En los últimos años, el número de pacientes que ingresa en las unidades de cuidados intensivos (UCI) ha aumentado y su supervivencia ha ido mejorando en relación al desarrollo de nuevos tratamientos y técnicas de soporte vital.
Cada vez son más los pacientes que sobreviven a un ingreso en la unidad de cuidados intensivos y un porcentaje significativo de ellos se convertirán en pacientes crónicos al alta hospitalaria. Muchos de estos pacientes padecerán en ocasiones secuelas atribuibles al ingreso en UCI, secuelas que no están relacionadas directamente con la patología que motivó dicho ingreso y que tendrán un gran impacto en su calidad de vida.
¿Qué es el síndrome post-cuidados intensivos o post-UCI?
El síndrome post-cuidados intensivos (PICS) descrito recientemente, afecta a un número importante de pacientes críticos (30-50%). Engloba las secuelas físicas, psíquicas e intelectuales que aparecen tras un ingreso, generalmente prolongado, en UCI y que repercuten de forma negativa en su calidad de vida.
¿Qué pacientes tienen más riesgo de padecerlo?
Tienen más riesgo de padecerlo los pacientes que ingresan en situación más grave y aquellos con ingresos más prolongados en UCI. Se consideran patologías con mayor riesgo de desarrollar PICS los cuadros sépticos (infecciones generalizadas), la insuficiencia respiratoria o el fallo de varios órganos. Durante el ingreso en UCI la indicación de tratamientos como la sedación y ventilación mecánica prolongadas, el tratamiento con corticoides o la necesidad de realizar diálisis aumentarán también la probabilidad de desarrollar síndrome postUCI. Por otro lado, pacientes de edad avanzada o que padezcan ciertas enfermedades previas al ingreso, como déficits cognitivos o enfermedades neuromusculares, son más vulnerables y con mayor riesgo de padecer PICS.
¿Qué secuelas físicas son las más frecuentes?
La disminución de la capacidad respiratoria, que habitualmente se normaliza a los seis meses del alta y la debilidad muscular, caracterizada por disminución de la fuerza y de la resistencia, debido a una pérdida significativa de masa muscular, son las secuelas más frecuentes. Esta debilidad puede manifestarse al alta como pobre movilidad o por caídas frecuentes. Pueden aparecer otras complicaciones físicas como déficit nutricional, dolor crónico, rigidez articular, daño de nervios periféricos, alteraciones en la voz, dificultad para la deglución, disfunción sexual, úlceras o heridas en las zonas de apoyo así como desarrollo de pie equino o caído y problemas estéticos como escaras, alopecia transitoria, estrías y cicatrices.
¿Cuáles son las secuelas psíquicas más habituales?
Hasta el 60 % de los pacientes puede padecer secuelas psicológicas, las más frecuentes son ansiedad, depresión y estrés post-traumático. Se han descrito otros muchos trastornos psíquicos en pacientes tras el alta de UCI como sentimiento de culpa, miedo a la muerte, estado de ánimos cambiantes, irritabilidad, pesadillas, agorafobia, ataques de pánico, aislamiento social etc.
Durante el ingreso en UCI es muy frecuente la aparición de delirium o síndrome confusional agudo. Puede manifestarse como agitación, agresividad o desorientación pero también como somnolencia e inactividad.
Es frecuente también el desarrollo de secuelas cognitivas; capacidad de atención, memoria, concentración y las funciones ejecutivas pueden verse afectadas. Este deterioro neurocognitivo puede perdurar meses o incluso años tras el alta e impedir el retorno al nivel funcional previo.
¿Qué es el PICS familiar?
El síndrome postUCI puede afectar también a los familiares del paciente crítico. Los cuidadores principales son una población vulnerable que puede sufrir consecuencias negativas a nivel físico, psicológico y social por las que pueden ver deteriorada su propia calidad de vida. Hasta un 70% de los familiares presentan ansiedad y un 35% depresión, añadidos a las situaciones iniciales de estrés en el momento agudo del ingreso y estrés postraumático que pueden durar años.
Pueden presentar además síntomas físicos como fatiga y comportamientos de riesgo para la salud como alteraciones del sueño, descanso insuficiente, falta de ejercicio físico, alimentación desequilibrada y falta de adherencia al tratamiento médico. La carga que supone el cuidado de un paciente postcrítico puede afectar a aspectos personales sobre sus planes vitales, a sus relaciones sociales, profesionales y puede llegar a ser en ocasiones causa de conflictos familiares.
¿Se puede prevenir el síndrome postUCI?
El desarrollo de estrategias dirigidas a detectar y prevenir el síndrome postUCI realizadas de forma estructurada, precoz y con participación multidisciplinar ha demostrado que puede reducir la aparición del síndrome postUCI.
Medidas como el control óptimo del dolor, una sedación adecuada, el manejo del delirium, movilización y fisioterapia precoz, así como la implicación y participación de las familias en los cuidados de los pacientes críticos, pueden ayudar a prevenir las consecuencias de este síndrome.
¿Qué papel tienen las consultas postUCI?
Los servicios de seguimiento post-UCI, se están desarrollando en los últimos años con el objetivo de desarrollar un importante papel en el proceso de recuperación integral tras la enfermedad crítica.
La consulta postUCI permite un abordaje multidisciplinar del síndrome postUCI cuyo objetivo es la detección precoz de las alteraciones en la salud física y mental, tanto de los pacientes dados de alta de UCI como de sus cuidadores principales. La identificación precoz de las secuelas secundarias a un ingreso prolongado permite activar protocolos de tratamiento en colaboración con médicos de atención primaria y de diferentes especialidades hospitalarias, con el objetivo de mejorar lo más precozmente posible la calidad de vida de los pacientes y sus familiares.