No es ningún secreto que una de las partes más importantes de nuestra vida son las relaciones sociales. En cada una de las cosas que hacemos hay un componente de relaciones con los demás que determina en gran medida (facilitando o entorpeciendo) nuestra búsqueda de la felicidad.
Raramente en nuestra vida vamos a poder escapar de los efectos de las relaciones sociales, ya sea en nuestro lugar de trabajo, de estudios, nuestros ratos de ocio o dentro de nuestra propia familia. Una interacción placentera en cualquiera de estos ámbitos nos hace sentirnos felices, desarrollando nuestras tareas con mayor eficacia. De hecho, una baja competencia en las relaciones con los demás puede llevar al fracaso en un trabajo, los estudios o en la familia.
Situaciones en las que es imprescindible un buen repertorio de habilidades sociales
Hay algunas situaciones en la vida diaria en las que especialmente debemos desplegar todas nuestras habilidades para relacionarnos de forma adecuada y tener más posibilidades de conseguir lo que queremos, algunos ejemplos son:
- Integrarnos en un grupo nuevo de amigos.
- Establecer una relación adecuada con nuestros hijos adolescentes.
- Decir no sin que la relación se sienta perjudicada.
- Actuar correctamente ante una entrevista de trabajo.
Una habilidad imprescindible: la asertividad
Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no asertividad). Suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos.
Es una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia.
¿Por qué algunas personas no son habilidosas socialmente?
Puede haber varias razones.
- La persona nunca las ha aprendido porque o bien no ha tenido un modelo adecuado o bien no hubo un aprendizaje directo. Las habilidades sociales suelen aprenderse durante la infancia y a lo largo de la vida, a veces nuestros modelos no facilitan este aprendizaje.
- Estas habilidades existen, pero hay factores que inhiben o interfieren con las conductas. Un ejemplo de esto podría ser los pensamientos negativos que impiden que las habilidades adquiridas se puedan poner en marcha de forma adaptativa (por ejemplo pensar que no tenemos derecho a pedir un aumento aunque si sepamos cómo hacerlo).
Una buena noticia: las habilidades sociales se aprenden
Todo el mundo es capaz con el entrenamiento adecuado de aprender a desenvolverse en la vida de forma práctica, sana y satisfactoria. Esto se consigue mediante las Técnicas denominadas Entrenamiento Asertivo o también Entrenamiento en Habilidades Sociales, aunque esto engloba un mayor número de competencias.
Este entrenamiento consiste en:
- Enseñar conductas concretas e integrarlas en el repertorio del sujeto.
- Reducir la ansiedad en situaciones sociales problemáticas.
- Reestructuración cognitiva.
- Entrenamiento en solución de problemas.
Las técnicas más utilizadas por haber demostrado más eficacia en el entrenamiento de habilidades sociales son las cognitivas, conductuales y de control de estímulos.
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