La crisis sanitaria está agitando nuestras formas de vida pero también el abordaje en la atención hospitalaria con el objetivo de frenar la COVID-19. Los cambios de protocolos continuos también afectan a las personas que han sufrido un ictus, a pesar de que su rehabilitación no puede parar, ya sea con un inicio precoz o en fase crónica.
Inicio precoz. Tratamiento multidisciplinar
El tratamiento rehabilitador debe iniciarse tan pronto como se haya establecido el diagnóstico y se haya asegurado el control del estado general del paciente. Se trata de que los pacientes accedan al programa de neurorrehabilitación en el momento más adecuado, independientemente de la gravedad del ictus.
Hoy conocemos que existe un corto periodo de tiempo tras el ictus en el que la recuperación está favorecida, existiendo en este tiempo una máxima respuesta a los tratamientos neurorrehabilitadores, poniendo de manifiesto que el retraso en el inicio del tratamiento se asocia con una disminución de la reorganización cortical y la recuperación funcional.
En los pacientes con recuperación favorable de su déficit suele encontrarse que la mejoría más importante suele tener lugar al inicio. Esta mejoría precoz se debe, en parte, a la recuperación del tejido penumbra o en riesgo de la periferia del área isquémica. La mejoría a largo plazo se atribuye a la plasticidad. En términos generales y de acuerdo al Copenhague Stroke Study, el 95% de la recuperación se habrá logrado hacia el tercer mes, siendo más rápida (el 85%) en el primer mes y medio; entre los meses cuarto y sexto, la pendiente de recuperación es ligera, casi en meseta y a partir del sexto mes es mucho más lenta.
Las unidades multidisciplinares suponen un continuo entre la rehabilitación ingresada y el tratamiento ambulatorio. Una mayor intensidad de terapia (Fisioterapia, Terapia ocupacional, Neuropsicología y Logopedia) mejora los resultados del paciente, especialmente si se aplica en las fases tempranas del ictus. Debe ponerse atención a la atención sociosanitaria en neurorrehabilitación, siempre y cuando el estado del paciente lo permita.
La rehabilitación en fase crónica
Disponemos de estudios que muestran una mejoría en pacientes en fase crónica con programas de rehabilitación planificados por objetivos y basados en tareas, aplicados de forma intensiva y durante cortos períodos de tiempo. Esto es especialmente significativo en trastornos motores y del lenguaje. Programas de 3-4 semanas de duración con el objetivo de aumentar la velocidad y la resistencia en la deambulación, la movilidad de extremidad superior o afasia han demostrado ser eficaces en algunos pacientes incluso más allá de un años después del ictus, cuando la evolución puede mostrar una fase de estabilización con las terapias convencionales.
Es preciso plantearse un objetivo realista, disponer de una técnica de rehabilitación con evidencia de ser eficaz en la consecución de ese objetivo y medir con una escala práctica y sensible el progreso hacia la meta planteada.
Es necesario insistir en la mejora continua de la atención sociosanitaria al paciente con ictus en todas y cada una de sus etapas. La investigación traslacional representa una oportunidad única para que pacientes, familias, sociedades científicas e industria con sus profesionales sean parte activa e integral hacia el impacto en la práctica clínica. Hoy más que nunca debemos estar abiertos a la incorporación de nuevos abordajes terapéuticos.
Se está ganando la batalla del ictus, se está avanzando considerablemente en su tratamiento y en el porcentaje de pacientes recuperados para la sociedad y sus familias, pero sigue sin reconocerse ni comprenderse que el ictus es una enfermedad contra la que se puede luchar con la prevención, las intervenciones en fase aguda y el tratamiento neurorrehabilitador así como el abordaje integral sociosanitario adecuado a los pacientes y sus familias.
Hoy más que nunca, desde Grupo 5 CIAN queremos enviar un mensaje de ánimo a todas las familias que están sufriendo y trasladarles que estamos para apoyarles.