Dolor pélvico crónico y neuroestimulación tibial posterior


Joaquina Lerga Labiano, Estitxu Carricas García de la Vega y María Teresa Basterra Martínez de Estíbariz. Enfermeras de la Unidad de Tratamiento del Dolor del Hospital Universitrio de Navarra

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La asociación internacional para el estudio del dolor (IASP) lo define: “el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada a una lesión tisular real o potencial”.

¿Cuándo se considera que el dolor es crónico?

Cuando tiene una duración más allá de los tres meses.

¿Qué es la pelvis?

Es el área inferior del abdomen, debajo del ombligo y entre las caderas, donde se alojan los órganos reproductores, la vejiga y el final del tubo digestivo. En su parte baja se encuentra el periné que contiene los órganos genitales externos y el ano.

¿Cuáles pueden ser las causas de un dolor pélvico crónico?

El dolor pélvico crónico puede ser una afección en sí mismo o deberse a varios motivos:
• Ginecológicos: endometriosis, fibromas uterinos, vulvodinia, enfermedad inflamatoria pélvica crónica.
• Urológicos: síndrome de vejiga dolorosa (cistitis intersticial), prostatitis crónica, síndrome uretral.
• Quirúrgicos: tras extirpar algún órgano de la cavidad pélvica.
• Digestivos: síndrome de colon irritable.
• Musculoesqueléticos: por traumatismos, posturas anómalas, embarazo, hernias.
• Psicológicos: depresión, estrés postraumático.

Objetivos del tratamiento

Reducir el dolor y los demás síntomas (necesidad urgente de orinar, estreñimiento, relaciones sexuales dolorosas), mejorando así la calidad de vida del paciente.

¿En qué consiste el tratamiento con neuroestimulación tibial posterior?

La neuroestimulación tibial posterior es una técnica sencilla, mínimamente invasiva y sin efectos secundarios.
Consiste en administrar una corriente eléctrica de baja frecuencia e intensidad a través de una aguja muy fina (electroestimulación percutánea), que se introduce en una zona próxima al nervio tibial posterior.
Desde ahí el estímulo asciende hasta el plexo sacro, donde están los nervios que van a la pelvis y se produce la neuromodulación, es decir, se modifica la transmisión nerviosa y la percepción del dolor por parte del cerebro.

¿En qué personas no está indicado?

En mujeres embarazadas, en personas que tienen implantado un marcapasos o un desfibrilador y en personas con epilepsia.

¿Cómo se aplica?

Colocamos al paciente en un sillón con la pierna en la que vamos a realizar la punción estirada, apoyada sobre un taburete y el pie descalzo descansando ligeramente sobre su lado externo.
Si el dolor le impide estar sentado le tumbaremos en una camilla.
Limpiamos con un antiséptico la zona donde vamos a pinchar y el arco plantar del pie.
En la planta del pie colocamos un electrodo de superficie (pegatina con gel conductor).
Localizamos el nervio tibial posterior presionando con dos dedos en la zona por donde éste discurre, cerca de la cara interna del tobillo. Buscamos un punto ligeramente doloroso y es ahí donde introducimos la aguja fina (de acupuntura).
Encendemos el electroestimulador, que es el aparato que nos va a suministrar la corriente. De él salen dos cables que conectamos uno al electrodo que hemos pegado en el pie y otro a la aguja.
Vamos subiendo la intensidad de la corriente hasta que el paciente tolere sin que llegue a ser molesto.
El tratamiento se administra durante media hora, 6 días alternos a lo largo de un mes. El último día del tratamiento damos al paciente un electroestimulador y educamos en su manejo para que él haga cada día estimulación del nervio tibial posterior pero sin aguja, con dos electrodos que pegará en la piel (electroestimulación transcutánea).
Al mes de finalizado el tratamiento evaluamos los resultados por medio de una consulta telefónica con el paciente y si ha sido efectivo repetimos cada 3 meses.