El Síndrome de Fatiga crónica es una enfermedad compleja, de causa desconocida, que se caracteriza por cansancio y astenia intensos y que afecta tanto a la esfera física como a la mental. Es un proceso debilitante que persiste durante seis o más meses y que tiene un curso oscilante. Sus síntomas no disminuyen con el reposo, empeoran con el ejercicio, interfieren con las actividades habituales y se asocian a manifestaciones sistémicas generales, físicas y neuropsicológicas. Predomina en el sexo femenino.
Reseña epidemiológica
Se estima que entre un 5 a un 20% de los pacientes que acuden al médico de cabecera presentan fatiga durante más de un mes, en algún momento de su vida. En general los enfermos son adultos jóvenes. La edad de máxima prevalencia oscila entre los 30-50 años. En el mundo podrían existir entre 2-5 millones de afectados por la Fatiga Crónica.
No es un síndrome nuevo aunque a veces se incluya como tal. Se ha descrito en muchos países utilizando denominaciones diferentes como neurastenia, neuritis vegetativa, enfermedad de Royal Free, síndrome del yuppie (mujer joven, blanca y nivel sociocultural medio-alto) etc. La polémica de si el Síndrome de Fatiga Crónica existe o no, es ficticia. Lo real, lo cierto, es que los pacientes sufren y manifiestan una gran incapacidad. Para ellos es fundamental que no se les consideren “enfermos imaginarios” de Molière. Y no se puede excluir, además, que en un futuro tenga lugar un hallazgo neurofisiológico o endocrino que desvele la auténtica naturaleza de este proceso.
Inicio de la enfermedad
La enfermedad surge de forma aguda, incluso a veces de forma súbita, en una persona por lo general previamente activa. A menudo suele iniciarse en el transcurso de una convalecencia por cualquier otro proceso o cuadro general. Se han dado casos de aparición tras una mononucleosis o después de algún periodo de estrés. En el comienzo suele predominar la fiebre, dolor de garganta, tos, dolores musculares y sensación de fatiga. A veces existe diarrea. Este proceso inicial deja como secuela un agotamiento importante e insoportable, que es el síntoma principal para el diagnóstico posterior de esta enfermedad y que configura una discapacidad física y mental persistente.
Enfermedad establecida
Posteriormente al cuadro descrito se asocian los síntomas crónicos que resumimos a continuación de forma sintética y que consisten en: fatiga (astenia), febrícula que a veces es intermitente, artralgias, dolores musculares generalizados, faringitis, dolor de garganta, y adenopatías cervicales o axilares dolorosas. También, aunque menos comunes, se observan náuseas, diarreas, dolores abdominales, anorexia, tos, vértigo, lipotimias, visión borrosa y exantemas cutáneos. La fatiga suele acompañarse de trastornos neurocognitivos y alteraciones del sueño. Son frecuentes la dificultad para la concentración y los cuadros depresivos. Ocasionalmente existen palpitaciones. Los síntomas persisten durante semanas o meses y el predominio de unos u otros varía en cada enfermo.
Curso evolutivo
Todos los síntomas descritos tienen carácter fluctuante. Empeoran con el estrés físico o psíquico e interfieren y bloquean las actividades previas (familiares, laborales, sociales). El deterioro intelectual induce desasosiego, ansiedad o depresión. Toda esta sintomatología en general es recurrente. Cada brote puede ser distinto del anterior y es raro que haya periodos totalmente libres de molestias.
Diagnóstico
El diagnóstico es por exclusión tras una correcta historia clínica y adecuada exploración física, junto con unas pruebas de laboratorio y de imagen adecuadas y razonables. No existe por el momento ningún signo específico ni prueba de diagnóstico concreta, para diagnosticar esta enfermedad.
Criterios Diagnósticos Actuales
En el año 1994 se llevó a cabo una revisión de los primeros criterios diagnósticos establecidos en 1988. Los nuevos criterios han sido denominados “Criterios Internacionales” y se fundamentan en el hallazgo de dos criterios mayores (fatiga crónica invalidante de más de 6 meses de duración y exclusión de enfermedades orgánicas y psíquicas asociadas) junto con la observación de una serie de síntomas.
- Fatiga crónica persistente (al menos 6 meses), o intermitente, inexplicada que se presenta de nuevo o con inicio definido y que no es el resultado de esfuerzos recientes. No mejora con el descanso y origina una reducción notable de la actividad del paciente
- Exclusión de otras enfermedades que pueden ser causa de fatiga crónica.
Pero además y de forma coincidente, deben estar presentes durante 6 o más meses de manera duradera, 4 o más síntomas de los que se enumeran a continuación, todos ellos posteriores a la presentación de la fatiga.
- Alteración de la concentración o de la memoria reciente
- Odinofagia
- Adenopatías cervicales o axilares dolorosas
- Mialgias
- e) Poliartralgias
- f) Cefalea de inicio reciente o de características diferentes a la habitual
- g) Sueño no reparador
- h) Malestar postesfuerzo de duración superior a 24 horas
La presencia de una fibromialgia concomitante excluye el Síndrome de Fatiga Crónica pero ambos procesos pueden coincidir en un 20-70 % de los casos, hasta tal punto, que muchos autores consideran que puede ser una misma enfermedad con diversas formas.
Punto final
La ausencia de tratamiento y la inconsistencia del diagnóstico hacen que los enfermos consulten a varios médicos entre los que se encuentran reumatólogos, alergólogos, psiquiatras, homeópatas, etc.
Los afectados por el Síndrome de Fatiga Crónica, con el tiempo, entran en un círculo de frustración, enojo, desaliento y depresión. El aislamiento y una resignación patética pueden marcar el curso de la enfermedad. Esta situación debe revalorizar, más que nunca, una de las características primordiales del médico; su sentido de la humanidad. Y no olvidar jamás que el secreto y la ética del cuidado hacia el paciente estriban en preocuparse íntimamente por él.