Si usted tiene exceso de peso, alguna vez se habrá preguntado cuál es su peso ideal. La respuesta no es sencilla. Una posible y muy académica contestación sería que aquel peso que se acompañe de un Índice de Masa Corporal (IMC) normal.
El IMC es un índice que relaciona el peso y la talla de un sujeto, ya que no es lo mismo pesar 80 kg teniendo una estatura de 1,60 m o una estatura de 1,90 m. El IMC se obtiene dividiendo el peso entre el cuadrado de la talla en metros, es decir, IMC= Peso (kg)/Talla(m)2. En el primer sujeto el IMC es de 31,3 kg/m2 (IMC=80/1,62) y en el segundo es de 22,2 kg/m2 (IMC=80/1,92). Aunque existen varias clasificaciones del IMC, una de las más utilizadas es la de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO):
Peso insuficiente: <18.5
Normopeso 18.5-24.9
Sobrepeso grado I 25-26.9
Sobrepeso grado II (preobesidad) 27-29.9
Obesidad de tipo I 30-34.9
Obesidad de tipo II 35-39.9
Obesidad de tipo III (mórbida) 40-49.9
Obesidad de tipo IV (extrema) ³50
Exceso de grasa corporal
Por tanto, según esta clasificación el sujeto más bajo tiene obesidad y el más alto tiene un peso normal.
Ésta podría ser una definición de peso ideal: aquel para el que el IMC se encuentra dentro del rango de normalidad (18,5-24,9).
Ahora bien, la obesidad se define como un exceso de grasa corporal y, por tanto, tendríamos que añadir a la anterior definición que, además del IMC, el porcentaje de grasa corporal sea normal. En mujeres se considera saludable un porcentaje de grasa corporal del 20-30% del peso corporal y en hombres del 12-20%. Para obtener este dato es preciso recurrir a los denominados métodos de composición corporal, de los que existen varios tipos como la Bioimpedancia, Dexa, Bod-Pod, medición de pliegues cutáneos, etc. Con relativa frecuencia encontramos a personas con un peso normal, pero con un porcentaje de grasa elevado (personas sedentarias) y, aunque en menor frecuencia, también a la inversa, personas con exceso de peso pero un porcentaje de grasa normal (personas físicamente muy activas).
Como puede deducirse, la báscula dice la verdad, pero no dice toda la verdad. Los estudios de composición corporal son necesarios para estudiar la situación inicial y la evolución del peso de una persona.
Genética y ambiente
Si consiguiésemos un IMC y un porcentaje de grasa corporal dentro de la normalidad podríamos decir que hemos alcanzado, por fin, un peso ideal. Ahora bien, ¿es ésto posible para todas las personas?. Teóricamente es posible, pero la práctica diaria nos demuestra que en muchos casos resulta muy difícil. La tendencia genética a la obesidad es un hecho que dificulta el mantenimiento de un peso saludable. Las circunstancias laborales, la actividad física, la dieta, los factores socioculturales y psicológicos entre otros, también afectan notablemente al peso corporal. Puede decirse que la obesidad surge de la interacción entre la genética y el ambiente. Una persona con tendencia genética a la obesidad, puede no desarrollarla si sus hábitos de alimentación y actividad física son muy saludables, aunque si éstos son radicalmente inadecuados el exceso de peso se manifestará con claridad. De este balance genética-ambiente depende nuestro peso corporal. Si la tendencia genética es muy marcada o los hábitos de vida muy inadecuados, será terriblemente costoso conseguir y mantener el peso ideal.
Cómo perder peso
Ciertamente el tratamiento del exceso de peso descansa sobre la modificación del ambiente, ya que la genética no se puede modificar. Se trata de mejorar el estilo de vida, los hábitos de alimentación y actividad física. Cambiar estos hábitos resulta una de las cuestiones más difíciles en la vida de una persona, no podemos subestimar las dificultades que conlleva: hay que vencer el exceso de apetito, los horarios de comidas desordenados, los desequilibrios dietéticos, el sedentarismo, el poco tiempo para cocinar o para practicar algún ejercicio de nuestro gusto, el dolor de rodillas que impide los paseos prolongados, el dolor de pies, … ¿qué hacer ante tanta adversidad? Lo primero es asesorarse bien y tratar de conseguir un tratamiento personalizado y adaptado a nuestras circunstancias; un traje a la medida de cada uno. Como objetivo razonable puede plantearse la pérdida de un 10-15% del peso inicial, aunque sabemos que el estado de salud experimenta una mejoría evidente a partir pérdidas de un 5% del peso inicial. La dieta tiene que ser variada, procurando comer todos los grupos de alimentos. No es necesario que sea una dieta muy estricta, comiendo una buena cantidad de alimentos se puede perder peso.
Lo segundo es tomar conciencia de que pequeños cambios en el día a día conllevan resultados notables a lo largo del tiempo. Un yogur normal tiene unas 100 kcal, si lo multiplicamos por 365 días obtendremos 36500 kcal al cabo de un año, que equivalen a 5 kg de grasa corporal y en 5 años serían 25 kg de grasa. Lo mismo podemos aplicar a la actividad física. Ciertamente, cuando hablamos del tratamiento de la obesidad estamos hablando de la importancia de la rutina, de lo cotidiano en la vida de los seres humanos. Una rutina bien orientada será la mejor aliada para nuestra salud.
Por último, debemos mantener siempre un equilibrio entre exigencia y tolerancia. Tenemos que procurar hacer las cosas lo mejor posible, pero no debemos disgustarnos en exceso cuando no las hagamos bien o cuando no obtengamos unos resultados espectaculares. No somos perfectos. La impaciencia y la frustración son dos de las grandes enemigas en el tratamiento de la obesidad. Debemos acostumbrarnos a retomar siempre unos hábitos de vida saludables cuando los hayamos perdido, evitando a toda costa mantenernos en un ritmo de vida que vaya en contra de nuestro peso y de nuestra salud.