El yodo es un micronutriente esencial para el organismo y una vez ingerido, se encuentra casi exclusivamente en el tiroides, porque es un componente fundamental de la molécula de las hormonas tiroideas. Éstas, como ya hemos comentado previamente en esta publicación, juegan un papel fundamental en varios procesos metabólicos y determinan el proceso de crecimiento y desarrollo de muchos órganos, especialmente el cerebro.
Por eso, el déficit de yodo, si es suficientemente severo como para afectar a la síntesis de hormonas tiroideas durante un periodo crítico como es el desarrollo fetal, da lugar a daño cerebral y retraso mental.
El yodo no puede “fabricarlo” el organismo, por lo que debe aportarse regularmente a través de la alimentación. Por ello, la OMS, y otras asociaciones (el Comité Internacional para el Control de los Transtornos por Déficit de Yodo, la Comisión de la Comunidad Europea y UNICEF) han fijado las siguientes recomendaciones de consumo diario de yodo según las edades:
Yodo en mcgr/día
- Niños entre 0 y 6 años: 90
- Niños de 6 a 12 años: 120
- Adolescentes y adultos: 150
- Embarazadas y en período de lactancia: 200-260
Los parámetros empleados para valorar el nivel de yodo son el tamaño del tiroides y la excreción urinaria de yodo (yoduria), ya que, aproximadamente el 80 % de yodo ingerido con los alimentos se elimina por la orina.
Situación mundial del déficit de yodo
La ingesta insuficiente de yodo se manifiesta a través de una serie de problemas muy variados, los llamados “Trastornos por Deficiencia de Yodo” (TDY), cuyas características dependerán de la intensidad del déficit y del momento de la vida en que ocurra. Se ha demostrado que el bocio no es la única manifestación de la carencia de yodo (aunque es el más frecuente y conocido), sino que da lugar a otros problemas como el aumento de mortalidad neonatal y el número de abortos, anomalías congénitas con daño neuromotor permanente, defectos de audición y disminución de la capacidad intelectual y del crecimiento.
Es muy importante saber que los trastornos por déficit de yodo constituyen un verdadero problema de salud pública a nivel mundial. En un informe de la OMS /UNICEF se calcula en 2.225 millones de personas las que están en riesgo de estos trastornos (38% de la población mundial) en 130 países . Se calcula que 740 millones de personas tienen bocio por esta causa y, lo que es más importante, 43 millones pueden presentar cierto retraso mental por el déficit de yodo.
Es decir, la deficiencia en yodo constituye la causa más importante y, sobre todo, prevenible de daño cerebral en el feto y en el recién nacido, y de retraso psicomotor en el niño. Por tanto, la erradicación de los trastornos provocados por esta carencia constituye una prioridad mundial en salud pública, debido a sus negativas consecuencias sobre el desarrollo del cerebro de los niños y niñas que nacen en zonas donde existe un déficit de este mineral. Por esto, se va a implantar durante los próximos 10 años una campaña de yodación activa en los países más afectados ( que son los de las regiones menos desarrolladas especialmente África y el sudeste asiático). En un informe de la ONU en 1990 sólo uno de cada cinco hogares utilizaba sal yodada. Desde entonces, se ha avanzado enormemente y la sal yodada, según las últimas estimaciones, llega ahora al 70% de los hogares de los países en vías de desarrollo.
Carencia de yodo
Pero, en nuestro medio, también existe en la actualidad un déficit de yodo, más o menos intenso, en casi todos los países de Europa Occidental. En España, los estudios realizados revelan una carencia de yodo leve-moderada generalizada, siendo las concentraciones de yodo en orina de moderadamente bajas a muy bajas, lo que demuestra deficiencias de yodo en todas las áreas estudiadas.
Además, existe una población especial de riesgo que son las mujeres embarazadas y los niños de corta edad. Durante el embarazo y el período de lactancia están aumentadas las necesidades de yodo, por lo que es de especial importancia recibir un aporte suficiente, ya que deben cubrirse las necesidades de yodo de la madre y a través de ella las del feto y del recién nacido. El déficit de yodo durante la gestación repercute negativamente en el desarrollo intelectual del bebé, siendo la principal causa de retraso mental evitable en el mundo. Además, puede dar lugar a la aparición de bocio y también aumenta la tasa de hipotiroidismo y hay mayor número de abortos y de muerte fetal.
En nuestro país, se calcula que entre un 30% y un 50% de las mujeres embarazadas consumen yodo en cantidades inferiores a las recomendadas, con los riegos potenciales que ello implica. También en nuestra comunidad se ha realizado este estudio en embarazadas con idéntico resultado.
La solución es muy fácil pues está demostrado que el tratamiento con yodo de la mujer embarazada y durante el período de lactancia permite prevenir los trastornos causados por el déficit de yodo en el niño.
Es por esto que actualmente se recomienda de forma universal a las mujeres durante el periodo pre-concepcional, embarazo y lactancia suplementar la dieta con 200 mcg de yodo elemento (en comprimidos que contienen la dosis recomendada de yodo).
La solucion: cómo aportar el yodo necesario
El déficit de yodo se produce porque el yodo se encuentra distribuido de forma irregular en el agua y en los alimentos. Hoy en día, prácticamente todo el yodo se encuentra en los océanos y la principal y casi exclusiva fuente de este mineral son los alimentos de origen marino, como el pescado, los mariscos, las algas, etc El contenido en yodo de nuestro suelo es muy pobre, por lo que muchos de los productos agrícolas de zonas del interior y montañosas también son pobres en este elemento. Debido a ello y a nuestros hábitos alimentarios resulta difícil cubrir las necesidades diarias de yodo de la población a través de la dieta, y en la práctica esta deficiencia se evita suplementando la dieta con sal yodada.
La yodación de la sal es una forma sencilla, efectiva y económica de proporcionar yodo a las poblaciones que lo necesitan. En España existe sal yodada disponible en el mercado desde 1983, cuyo contenido en yodo es de 60 mgr por Kg de sal, de tal manera que con la ingesta diaria normal de sal (unos 3 gramos /día) se cubren las necesidades diarias de yodo.
Toda la población debe utilizar sal yodada al cocinar y aliñar los alimentos, especialmente los niños y mujeres en edad fértil. Su consumo es especialmente importante en mujeres embarazadas y en periodo de lactancia.
Con el aporte adicional de yodo en cantidades fisiológicas (150-200 mcgr/dia) administrado a través de la sal yodada, no cabe esperar ningún riesgo para la salud ni suele presentarse intolerancia al yodo, tipo reacciones alérgicas. Tampoco se han detectado casos de ingesta excesiva de yodo. Las personas que están en tratamiento con hormona tiroidea también deben tomar sal yodada y únicamente en aquellas que presentan un hipertiroidismo activo se debe suspender temporalmente, por parte del endocrinólogo, la toma de sal yodada.