Diabetes mellitus y la importancia del control mediante el ejercicio


Paola Gómez Ruiz, Beatriz Castillo Gracia, Miguel Arnal Lobera, Vanesa Solanas Jaria, María Cillas Lasheras Mainer, Sofía Pardina Zamora y Manuel Borruel Gabas.

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La diabetes mellitus (DM) es un síndrome que evoluciona de forma crónica, su frecuencia es creciente y produce, cuando no existe un buen control de esta condición, un aumento de las comorbilidades y mortalidad de las personas que lo padecen, con un impacto negativo sobre la calidad de vida.

Es por ello por lo que se considera un serio problema de salud en muchos países del mundo.

La diabetes mellitus (DM) es un conjunto heterogéneo de síndromes de etiología diversa, que cursan con hiperglucemia como resultado de un defecto absoluto del páncreas. Diabetes tipo 1 (DM tipo 1), o relativo, diabetes tipo 2 (DM tipo 2) de la secreción y/o acción de la insulina a nivel periférico.

Diagnóstico

El diagnóstico de DM se basa en la presencia de una de las tres anomalías siguientes del metabolismo de la glucosa:

• alteración de la glucosa plasmática en ayunas.

• elevación ocasional de la glucemia, en cualquier momento del día y en cualquier circunstancia, siempre que se acompañe de síntomas como: poliuria, polidipsia y pérdida importante de peso.

• alteraciones a las dos horas en el test de sobrecarga oral de glucosa.

Fases evolutivas de su desarrollo

La DM tipo 1 generalmente progresa a lo largo de meses o años durante los cuales el sujeto está asintomático y glucémico.

Las fases evolutivas de su desarrollo son:

• la prediabetes

• fase clínica

• fase de remisión

• diabetes establecida.

En la tipo 2, desde la tolerancia normal a la glucosa hasta la DM franca, pasando previamente por los estados de glucosa basal alterada y alteración de la tolerancia a la glucosa, es el resultado, durante años, del deterioro gradual de la función de la célula.

En términos absolutos podríamos decir que, en nuestro país, la DM tipo 2 afecta a alrededor de 2.000.000 de personas. Además, que aproximadamente el 50% de la DM tipo 2 está sin diagnosticar y que, por otro lado, en el momento del diagnóstico, el 40% de los pacientes presenta algún tipo de lesión en relación con la micro y macroangiopatía diabética.

El ejercicio físico

El ejercicio físico constituye uno de los pilares fundamentales en el tratamiento de las personas con diabetes.

Son conocidos los efectos beneficiosos del ejercicio físico sobre la hiperglucemia, que actúa en dos niveles fundamentales:

  • por una parte, el ejercicio físico favorece el consumo de glucosa por el músculo.
  • por la otra, es la única medida no farmacológica capaz de reducir la resistencia del músculo a la acción de la insulina.

Ambas acciones son muy beneficiosas para la diabetes.

Los ejercicios aeróbicos incrementan la sensibilidad a la insulina y el consumo de glucosa muscular y hepática, influyendo favorablemente sobre el control metabólico.

Los ejercicios de resistencia también son beneficiosos, con una frecuencia de al menos dos o tres veces a la semana, con el objetivo de mejorar la fuerza muscular.

Un estudio realizado por Sigal et al. (2006) demostró que la combinación de ejercicio aeróbico con un programa de acondicionamiento muscular (ejercicios de resistencia) genera mayores mejoras sobre el control glucémico que las mismas intervenciones realizadas de forma aislada. La indicación del tipo de ejercicio, la intensidad y la duración debe ser personalizada, ajustada y controlada por un profesional.

La American Diabetes Association (ADA) afirma que el ejercicio juega un papel importante en la prevención y control de la resistencia a la insulina.

En personas con DM2, la actividad física mejora la sensibilidad a la insulina y contribuye a mejorar los niveles de glucemia, lípidos y presión arterial. Disminuye el riesgo cardiovascular, la mortalidad y mejora la calida de vida.

En general, la práctica de ejercicio físico conlleva una disminución de la glucemia en los pacientes con DM2 y un aumento de la sensibilidad a la insulina que dura 12-72 horas. Estos efectos contribuyen a que la práctica regular de ejercicio físico mejore el control glucémico a largo plazo en los pacientes con DM2, especialmente en aquellos en los que predomina la resistencia a la insulina. Sin embargo, el efecto de una sesión de ejercicio aislada sobre la acción de la insulina se pierde a los pocos días y tiene un escaso beneficio. Por lo tanto, las recomendaciones para disminuir la resistencia a la insulina en DM2 son la actividad física regular realizada con una intensidad moderada.

La DM1 presenta múltiples retos metabólicos, los cuales pueden complicarse durante el ejercicio. Las variaciones de los niveles sanguíneos de glucosa causados por el ejercicio pueden tener consecuencias metabólicas indeseables, lo cual origina que muchas personas abandonen la práctica sistemática de ejercicios y, por lo tanto, sus múltiples beneficios para la salud.

En las personas sin diabetes, como se ha explicado, existe un alto control de los niveles de glucosa sanguíneos, sin embargo, en las personas no se produce el ajuste automático de los niveles de insulina, por ende, si no se prevé un ajuste artificial de estos niveles, el ejercicio físico podrá provocar, según la situación en la que se realice, hipoglucemias o hiperglucemias frecuentes.

Es por ello que, en función de la intensidad y duración del ejercicio, se recomienda aumentar la ingesta hasta 24 horas después para evitar una hipoglucemia tardía.

La hiperglucemia como consecuencia del ejercicio puede presentarse si la terapia insulínica es inadecuada, insuficiente y la liberación excesiva de hormonas contrarreguladoras durante la actividad física aumentan los niveles de la glucemia y de los cuerpos cetónicos; lo que puede conducir a cetosis o cetoacidosis diabética. Sin embargo, en determinadas ocasiones, a pesar de un buen control glucémico previo al ejercicio, también puede aparecer hiperglucemia después del mismo.

Esto es frecuente después de una competición o posterior a un ejercicio físico de corta duración y muy intenso o violento, por la secreción de un pico importante de hormonas contrarreguladoras producto de la situación de estrés físico y/o psíquico. Otra causa, más recurrente aún, es la ingestión excesiva de suplementos alimentarios antes o durante el ejercicio, en algunas ocasiones debido a una conducta de evitación de las hipoglucemias.

Excepto en situaciones muy concretas, los beneficios de la práctica de ejercicio físico superan los riesgos y el objetivo será adaptar para cada paciente el programa de ejercicio a su situación. La habilidad para ajustar el régimen terapéutico (insulina y nutrición) permite una participación segura y un alto desempeño de la actividad física, lo que evidentemente está relacionado con el nivel de conocimientos y educación sobre diabetes.

Cualquier tipo de práctica debe ser recomendada y consensuada por un profesional que pueda responder ante cualquier complicación.

 AUTORES:

– Paola Gómez Ruiz. Enfermera. Hospital Universitario San Jorge.
– Beatriz Castillo Gracia. Enfermera de Atención Primaria. Centro de Salud Actur Sur.
– Miguel Arnal Lobera. Enfermero de hospitalización. Hospital Universitario San Jorge.

– Vanesa Solanas Jaria. Enfermera Unidad de Cuidados Intensivos. Hospital Universitario San Jorge.

– María Cillas Lasheras Mainer. Enfermera de Urgencias y Emergencias 061 Aragón.

– Sofía Pardina Zamora. Enfermera de Hospitalización. Hospital Universitario San Jorge.

– Manuel Borruel Gabas. Enfermero de Hospitalización. Hospital Universitario San Jorge.