La gota es una enfermedad conocida desde la antigüedad. Ha sido frecuente en grandes mandatarios de la historia y por eso ha sido conocida como enfermedad de reyes, aunque no es exclusiva de ellos. La sufrieron, por ejemplo, los reyes Enrique VIII y Felipe II, además de varios emperadores romanos y algunos papas.
¿Qué es la gota?
La gota es una enfermedad producida por el depósito de cristales de urato monosódico en las articulaciones y otras zonas. Se caracteriza por episodios bruscos de dolor intenso e hinchazón, a veces con enrojecimiento, de una o más articulaciones. Casi siempre afecta a una sola articulación y lo más típico es que afecte al dedo gordo del pie.
Debe su nombre a la creencia de que la enfermedad se debía al goteo de un líquido o humor nocivo sobre la articulación. Según los antiguos griegos, el funcionamiento correcto del cuerpo se debía al equilibrio entre cuatro sustancias básicas llamadas humores (líquidos). Hoy sabemos que los ataques de inflamación son consecuencia de la presencia de cristales de una sal del ácido úrico (el urato monosódico) en el interior de la articulación.
¿A qué se debe?
Para que se formen estos cristales es necesario que los niveles de ácido úrico en sangre estén elevados, pero no todas las personas con ácido úrico elevado llegan a tener gota. Para que la gota se produzca son necesarios además otros factores que precipiten el ataque, entre ellos genéticos, traumatismos o excesos dietéticos. Los expertos siempre han ligado la gota con una dieta rica en carne o el consumo excesivo del alcohol, lo que explica posiblemente que la enfermedad se haya asociado a reyes y papas, pues el pueblo llano tenía una dieta más limitada.
Se habla de hiperuricemia cuando los niveles de ácido úrico son superiores a 7mg/dl. Por encima de esa cifra el ácido úrico presente en la sangre ya no se disuelve y se precipita formando cristales. Es como si echamos mucho azúcar en el café: no se podrá disolver y formará un poso en el fondo de la taza.
El ácido úrico, o mejor dicho, los cristales de urato, no se depositan solamente en las articulaciones. Puede formar piedras o cálculos en el riñón (litiasis), y en algunas personas nódulos más o menos duros alrededor de las articulaciones, que se conocen como tofos.
¿Cómo se diagnostica?
En una persona con hiperuricemia y ataques repetidos de hinchazón del dedo gordo del pie podemos pensar con bastante certeza que tiene una gota. Blanco y en botella… pero a veces no es leche!. El diagnóstico preciso de la enfermedad se logra mediante la identificación de los cristales de urato en el líquido extraído de las articulaciones inflamadas en los ataques de gota, o de los nódulos o tofos si los hay.
¿Cómo se trata?
La gota es una enfermedad con un tratamiento actualmente muy eficaz. El tratamiento se basa en dos patas fundamentales:
• Tratamiento del ataque agudo de gota.
• Tratamiento del depósito y prevención de nuevos ataques.
En el tratamiento del ataque agudo de gota se emplea desde hace siglos la colchicina. Ya en el siglo VII se utilizaba el bulbo del cólquico, aunque cayó en desuso por su toxicidad. Volvió a utilizarse más tarde, y en 1814 James Want identificó la colchicina como la sustancia que producía los efectos farmacológicos de la planta. En la actualidad otras medicaciones, como los antiinflamatorios o la cortisona, consiguen cortar los ataques agudos de gota de manera eficaz y sin los efectos secundarios de la colchicina.
Cuando se producen ataques repetidos de gota o hay depósitos en forma de tofos está indicado un tratamiento continuado para eliminar los depósitos y prevenir nuevos ataques. La gota se puede curar, pero sus secuelas no. Por eso hay que actuar antes de que los ataques de gota dejen lesiones irreversibles en las articulaciones. Además el tratamiento adecuado disminuye el riesgo de daño a los riñones o al corazón. En algún paciente puede ser necesario comenzar este tratamiento tras el primer ataque de gota, o incluso antes de que éste se produzca.
El objetivo del tratamiento es disolver y hacer desaparecer del cuerpo los depósitos de urato, para lo que hay que mantener el ácido úrico en sangre en niveles inferiores a lo normal, por debajo de los 6mg/dl.
Las primeras medidas a tomar en todos los casos son medidas generales, como la dieta, además de cuidar otras enfermedades comúnmente asociadas a la gota como el aumento de colesterol o la hipertensión, controlar la obesidad y evitar el tabaquismo. Tomar abundante agua alcalinizada ayuda a los pacientes con litiasis.
Entre las medicaciones empleadas para bajar el ácido úrico el más empleado y de primera elección es el alopurinol (Zyloric®). En los pacientes que no responden a este tratamiento o cuando está contraindicado disponemos de otros fármacos muy eficaces, como el febuxostat (Adenuric®). Estos fármacos disminuyen el ácido úrico disminuyendo su producción en el cuerpo. Otros fármacos menos empleados bajan el ácido úrico aumentando su eliminación por la orina. Será en todo caso su médico quien le prescriba la medicación más oportuna en cada caso.
Al inicio de un tratamiento para bajar el ácido úrico pueden desencadenarse episodios agudos de inflamación. Es como si agitamos el agua clara de un charco, que se vuelve turbia. Por ello se recomienda no iniciar estos tratamientos durante un ataque sino esperar a que se hayan resuelto y como medida de precaución añadir al principio tratamiento con colchicina para prevenir la aparición de estas crisis, y mantenerlo al menos 6 meses.
La importancia de la dieta ¿Puedo tomar tomates?
Algunos alimentos incrementan el riesgo de gota y otros lo reducen. Las dietas estrictas tienen poco efecto sobre la reducción del ácido úrico, y son regímenes de alimentación de difícil cumplimiento a largo plazo, por lo que es imposible conseguir una reducción clínicamente significativa de la uricemia únicamente con dieta. No obstante hay que evitar los alimentos que incrementan el riesgo de gota y/o los niveles de urato sérico y favorecer el consumo de los que lo disminuyen.
El consumo de alcohol incrementa el riesgo de gota y los niveles séricos de urato. El vino en cantidades moderadas, sin embargo –dos copas al día- no está contraindicada, y además tiene un efecto beneficioso demostrado sobre el riesgo cardiovascular.
Entre los alimentos que incrementan el riesgo de gota están las carnes rojas, mariscos, pescado y productos con elevado contenido de proteínas de origen animal. Los alimentos y bebidas ricos en fructosa también se han asociado con un incremento en el riesgo de gota y de resistencia a la insulina.
Entre los que reducen el riesgo de gota y los niveles séricos de ácido úrico hay que tener en cuenta la leche, el yogurt, y los productos bajos en grasas. El consumo de café y de proteínas de origen vegetal (legumbres y frutos secos) también ha demostrado un efecto protector.
Los alimentos ricos en purinas de origen vegetal (guisantes, alubias, judías, lentejas, espinacas, hongos, avena o coliflor) no aumentan riesgo de gota, por lo que se recomienda su consumo como parte de una dieta equilibrada.
Respecto a los tomates la respuesta corta es sí. No se ha demostrado relación entre consumir tomates y el aumento del ácido úrico ni, por lo tanto, con la enfermedad de la gota. Así pues, si padeces de gota, puedes tomar los ricos tomates rosas de nuestra huerta. ¡El pecado es perdérselos!