagnóstico de la gripe se basa en los síntomas. La presencia de un cuadro compatible en la época de la gripe, suele ser suficientes. La necesidad de realizar estudios analíticos, radiografías o cultivos, la determina la existencia de síntomas propios de las posibles complicaciones de la gripe.
La pandemia de gripe
Los virus que causan la gripe tienen una gran capacidad para variar sus características de un año a otro y así evadir a nuestro sistema inmune, es por este motivo por el cual nos podemos infectar año tras año y la vacuna solo sirve para un solo año. Habitualmente la gripe se presenta en forma de brotes epidémicos normalmente durante los meses fríos, como consecuencia de las variaciones menores de los virus. Las pandemias se originan como consecuencia de las variaciones mayores del virus frente a las que la población carece de inmunidad. Éstas afectan en pocos meses a gran cantidad de personas, y no necesariamente en los meses fríos. La pandemia de gripe más reciente fue en 2009-2010 y se generó a partir de un virus de gripe H1N1.
La gripe se transmite por mecanismo aéreo directo a través de gotitas habitualmente por la tos y estornudos, por lo que se requiere un contacto estrecho con la persona infectada. También puede transmitirse, aunque con menos frecuencia, a través del contacto con superficies contaminadas. Su período de incubación es de 1 a 4 días tras el contacto con el virus. Un paciente con gripe puede transmitir la enfermedad desde 24 horas antes del inicio de los síntomas hasta 7 días después o tras 24 horas sin fiebre. La gripe no complicada por lo general se resuelve en un plazo de 2 a 5 días y la mayoría se recupera en una semana. La tos puede persistir 1-2 semanas y en una minoría la astenia o cansancio postgripal puede durar varias semanas. Las medidas básicas en el tratamiento de la gripe son el reposo y la toma de abundantes líquidos. Se debe de dejar de fumar y no beber bebidas alcohólicas. Además, suelen ser de ayuda los tratamientos sintomáticos con fármacos para combatir la fiebre y el malestar general. Entre las complicaciones destacan por un lado la neumonía y por otro lado las derivadas de la descompensación de enfermedades crónicas siendo causa de importante morbimortalidad en personas de riesgo. Por este motivo la vacunación se recomienda fundamentalmente para las personas con alto riesgo de sufrir complicaciones:
- Personas de edad mayor o igual a 65 años.
- Personas menores de 65 años que presentan un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe como por ejemplo enfermedades cardiovasculares (excluyendo hipertensión arterial aislada), pulmonares (incluyendo asma), metabólicas (incluida diabetes mellitus), insuficiencia renal, enfermedad hepática crónica o mujeres embarazadas entre otras.
- Personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones (trabajadores, cuidadores…).
Aproximadamente dos semanas después de recibir la vacuna, el cuerpo genera los anticuerpos que protegen contra la infección por el virus de la gripe. Las vacunas contra la gripe no protegen contra otras infecciones parecidas a la gripe causadas por otros virus. El paciente con gripe debe de quedarse en casa y no ir al trabajo, la escuela o centros públicos para evitar transmitir la gripe y que otros enfermen.
Medidas de higiene
Además, para disminuir la circulación de los virus causantes de la gripe y del resfriado común y por tanto disminuir la transmisión entre personas, se aconsejan una serie de medidas de higiene:
- Cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo desechable cuando se tose o se estornuda, tirando el pañuelo después de usarlo.
- Lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, especialmente después de toser o estornudar.
- Evitar acercarse a personas que estén enfermas.
- No tocarse los ojos, la nariz ni la boca para evitar transmitirse los virus con las manos.