El dolor crónico es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo, impactando significativamente en su calidad de vida. Este tipo de dolor puede ser el resultado de diversas condiciones médicas, lesiones o en algunos casos no tener una causa aparente. Su manejo efectivo requiere un enfoque multidisciplinar, que incluya cambios en la alimentación, ejercicio, hábitos saludables, higiene del sueño, así como el manejo de pensamientos y sentimientos. A continuación, se describen estrategias clave para abordar el dolor crónico de manera integral.
Por un lado nos encontramos con la alimentación, que juega un papel fundamental porque influyue en la inflamación, la función inmunológica y en el estado general del cuerpo. Consumir una dieta rica en alimentos antiinflamatorios, como frutas, verduras, grasas saludables (como el omega-3) y cereales integrales, puede aliviar los síntomas al reducir la inflamación. Evitar alimentos procesados, azúcares y grasas no saludables es igualmente importante para evitar empeorar el dolor. Una buena nutrición mejora la energía, el control del peso y el bienestar emocional. Todos ellos son aspectos esenciales para afrontar el dolor crónico de manera más efectiva.
Por otro lado también es importante realizar ejercicios y estiramientos. Son altamente beneficios por varias razones. Ayudan a mantener los músculos y las articulaciones más flexibles, reduciendo la rigidez y aumentando el rango de movimiento, lo cual es esencial para prevenir tensiones adicionales que agravan el dolor.
La actividad física moderada estimula la circulación, promoviendo el suministro de oxígeno y nutrientes a los tejidos dañados y ayudando a reducir la inflamación. Además desencadena la liberación de endorfinas que son los analgésicos naturales del cuerpo que pueden aliviar el dolor y mejorar el estado de ánimo.
Resulta igualmente importante adoptar hábitos saludables para mejorar la calidad de vida, como evitar el consumo de alcohol y tabaco.
El alcohol causa inflamación y afecta al sistema nervioso central, que es clave en la percepción del dolor y puede interferir con el sueño reparador, esencial para manejar el dolor. Además su consumo junto con la ingesta de medicamentos, puede tener efectos secundarios peligrosos.
En cuanto al tabaco, fumar incrementa la inflamación sistémica y disminuye el flujo sanguíneo, lo que dificulta la reparación de los tejidos dañados y empeora el dolor. La nicotina afecta a los nervios haciendo que el sistema nervioso sea más sensible al dolor. Dejar de fumar mejora la oxigenación de los tejidos, promueve la curación y reduce el estrés oxidativo, un factor clave en el dolor crónico.
En definitiva, evitar el consumo de estas sustancias ayuda al cuerpo a recuperarse más eficazmente, reduce la inflamación y mejora la respuesta al tratamiento del dolor crónico.
De igual forma, hay que tener en cuenta la higiene del sueño, ya que la calidad del mismo tiene un impacto directo en el manejo del dolor debido a la relación entre el sueño y la percepción del dolor.
Un descanso inadecuado puede aumentar la sensibilidad al dolor. Durante el sueño profundo, el cuerpo libera hormonas que promueven la reparación celular y reducen la inflamación. Descansar adecuadamente ayuda a reducir la tensión muscular asociada al dolor crónico y mejora el estado de ánimo y el estrés, factores que pueden intensificar la percepción del dolor.
Es por ello que adoptar hábitos saludables como mantener horarios regulares de sueño, limitar el uso de pantallas antes de acostarse y crear un ambiente propicio para dormir, puede ser clave para aliviar el dolor crónico y mejorar la calidad de vida.
El manejo del dolor crónico también implica un enfoque mental positivo. La relación entre el dolor físico y el estado emocional es bidireccional, lo que significa que los pensamientos y las emociones pueden intensificar o aliviar el dolor, y viceversa. Las emociones como el estrés y la ansiedad pueden aumentar la percepción del dolor. Estos sentimientos provocan una respuesta de lucha o huida en el cuerpo, que aumenta la inflamación y la tensión muscular, lo que agrava el dolor. Además, la ansiedad puede hacer que una persona se enfoque más en el dolor, intensificándolo.
Las personas con dolor crónico crónico a menudo experimentan depresión y esto hace que el dolor sea más difícil de manejar. La depresión está asociada con cambios en la química cerebral que pueden aumentar la sensibilidad al dolor y también puede afectar a la capacidad de una persona para hacer frente al dolor y llevarla a una espiral negativa de emociones haciendo que el dolor sea aún más debilitante.
En cambio, cultivar pensamientos positivos como la gratitud y enfocarse en lo que se puede hacer en lugar de lo que no se puede, puede disminuir la percepción del dolor. La mente tiene el poder de modular la experiencia del dolor y al enfocarse en pensamientos constructivos, se puede disminuir la tensión y el malestar asociado al dolor crónico. Aceptar las limitaciones del cuerpo puede reducir el estrés emocional y ayudar a que las personas con dolor crónico sean más amables consigo mismas. Esto ayuda a gestionar el dolor de una forma más saludable y reduce la carga emocional, lo que también puede aliviar la intensidad del dolor. Hablar sobre las emociones y el dolor con familiares, amigos o terapeutas puede liberar tensiones emocionales y reducir el sufrimiento. La validación emocional y el apoyo social son fundamentales para mejorar el bienestar y reducir el impacto del dolor crónico.
Es importante mirarse con amor y humor, apreciarse y ser amable consigo mismo. Construir una vida acorde a las propias necesidades teniendo en cuenta la enfermedad, en lugar de vivir para ella, es fundamental.
Recapitulando, el manejo del dolor crónico no es una tarea sencilla, pero con un enfoque integral que incluya cambios en la alimentación, ejercicio, hábitos saludables, higiene del sueño y un manejo positivo de pensamientos y sentimientos, es posible mejorar significativamente la calidad de vida y reducir la percepción del dolor.
AUTORA
Laura Alegría Sos. Enfermera. Unidad del Dolor. Hospital Universitario de Navarra