El ácido docosahexaenoico en la gestación y lactancia


Désirée Díaz-Jiménez. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. H. U. Virgen del Rocío. Sevilla. Marta Rodríguez-Villalón. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. Hospital Regional de Málaga. Ana María Gómez Abero. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. Complejo Hospitalario de Navarra. María Begoña Moreno-Dueñas. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. H. U. Virgen del Rocío. Sevilla

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Recientemente, muchas entidades científicas han recomendado aumentar la ingesta de ácidos grasos n-3, y más concretamente de ácido docosahexaenoico (DHA) en embarazadas y niños, fundamentalmente en prematuros y neonatos donde se ha demostrado su influencia en el desarrollo visual y neurológico.

Igualmente, se han observado efectos positivos en otras situaciones como en la prevención de enfermedades inflamatorias y mejoría en diversas enfermedades crónicas.
Esta mejoría cognitiva y desarrollo de la visión asociada con un buena ingesta de DHA, intensifica la necesidad de su aporte durante el crecimiento y desarrollo del lactante.

Requerimientos e ingesta recomendada de DHA durante la Lactancia Materna

El DHA no se considera un ácido graso esencial ya que se puede sintetizar a partir de los ácidos linoleico (LA) que si es considerado esencial. No obstante, dada la limitada y alta variabilidad en la formación del DHA a partir de su precursor y debido a su importancia en sus funciones sobre el desarrollo visual y neurológico, y sobre otros sistemas, es considerado esencial en etapas tempranas de la vida. Las etapas de embarazo y lactancia son críticas y precisan que estas mujeres aseguren una ingesta suficiente de DHA. Igualmente, el ofrecimiento de la lactancia materna durante al menos 6 meses asegura unos niveles de DHA mayores respecto al consumo de fórmulas artificiales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiende al menos 200 mg de DHA a mujeres con deseo de concepción, embarazadas y madres lactantes mediante el consumo de pescado (dos raciones de pescado a la semana).
En niños con enfermedades crónicas se debe valorar la suplementación de manera individualizada.
Cabe destacar que el pescado azul tales como sardina, atún, salmón entre otros son un alimento con unos niveles significativos de DHA. Asimismo, los mariscos son también una fuente importante de DHA.

DHA y Fórmulas Infantiles

En aquellos casos donde no es posible una lactancia materna y es necesario el uso de fórmulas infantiles, el DHA incluido en las mismas suele provenir del aceite de pescado, del huevo u organismos unicelulares, entre otros. La leche materna contiene un .32% de DHA del total de ácidos grasos, una fórmula infantil suplementada debe contener al menos el .2% y no exceder el .5% según las diversas organizaciones internacionales.

DHA y Enfermedades Crónicas

En algunas enfermedades donde existe una disminución del DHA y se ve comprometida la funcionalidad de la misma, es muy importante realizar la suplementación nutricional para cubrir las deficiencias. En muchas de estas enfermedades, la herramienta nutricional es el único tratamiento a realizar y gracias a la misma puede proporcionar una mejora en la calidad de vida.
Las deficiencias de DHA están asociadas a enfermedades tales como hiperactividad, déficit de atención, fibrosis quística o enfermedad de Alzheimer entre otras donde la suplementación con DHA mejora los resultados visuales, tests de coordinación y función motora, etc.

Recomendaciones

Los ácidos grasos omega-3 manifiestan tener beneficios sobre el sistema cognitivo y visual, y además presentan propiedades antiinflamatorias y sobre el sistema inmune.
El DHA es esencial en determinadas situaciones tales como prematuridad o en enfermedades crónicas como la fibrosis quística. En estos casos se debe asegurar su ingesta mediante suplementos y alimentos ricos en este ácido graso.
En mujeres con deseo de concebir, embarazadas y durante la lactancia materna, es importante asegurar la ingesta de pescado (al menos 2 veces por semana), hasta que los niños incluyan alimentos ricos en n-3 en la alimentación complementaria.