El alcohol es una sustancia psicoactiva, depresora del SNC, con acción reforzante positiva, capaz de crear dependencia psicofísica y adicción, ocasionando importantes efectos tóxicos en el organismo tras su abuso prolongado. Además, el uso nocivo del alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos.
El consumo del alcohol se encuentra altamente institucionalizado en el mundo occidental. Cada año se producen 3,3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,9% de todas las defunciones.
En España se calcula que 3 millones de personas sufren alcoholismo; el 7,3% de la población ingiere más de 700 g de etanol a la semana. En los hospitales generales el 21,5% de los ingresados son alcohólicos. Constituyen también un elevado número de consultas ambulatorias y de urgencias hospitalarias.
Estudios sobre el alcoholismo femenino en España muestran el incremento de consumo de alcohol entre las mujeres en estas últimas décadas. Aproximadamente en España se calcula que hay entre 500.000 y 750.000 mujeres afectadas por el alcoholismo.
Fisiopatología
La absorción se produce rápidamente en el estómago y sobre todo, en el duodeno y yeyuno. La velocidad de absorción depende de la rapidez del consumo, el tipo de bebida ingerida, la ingesta o no de comida… Alrededor del 90% del alcohol que llega al hígado se oxida y el 10% restante se excreta, sin metabolizar, por la orina y el aire espirado.
La metabolización hepática del alcohol se produce por acción de la enzima alcoholdeshidrogenasa (ADH) principalmente, y por el sistema de oxidación microsomal y la catalasa.
La vida media del etanol es corta. El pico de alcoholemia se produce 45 a 60 minutos después de la ingesta. La alcoholemia se reduce 15-20 mg/dl cada hora como consecuencia principalmente de la metabolización hepática. El alcohol encontrado en la sangre se distribuye uniformemente por todos los tejidos y fluidos del organismo.
Patrones de consumo
El consumo que entraña riesgo está entre 40 y 60 mg/día para los varones y entre 20 y 40 para las mujeres (tienen una concentración menor de la enzima ADH). Por encima de estas cantidades hablamos de consumo perjudicial.
Es importante recoger el patrón concreto de consumo. En el patrón “mediterráneo” se consume alcohol diariamente, con varias ingestas en el transcurso de la jornada, las intoxicaciones son muy raras, pero paulatinamente surgen síntomas de abstinencia matutina. En el patrón “anglosajón” el consumo es esporádico, centrado en el fin de semana, con poca capacidad de control y frecuentes intoxicaciones; siendo capaz el bebedor de mostrarse abstinente durante días. Se están produciendo cambios culturales (“fenómeno del botellón”) por los cuales se está adoptando en España el modelo anglosajón.
El síndrome de abstinencia alcohólica es un continuo que va desde un ligero malestar hasta el Delirium Tremens en toda regla. Se produce tras la detención o disminución absoluta o relativa de la ingesta, por falta de fondos para comprar alcohol, ingreso hospitalario, enfermedad médica simultánea…
Fisiopatológicamente, se produce por actividad simpática del SNC, que previamente estaba inhibida por el alcohol.
La ingesta y recuperación de la misma ocupan cada vez más tiempo, no dejando lugar para otras actividades. Pronto aparecen las resacas y síntomas de abstinencia matutinos, alterando el funcionamiento laboral, y originando problemas económicos. Las relaciones interpersonales se ven afectadas por el comportamiento agresivo, labilidad emocional y sexualidad inapropiada propias de la intoxicación por alcohol. Dentro de la familia, el alcohol es frecuente causa de violencia, ruptura de pareja y maltrato de hijos. Finalmente el alcohol es causa de una gran cantidad de accidentes de tráfico y laborales.
Tratamiento
El tratamiento para el trastorno por consumo de alcohol puede variar en función de tus necesidades. El tratamiento puede incluir una intervención breve, asesoramiento individual o grupal, un programa ambulatorio o una estancia con residencia como paciente hospitalizado. La meta principal del tratamiento es trabajar para suspender el consumo de alcohol a fin de mejorar la calidad de vida.
Las personas que sufren alcoholismo o cualquier otra adicción se muestran muy ambivalentes hacia el tratamiento. La relación terapéutica es difícil, debido a varios factores (los pacientes tienden a minimizar su deseo de beber y las cantidades de alcohol realmente consumidas; las recaídas ejercen un efecto desmoralizador en el paciente; un subgrupo de pacientes expresa sentimientos negativos hacia sus terapeutas…).
El tratamiento del alcoholismo se subdivide en desintoxicación (interrumpir el consumo de alcohol y tratar, si aparecen, los síntomas de abstinencia) y deshabituación (impedir las recaídas, consiguiendo la remisión del paciente).
AUTORES
Marta López Pérez. MIR Medicina Familiar y Comunitaria.
Miguel Sánchez Ortiz. FEA Urgencias Hospitalarias.
Ignacio Lasierra Lavilla e Ignacio Valles Tormo. MIR Medicina interna.
Hospital Obispo Polanco. Teruel