¿A qué llamamos cistitis? Si en una reunión de 10 mujeres de diferentes edades lo preguntamos, dos ó tres de ellas sabrán contestarnos e incluso una ó dos nos comentarán que la han padecido más de una vez.
Cistitis es la inflamación de la vejiga urinaria causada por la elevada presencia de gérmenes (bacterias) en la orina, lo que provoca molestias cómo dificultad o dolor al orinar (disuria) , necesidad de orinar frecuentemente (polaquiuria) y poca cantidad (polaquiuria). A veces se acompaña de sangre en la orina (hematuria) y dolor en bajo vientre. En el ámbito popular se conoce cómo “enfermedad de la luna de miel“ pues es, en esta ocasión, cuando suele darse con mayor frecuencia en relación con las relaciones sexuales.
Estas molestias son repentinas , “ayer me encontraba bien, no notaba nada“, y suelen afectar las actividades diarias, aunque normalmente no son graves, si son muy molestas.
Las bacterias responsables de la mayoría de cistitis (E. coli) se encuentran de forma habitual en nuestro intestino y salen con las heces. A veces del ano pasan a la vagina y de allí a la uretra desde donde ascienden hasta la vejiga. En determinadas ocasiones en que los mecanismos defensivos de nuestro cuerpo o de la vejiga fallan, se multiplican y producen la infección.
Más frecuente en las mujeres
Las cistitis son 10 veces más frecuentes en las mujeres que en los hombres. La anatomía de la uretra femenina (más corta que la del hombre) las favorece. Entre un 20-30% de las mujeres padecen a lo largo de su vida un episodio de cistitis y un tercio de las mismas desarrolla infecciones recurrentes (más de 3 episodios de cistitis al año). Sólo un 0.1 % de los varones sufren infecciones urinarias.
Mitos y Realidades
La “sabiduría“ popular, en este tema, cómo en otros muchos, ha mitificado causas y situaciones, algunas tienen base real y otras son suposiciones.
La cistitis no es una enfermedad causada por el frío, ni por la humedad, ni a través del agua de la piscina, ni por sentarse en la taza de los baños públicos . Sin embargo, sí existen circunstancias que se ha demostrado la favorecen:
- No vaciar completamente la vejiga en cada micción.
- Las relaciones sexuales (¡ojo! No es una enfermedad de transmisión sexual).
- El uso de anticonceptivos locales: DIU, diafragma y espermicidas.
- Incontinencia urinaria
- Menopausia
- Tener la vejiga “caída“ (cistocele)
- Presencia de enfermedades a otro nivel del aparato urinario (riñones y uréteres).
- El haber tenido un episodio previo de cistitis.
Tratamiento y Prevención
A pesar de ser una enfermedad frecuente, la cistitis tiene una fácil solución en prácticamente todos los casos.
El tratamiento de la cistitis es el uso de antibióticos adecuados. Si es el primer episodio se debe acudir al Centro de Salud para ser valorado por un sanitario y que se le prescriba el tratamiento.
Es muy importante realizar el tratamiento adecuadamente . Por suerte tenemos pautas cortas de antibiótico ( monodosis ó 3 días ) que facilitan el cumplimiento y evitan la presencia de resistencias de los gérmenes frente al mismo por no acabarlo : llamamos resistencia cuando las bacterias se hacen inmunes al tratamiento y por lo tanto las infecciones posteriores son más difíciles de tratar.
En aquellas mujeres que tienen cistitis de repetición se les instruye para que, en cuanto noten los primeros síntomas, inicien el tratamiento lo más rápidamente posible.
Existen medidas que previenen, no sólo para aquellas mujeres que han sufrido una cistitis, sino para todas en general, la aparición de nuevos cuadros de cistitis o el primero de ellos:
- Aumentar la ingesta de líquidos.
- Realizar micciones frecuentes, cómo mínimo cada 3-4 horas. Retener la orina mucho tiempo ayuda al crecimiento de las bacterias.
- Realizar una limpieza adecuada de la zona genital sobre todo tras la defecación. SIEMPRE DE ADELANTE HACIA ATRAS. Así se evita el arrastre de los restos de heces del ano hacia la uretra.
- Evitar el estreñimiento.
- Orinar inmediatamente después de mantener relaciones sexuales.
- Evitar duchas vaginales y jabones antibacterianos que desequilibran la flora sin eliminar las bacterias responsables de la infección. Existen otras medidas que no están tan demostradas hoy en día: tomar zumo de naranja o extracto de arandanos.
¡Que su luna de miel no se convierta en luna de hiel! Recuerde: más vale una onza de prevención que un kilo de curación.