La caja torácica es una parte fundamental de nuestro organismo, con funciones tan importantes como la de proteger los pulmones, el corazón, el esófago o los grandes vasos o participar en el mecanismo de la respiración al movilizar de forma activa el espacio torácico en la inspiración.
Está formada por el esternón, las vértebras torácicas y las costillas, las cuales están unidas al esternón por un cartílago que se encarga de darle a la caja torácica la capacidad de distenderse y de amortiguar pequeñas tracciones.
Encontramos 12 costillas a cada lado del tórax, las siete primeras se unen directamente al esternón, las tres siguientes se unen a la séptima costilla y las dos últimas, también denominadas “flotantes” no llegan a unirse al esternón en su parte anterior, lo que les confiere una importante movilidad y la capacidad de adaptar la caja torácica a algunos eventos como el embarazo sin que suponga ningún problema.
Las costillas son huesos delgados y curvos que pueden ir perdiendo densidad ósea a lo largo de la vida o en algunas situaciones como en la toma crónica de corticoides, en la menopausia o la osteoporosis generalizada por lo que es habitual encontrar pequeñas fracturas costales en la población general que en algunas ocasiones pasan inadvertidas.
Las fracturas costales se definen como la pérdida de continuidad de la superficie de la costilla y se presenta tanto en traumatismos costales como en pequeños movimientos como un esfuerzo o accesos de tos en personas que presenten escasa densidad ósea.
Los síntomas que podemos presentar si la fractura es pequeña y afecta a uno o dos arcos costales es predominantemente dolor, que aumentará con los movimientos de la caja torácica como la inspiración profunda, esto se produce porque las costillas presentan en los espacios intercostales una gran inervación.
En general el dolor a pesar de poder prolongarse durante un tiempo no representa un problema respiratorio importante y el tratamiento con reposo, analgésicos y antiinflamatorios es suficiente para consolidar la línea de fractura.
Fractura costal grave
Cuando se produce un traumatismo torácico con mayor energía, como un accidente de coche o una caída desde varios metros de altura, podemos tener una fractura costal grave que es aquella en la que se fracturan más de 3 costillas adyacentes en dos o más puntos diferentes o la zona anterior de 2 o más costillas a ambos lados del esternón, ya que se produce una intensa inestabilidad de la caja torácica y una incapacidad para mantener la respiración normal.
Es éste contexto hay que valorar si en el mismo traumatismo se ha podido lesionar el pulmón creando un neumotórax (aire en espacio pleural) o hemotórax (sangre en el espacio pleural).
En los casos de un traumatismo torácico grave es fundamental una adecuada analgesia para que el paciente respire con normalidad y tosa para movilizar las secreciones respiratorias, para ello podemos utilizar analgesia regional, es decir, colocar una perfusión de analgesia epidural a nivel torácico, también podrían estar indicados analgésicos potentes como los derivados mórficos intravenosos.
Si el traumatismo es tan extenso que produce inestabilidad torácica o “volet costal” y dificultad para mantener la respiración y la oxigenación con normalidad, el tratamiento incluye un adecuado apoyo respiratorio con ventilación mecánica y la sedación del paciente hasta la consolidación parcial del foco de fractura. Y solamente en algunos casos con numerosas fracturas costales en varios puntos y con inestabilidades graves es necesaria la reparación quirúrgica.
Una vez que las lesiones mejoran es fundamental una adecuada fisioterapia respiratoria precoz e incentivar la respiración para mejorar la capacidad respiratoria y evitar complicaciones como las infecciones respiratorias.