El estigma de la depresión


Javier Perfecto Ejarque Médico de Familia. Centro de Salud Arrabal de Zaragoza

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La tragedia que vivimos a principios de 2015 como consecuencia del infortunado vuelo del avión alemán en el que perdieron la vida la totalidad de los ocupantes ha despertado, a mi modo de ver, un desproporcionado sentimiento de alarma que para nada está justificado. Lo ocurrido nos hace pensar que no fue un accidente ni un acto terrorista lo que provocó la muerte de tantas personas.Tampoco un suicidio del copiloto del que se ha dicho de casi todo en medios de comunicación social e incluso profesionales.

De todos es sabido que la depresión es una enfermedad psiquiátrica muy frecuente y que se detecta no sólo en las consultas de psiquiatría sino también en las de los médicos de familia y de otras especialidades.
En mi ya dilatada vida profesional como médico de atención primaria he atendido a centenares de enfermos depresivos y nunca me he encontrado con un caso como el que nos ocupa.
No hay paciente con depresión que quiera hacer daño a un semejante ni que sea capaz de acudir a su trabajo habitual uniformado y entrar en la cabina de un avión como copiloto ni siquiera como pasajero. El enfermo depresivo en su grado extremo, lo que desea es desaparecer para dejar de molestar a los demás.
Así que mal que les pese a muchos en este caso no estamos ante un enfermo depresivo aunque sí frente al de un paciente con un trastorno grave psiquiátrico que podría corresponder a un trastorno de la personalidad, un trastorno adaptativo, una personalidad neurótica grave, un trastorno psicótico u otra grave enfermedad psiquiátrica.
La persona con una enfermedad depresiva severa tiene un elevado riesgo de suicidio cuando no es atendido correctamente, y aún cuando lo es, la mayor probabilidad existe cuando ha iniciado el tratamiento y comienza a mejorar, lo que no suele ocurrir hasta pasadas varias semanas. El depresivo, al principio no es capaz de tomar casi ninguna decisión e incluso puede necesitar ayuda para tomar los fármacos prescritos. La anhedonia, el aislamiento y la falta de interés por casi todo en las primeras fases, dominan la vida de estas personas llegando incluso a no moverse de la cama.
La eficacia de los tratamientos médicos actuales ha mejorado mucho el pronóstico de estos enfermos sobre todo cuando son diagnosticados precozmente y éstos no sólo se basan en los fármacos sino también en la suma de la atención psicológica, el cuidado de familiares y amigos y la empatía con los profesionales que intervienen. Hay que advertir que a pesar de los avances médicos son frecuentes las recaídas y éstas requieren tratamientos similares o más potentes.

La estigmatización

Volviendo al caso que nos referimos resulta altamente improbable que el copiloto alemán fuese tan sólo un enfermo depresivo. Si lo fue está claro que en la actualidad se había asociado otro grave trastorno psicopatológico.
¿Son los enfermos psiquiátricos unos delincuentes? Totalmente en desacuerdo. ¿Hay que recluirlos en instituciones penitenciarias? Yo creo que en la gran mayoría de casos no. ¿Es necesario ingresarlos en manicomios? En escasas ocasiones. ¿Hay que apartarlos de su medio laboral? La mayoría de veces sí en los periodos agudos de enfermedad.
Entrando en el terreno de la estigmatización, que es lo que me ha movido a escribir este artículo, tenemos que pensar en la gran cantidad de procesos patológicos que han sembrado la historia de la humanidad, desde la peste en la Edad Media a la tuberculosis, la lepra, la sífilis y el SIDA en el siglo pasado y por supuesto las enfermedades mentales casi siempre. Algunos de estos estigmas han sido superados pero queda mucho trabajo por hacer.
Dudo de que un piloto y que cualquier persona mínimamente normal, tenga que consultar Internet para aprender a suicidarse ya que esto es del dominio común. Dudo que un piloto de avión experimentado tenga necesidad de averiguar cómo se bloquea o desbloquea la puerta de una cabina de pilotaje.
No podemos estigmatizar, como se está haciendo, a los enfermos depresivos y a cualquier otro enfermo mental y pensar que pueden ser unos delincuentes.
¿Qué pensarán las familias de estas personas cuando lean las noticias que nos vienen brindando desde hace días los medios de comunicación?
Los enfermos depresivos no son una “bomba de relojería” para nadie, en todo caso sólo para ellos mismos. ¿Qué intereses puede haber en todo esto? Quizá las multinacionales de farmacia estén interesadas en fomentar la existencia y la medicalización de todas las enfermedades, ya sabemos que con demasiada frecuencia se “inventan” enfermedades para dar salida a fármacos.
De cualquier manera echo en falta voces críticas profesionales que denuncien estas tropelías informen sabiamente a la población y “rompan una lanza” a favor de nuestros enfermos depresivos que bastante sufrimiento llevan como para encima cargarlos con un “muerto” que no les corresponde.