Correr se ha convertido en los últimos años en un fenómeno que se ha extendido entre nuestra sociedad. Tanto es así, que todos los fines de semana, miles de personas corren en carreras programadas a lo largo y ancho de nuestro país. Los beneficios físicos y psíquicos que proporciona el running están ampliamente demostrados.
La realización continuada de actividad física, de características aeróbicas y de intensidad moderada/elevada, provoca que, en nuestro organismo se produzcan adaptaciones cardiovasculares, analíticas e inmunológicas, mesurables en un chequeo médico.
Adaptaciones cardiovasculares
1. Disminución de la frecuencia cardiaca (bradicardia): Un adulto sano, en reposo, tiene una frecuencia cardiaca que oscila entre 60-100. No es raro, encontrarse con corredores con una frecuencia cardiaca de entre 35 y 50 latidos por minuto.
2. Aumento del volumen de las cavidades cardiacas y del grosor de los espesores parietales (cardiomegalia, figura1): En una radiografía de tórax posteroanterior, se apreciará un corazón de aspecto globuloso con un aumento de su silueta.
Figura 1. Rx tórax PA. Se aprecia la diferencia en el tamaño y forma del corazón de un individuo sedentario respecto al corazón de un deportista.
3. Alteraciones de la conducción en el Electrocardiograma: Onda P de mayor amplitud y mellada, retraso en la conducción aurículo ventricular tipo bloqueo AV de 1er grado y/o de 2º grado tipo I (Wenckebach), ensanchamiento del complejo QRS y ondas T vagotónicas (altas y picudas).
Alteraciones analíticas
La influencia de la actividad física sobre las variables hematológicas ha sido estudiada en multitud de trabajos científicos.
1. Hematocrito (valores normales: varón 45 ± 1.5%; mujer 40 ± 1.5%) y Hemoglobina (varón: 16 g/dl; mujer: 14 gr/dl): la realización de actividad física aeróbica y prolongada en el tiempo, provoca que la hemoglobina y el hematocrito sufran cambios similares, es decir, un ligero aumento. En reposo, estos valores disminuyen. En individuos entrenados, la hemoglobina suele estar disminuida, debido a un aumento del volumen plasmático.
2. Anemia en el deporte: se caracteriza por una diminución del número de hematíes y un descenso en el valor de la hemoglobina (varón: < 14 gr/dl; mujer: < 12 gr/dl); producida por una pérdida rápida de hematíes o por una producción demasiada lenta de los mismos. Los tres factores implicados en la producción de esta anemia son:
• Pseudoanemia dilucional: la expansión del volumen plásmatico es una de las primeras adaptaciones que ocurre con la práctica de actividad física mantenida. El número de hematíes y de la concentración de hemoglobina disminuyen por un incremento del plasma sanguíneo provocando esta falsa anemia.
• Hemólisis: en el sedentario que comienza un programa de ejercicio físico puede aparecer inicialmente y de manera transitoria, una anemia por una mayor fragilidad mecánica y osmótica del eritrocito, siendo la destrucción más rápida que su reposición. En los sujetos entrenados, se puede observar un aumento de la hemólisis intravascular asociada al tipo de ejercicio y sobre todo, a la intensidad del mismo.
• Déficit de hierro con o sin anemia: El hierro juega un papel fundamental en el rendimiento deportivo, ya que, su función primordial es la de transportar el oxígeno y estar presente en procesos enzimáticos desarrollados en las mitocondrias celulares. El marcador sérico que mide los depósitos de hierro, es la ferritina, cuyos valores normales son de > 30 ng/ml en el varón y > 20 ng/ml en la mujer. Entre los factores implicados en un déficit de hierro, están las pérdidas sanguíneas y los déficits nutricionales.
Alteraciones inmunológicas
No existe gran diferencia en el sistema inmune en condiciones de reposo, del paciente sedentario respecto al paciente deportista. En los últimos estudios, se ha objetivado que los cambios en el sistema inmune, se producirían tras la realización de actividad física moderada/intensa (con un periodo ventana comprendido entre 2 y 72 horas). Las alteraciones más significativas son:
1. Descenso en el aclaramiento mucociliar nasal.
2. Descenso en la actividad citotóxica de las células Natural Killer.
3. Descenso de los niveles de IgA nasal y en saliva.