El síndrome postvacacional


Dr. Emilio Garrido-Landivar

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Este cuadro, realmente a nivel clínico no existe como tal; no quiere decir que no haya personas que no se quejen de trastornos adaptativos a la hora de volver al trabajo después de un mes sin dar golpe, sin un control de horarios y comiendo y bebiendo más de la cuenta.

Es bueno romper la rutina, y descansar. Quien inventó las vacaciones debería tener el premio Nobel. Lo que ocurre es que las vacaciones largas, deberían tener un mínimo control o ser tomadas con la precaución debida para que no nos produjera esos efectos secundarios nocivos que a veces nos producen. Quiere esto decir que deberíamos tomarlas poco a poco y volver al trabajo también poco a poco. De tal manera que nuestra adaptación “a no hacer nada-vacaciones”, fuera con prudencia y poco a poco; asímismo la vuelta debería escalonarse con criterio y razón.

Es una realidad que todo esto no lo hacemos, luego a muchos –pero a menos de los que nos parece-, les cuesta volver al trabajo y a este proceso de acomodo le denominamos: Trastorno Adaptativo (309.24) o los periodistas lo han llamado síndrome postvacacional. Es un cuadro simple, no reviste mayor dificultad en la mayoría de los sujetos y con tres o cuatro días se acomoda uno fácilmente al puesto de trabajo y transcurridos unos días no se acuerda uno que estuvo de vacaciones. Así de simple y así de fácil. Como el cuadro de trastorno adaptativo es un trastorno del ánimo, puede cursar y de hecho así es, con ansiedad manifiesta. En muy pocos casos con depresión o síntomas más depresivos, mixtos (es decir con ansiedad y síntomas depresivos) y con trastornos del comportamiento.

Estos trastornos adaptativos se dan en muchas circunstancias de la vida, no solamente después de venir de vacaciones, sino en todos aquellos procesos y episodios de nuestra vida que tenemos que hacer un esfuerzo, que nos generan un estrés o que tenemos que adaptarnos a un puesto nuevo de trabajo en una ciudad nueva y en un entorno nuevo, sea agradable o no lo veamos como tal. Luego ven que es un trastorno muy generalizado, aunque ahora lo restrinjamos a las vacaciones por una mayor cultura y educación en salud.

No asustarse, no exagerar
Podríamos concluir, con un enorme respeto y con un gran sentido común de la salud, que un síndrome postvacacional es muy normal, no dura apenas, se controla con facilidad y es bueno poder terminar las vacaciones secuencialmente y entrar en el trabajo de forma también gradual si podemos y nos dejan.

Lo más importante es, no asustarse, no exagerar, hacer ejercicio físico por lo menos tres veces al día, y si persiste más de una semana, consultar con su médico de cabecera que le dará un ansiolítico a la noche y todo quedará en eso y nada más que eso, así que tranquilidad con este síndrome.

Para ser más exactos con la realidad clínica, sí que tenemos que reseñar que existen como en todos los cuadros clínicos, una población de riesgo; la cual puede y así ocurre, desarrollar una clínica más severa, pero –no nos equivoquemos-, son los menos y casi siempre en población de riesgo. Por ejemplo los niños, que siendo más vulnerables y teniendo un mayor riesgo de estrés, según el verano que hayan tenido tendrán más facilidad para que el síndrome adaptativo dure más tiempo y con sintomatología más florida: lloros por la noche, dolores de tripa, falta de apetito, rechazo a la escuela, y cierta regresión emocional respecto de la madre…; por decir los más importantes. En algunos casos este cuadro puede favorecer una fobia escolar. Otro grupo de riesgo son aquellas personas que acabaron un cuadro depresivo, o cualquier otro trastorno psiquiátrico con tratamiento específico y se fueron de vacaciones…; a la vuelta, intentando hacer vida normal puede que les cueste mucho más adaptarse a una sistemática horaria y tengan una “bajada de ánimo que les asuste”. Rápidamente necesitará el consejo de su clínico o de su médico de cabecera.

Ganas de vivir con alegría
Por fin tenemos a los abuelos, las personas mayores, que han pasado tres meses en su pueblo, o en el lugar de vacaciones con las hijos: mucha gente, ocupados, distraídos, en un entorno –su pueblo-, afectivo, social, de antiguos amigos…, y llega el hecho de volver a la vida “normal” –que para ellos no tiene nada de normal-, y se encuentran solos, sin gente, sin ocupación, tratando de adaptarse a otro espacio y a otra ciudad inhóspita como la que viven… Todo esto y mucho más supone un trastorno adaptativo, que pierden el apetito, las ganas de salir y de vivir… Cuanto más mayores y más tiempo han permanecido fuera de su entorno más complicada es la vuelta.

Respecto al síndrome vacacional, ningún problema, tranquilidad, sosiego, ganas de vivir con alegría y dar gracias a la vida y a Dios de que podemos volver a nuestro trabajo, porque gracias a ese tiempo en el trabajo vivimos de mejor manera.